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Twin Peaks Recap – Episodio 13: ¿Qué es esto, un jardín de infantes?

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Twin Peaks Recap es una columna semanal de Keith Uhlich para  The Notebook  que cubre la nueva temporada de la serie de David Lynch y Mark Frost, Twin Peaks. Agradecemos a Keith Uhlich, Daniel Kasman and Kurt Walker de Mubi por permitirnos traducir este material para seguir esta tradición semanal en castellano desde Las Pistas. Aquí el link original del artículo en inglés.

Por Keith Uhlich

Gran parte de la obra de David Lynch es sobre regresión, sobre gente que se siente más cómoda condescendiendo (en realidad, escondiéndose detrás) sus instintos más bajos. Un saxofonista de jazz con un asesinato en mente se refugia en el cuerpo y alma de un delincuente juvenil (Carretera perdida), o una chica del interior que jugó y perdió el juego de Hollywood puede tramar una vida de ensueño en la que finalmente consigue un estrellato de lentejuelas (Mulholland Dr.). Pero estos escapes siempre son trampas cíclicas encubiertas. Uno recoge lo que siembra. Lo que ya pasó volverá a pasar. Incluso la Dorothy Vallens de Terciopelo azul (Isabella Rossellini), finalmente liberada de su relación abusiva con Frank Booth (Dennis Hopper), afirma que “aun puedo ver el terciopelo azul a través de mis lágrimas”. El dolor de lo real lleva a innumerables personajes lyncheanos a buscar los placeres simples de la fantasía, pero muchos de ellos fallan al no darse cuenta de que, a causa de su regresión (consciente e inconsciente), se han construido su propia prisión.

“¿Qué es esto, un jardín de infantes?” pregunta el villano Mr. C. cerca del principio el capítulo 13. Se dirige hacia un cuarto lleno de criminales machos-alfa que se ven y se escuchan como salidos de un pantano de testosterona. Después de una pausa, lleva el insulto más lejos: “¿una guardería?”. Este es el preludio del duelo de pulseadas entre Mr. C y el líder de la banda, Renzo (Derek Mears, una especie de Michael Berryman con esteroides), cuyo desenlace va a definir el destino de Ray Monroe (George Griffith), al que vimos por última vez casi asesinando a Mr. C. en la parte 8.

Todo en esta secuencia es bastante Over the top, incluyendo la pantalla gigante en la que los miembros de la banda ven lo que está pasando en su guarida de Montana (Montana, el estado en el que nació Lynch: otra regresión). Es fácil imaginar que la versión en carne y hueso del lado oscuro del Agente Dale Cooper va a vencer a Renzo en un golpe rápido de sus músculos de Killer BOB. Pero antes tiene un punto que probar. Deja que Renzo se acerque a vencer una o dos veces antes de demostrar su control físico y mental sobre la situación. “Volvamos a la posición inicial”, dice Mr. C. luego de mover el brazo de Renzo sin un gramo de esfuerzo. “Es mucho más cómoda”. Renzo nunca fue vencido y no puede soportar la idea de perder. Lo mejor que puede hacer, después de la provocación de Mr. C. es volver al momento anterior a que todo esto pase. Esto es posible en el mundo de Lynch, pero tiende a significar volver al mismo camino trágico ad infinitum. Sólo la muerte cierra el círculo, así que Mr. C. le quiebra el brazo a Renzo y le da un golpe que le colapsa la cara.

Ray es suyo, y antes de que Mr. C le ponga una bala en la cabeza a su colega, le saca información: tanto las coordenadas que, podemos suponer, Diane Evans memorizó en el capítulo 12 y que llevan a Twin Peaks, y el nombre de un hombre, Philip Jeffries (el ex agente del FBI interpretado por David Bowie en Fuego Camina Conmigo), quien aparentemente quiere ver a Mr. C. muerto. Ray también tiene uno de los anillos de la Owl Cave para ponerle a Mr. C. y transportarlo de vuelta al Red Room. Como Ray quedó del lado de los perdedores, es su cadáver el que queda confinado en el limbo del más allá, dónde el One-Armed-Man recoge el anillo y lo devuelve a su pedestal. La banda de Renzo mira todo desde la pantalla gigante. Desde atrás se acerca Richard Horne quien, al mirar a Mr. C. parece reconocer algo (¿Papá? Acá me tienen, especulando una vez más).

Mientras tanto, en Las Vegas, Dougie Jonesla manifestación simplona del lado bueno de Cooper está pasando un gran momento, celebrando en una fila de conga con su jefe Bushnell Mullins y los absolutamente maravillados hermanos Mitchum. La felicidad desenfrenada puede ser su propia clase de regresión: los hermanos con 30 millones de dólares más no ven ningún problema en repartir cigarros Montecristo ni BMWs, y ni hablar del gimnasio miniatura más espectacular del mundo (con su acompañamiento musical a cargo de Tchaikovski y una luz puntual muy Lyncheana que parece venir de ningún lado) para el hijo de Dougie y su “esposa” Janey-E, Sonny Jim,. “Mirá lo que hiciste” dice la encantada Janey-E a su esposo mientras su hijo corre y juega por su nuevo juego, “Sonny Jim está en el séptimo cielo”.

¿Pero cuánto puede durar el cielo por si solo? Visto desde un ángulo, el arco de Dougie es una larga broma sobre un semi hombre que inspira a la gente mala que está a su alrededor a que hagan las cosas bien. Su inocencia es desconcertante. Y aquellos que tienen la consciencia intranquila no pueden evitar otorgarle motivos concretos a su comportamiento y significados profundos a cada palabra. En esta versión es Anthony Sinclair, el colega dos-caras de Dougie en la empresa de seguros Lucky 7, quien al final se quiebra. Enviado por el mafioso Duncan Todd a matar a Dougie, Anthony consigue un veneno de parte de un contacto, el detective Clark (John Savage), en el departamento de policía de Las Vegas. Pone el polvo en el café de Dougie (por siempre antojado de tajas de café y tarta de cerezas), pero se desarma cuando Dougie comienza a tocar una sustancia brillante en la parte de atrás de su traje y luego repite el final de la frase de Anthony (“Dougie… ahí está tu café”) como devolviéndosela (“…tu café”).

Al poco tiempo Anthony está vomitando toda su historia criminal sobre Bushnell y Dougie, junto con promesas de mejorar. Una mala interpretación de la acciones y palabras de Dougie llevan a Anthony a hacer confesiones. Y ahora ya se siente como si este patrón pudiera seguir para siempreel buen Coop a un lado del país arreglando cosas sin querer mientras el mal Coop hace estragos en todo el resto del mundo. Pero es una repetición vacíauna regresión con trampa. La gente está hecha de impulsos conflictivos que no pueden separarse ni dividirse. En el mejor de los casos podemos mantener balance y en el peor, torcernos violentamente (y después, con suerte, enderezar el barco). Pero intenten reducir a un hombre a sólo su mejor o su peor versión y algo crítico se perderá.

Y de nuevo a Twin Peaks, el lugar al cual el Agente Cooper (en todas sus formas) está atado. Donde contempló su propia regresión en la serie originalrenunciando a la vida de ciudad por la vida campestre (¡vivir ese cliché!). La parte 13 deja en claro que la ausencia de Cooper se siente cada vez más, incluso si muchos de los residentes no pueden ponerlo en palabras. “Eso es existencialismo básico” le dice Charlie, el marido enano de Audrey Horne, quien está todavía más border que en la secuencia larguísima de la parte 12. “Bueno, no estoy segura de quien soy” dice salvajemente, “pero no soy yo”. Frente a este raro momento de claridad, Charlie contraataca rápido: “¿podés dejar el jueguito?”, amenaza con calma, “¿o tengo que terminar tu historia también?”. Esta es otra indicación de que hay una fuerza divina funcionando en el pueblo, algo que hace que los locales corran en círculos, y mucho más ahora desde que el agente Cooper, el necesario balance, está afuera teniendo su propia extraordinaria crisis existencial.

Pero aún hay mucha gente que puede quedar estática por su cuenta. Sarah Palmer continúa su muerte lenta de cigarrillos y vodka mientras mira viejas peleas de boxeo que se reproducen en un extraño loop. Bobby Briggs y Shelly Johnson parecen estar ocupando su propia línea de tiempo con sus propios sucesosel descubrimiento del mensaje secreto de Mayor Briggs; la vacilantemente ansiosa relación entre Shelley y su hija Beckyese revoltijo sin sentido que hemos visto en los episodios anteriores (recuerden, sin embargo, las palabras del One-Armed Man a Cooper en la Parte 2: “¿Es esto el pasado o el futuro?”) y Norma Jennings tiene la conversación más meta posible con su actual novio, el abogado Walter Lawford, sobre las franquicias del RR. Parece que el original de Twin Peaks está perdiendo plata porque, como dice Walter, “estás gastando mucho por tarta y no cobrando lo suficiente”. Norma intenta discutir argumentando con la importancia de los ingredientes orgánicos y el amor que va en cada pieza. “Norma, sos una artista”, responde Walter con gracia Faustiana, “pero el amor no siempre tiene ganancias”. Dinero, el último cielo.

Y después están los hombres HurleyJames y ¡por fin!, Big Ed (Everett McGill, emergiendo desde un retiro que duró décadas). En un giro inicialmente feliz, el más joven de los Hurleys resulta ser el invitado del Roadhouse del capítulo, cantando la canción “Just You” (de Lynch y Badalamenti) que ensayaba hace 25 años con Donna Hayward y la idéntica prima de Laura Palmer, Maddy Ferguson. En el escenario se ven unas falsas Donna y Maddy haciendo los coros. Desde el publico la mujer que le gusta a James, Renee, se mueve entre una marea de emociones. Desde desconcierto, pasando por vergüenza y angustia. James está recreando públicamente un momento privado que tiene décadas, y se siente como un simulacro. Aun así, su vacío es conmovedor precisamente por la tristeza transportadala sensación de que este es uno de los últimos restos felices de una vida que jamás alcanzó su mayor potencial. A veces todo lo que tenemos son fragmentos.

Y Ed. Oh, Big Ed. Aun prendado de Norma, y aun sin poder hacer nada al respecto. La forma casual en la que reingresa (sentado con Norma en el RR) y luego, una vez que aparece Walter, queda a un costado (ofreciendo dócilmente irse a otra cabina) duele mucho. Y la forma en la que Lynch y su director de fotografía Peter Deming lo dejan blureado al fondo de cada cuadro de la conversación entre Norma y Walter es aun peor. A Big Ed también le toca la última escena del episodio, devastadora: está sentado solo en su estación, tomando su sopa para llevar del RR, mirando como pasan los autos por el frente de su negocio de sólo efectivo. Si miran de cerca podrán ver que, en un momento, su reflejo en la ventana no coincide con los movimientos de su cuerpo. Está atrapado en su propio loop ¿una premonición, una amenaza, un alma que grita para poder salir? Sea lo que sea, Ed parece notarlo. Pero no le presta atención.

Mejor malo conocido…

MÁS PORCIONES DE TORTA

-Entre los secuaces del escondite de Montana, mi favorito es Muddy (Frank Collision), quien explica las reglas de la pulseada, y el contador nerd (Christopher Durbin Noll) quien le pregunta consideradamente a Mr. C. , luego de que esté ultimo tenga la mejor mano, si necesita un poco de plata. También sospecho que muchos de estos actores (muchos de ellos barbudos) ya hicieron de Woodsmen en el programa, lo cual sería una linda y sutil manera de doblar el mundo terrenal y el inmaterial de la serie.

-Las últimas palabras de Ray a Mr. C. son sobre el posible paradero de Philip Jeffries: The Dutchman’s. “Se lo que es”, dice Mr. C. Sigo rogando contra todo pronóstico que Lynch haya guardado un último cameo de Bowie.

-Los detectives Fusco vuelven con una información sobre las huellas digitales de Cooper. Pero los detectives se ríen de la sola idea de que el tontuelo de Dougie sea tanto un convicto en la fuga como un agente perdido del FBI. Así que todos hacen una apuesta de 1 dólar para ver si el reporte cae adentro de la basura.

-En genial tener a John Savage (un viejo y querido que ha estado en todo, desde Malas Compañías pasando por El Francotirador, Salvador y La delgada línea roja entre otras) en las filas de Lynch. El veneno, aconitina, que le recomienda a Anthony Sinclair, tiene un pronturaio interesante en la Historia y la Literatura. Cleopatra envenenó a su hermano con él para poder asegurar el lugar de su hijo en la carrera por el trono de Egipto. Y es utilizado por un personaje en el cuento de Oscar Wilde, El crimen de Lord Arthus Savile (1891), así como también en Ulysses (1922) de James Joyce.

-Muy arriba en la lista de “Momentos de Twin Peaks con los que me reí como un loco”: Dougie chocando de cara contra la puerta de vidrio del edificio de su oficina. También me encanta la forma en la que dice “café” (coffee – “caw-FEE”) a Anthony como si fuera el mozo decrépito del Great Northern, Señor Droolcup (Hank Worden) en la serie original.

-Nadine se reconecta con Dr. Amp, antes conocido como el Dr. Jacoby, cuando él pasa con el auto por su negocio de cortinas y ve en la vidriera una de sus palas doradas. Tienen una especie de semi coqueteo, Nadine como una fan y Jacoby como un no muy humilde famoso (“somos nosotros contra ellos” le dice). Luego le cuenta a Nadine la última vez que la vió, siete años atrás, mientras ella gateaba para buscar una papa en el suelo del supermercadouna salida surrealista que se las arregla para contar lo lejos que llegó Nadine. Es quizás una de las pocas habitantes de Twin Peaks que ha logrado tener éxito, o así parece.

-Audrey describe la casa de la que no se puede ir como “parecida a Ghostwood”, referenciando tanto el bosque laberíntico que rodea Twin Peaks como el emprendimiento que su padre, Ben, intentó hacer funcionar en la serie original.

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