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SSIFF (III) – Conversación afuera del Victoria Eugenia

Por Nicolás Auger

Salgo al mediodía del teatro Victoria Eugenia. He visto el primer pase de Un beau matin, la última de Mia Hansen-Løve. Me ha emocionado pero estoy un poco confuso por el final, que no me ha gustado. Hoy tenía esperanzas de escribir una crítica positiva pero no me siento del todo motivado con esta película. Mientras le doy vueltas, desperezo mi cuerpo agarrotado; he visto demasiadas pases en este teatro y las butacas son, pese al agradable forro de terciopelo rojo, rígidas tablas de madera. A unos metros de mí, cerca de la calzada, hay tres personas haciendo aspavientos: quizás hablen de Un beau matin. Bajo las escaleras del teatro y me reclino contra una pared cerca de ellos. Saco el teléfono del bolsillo de la gabardina y tomo notas haciendo ver que chateo con alguien (qué fácil es espiar hoy en día), de vez en cuando levantando la mirada para ir conociendo sus rostros. Por describirlos en un trazo o dos, diría que el curioso grupo está formado por un crítico divorciado, un cinéfilo a punto de ser padre y una joven aspirante a directora (que de ahora en adelante llamaremos CD, CAP y JAD respectivamente). Parece que efectivamente hablan de la película y que se encuentran en un punto avanzado de la conversación, que empieza a caldearse. Esto es lo que logro oír:

CAP: …como digáis, pero a mí este es el tipo de pelis que me gustan realmente, las que hablan de la vida tal y como es. Es que a mí cuando me empiezan a poner líos que si ahora tenemos neo-órganos, que si la cirugía que es casi un acto sexual… prefiero algo simple, no sé, con lo que me pueda sentir identificado, ¿sabes? Una madre llevando al cole a su hija, el abuelo que se hace mayor, una historia de amor inesperada…  Eso sí, con el final se ha echado todo a perder. Fijo que la película de Jonás Trueba tiene uno más original… Oye, ¿no queréis tomaros un café?

CD: A ti te gusta el cine -y perdona que te lo diga así pero tenemos confianza- que te lo da todo masticado. Uno debería ir al cine para salir de sí mismo, soñar y recobrar las horas perdidas en un mundo que nos roba el tiempo constantemente. O al menos para eso voy yo, para olvidarme un rato de mis problemas. Por eso me parece una cursilada esto de hacer filmes tan recreativos de la vida. Por mucho que uno se esfuerce es artificioso tratar de parecer tan natural; prefiero un cine con una voz más propia, más artificioso, que busca alternativas a nuestro mundo decadente. Ya somos conscientes de que vamos a ver algo artificial, no hay que preocuparse de disimularlo. Además que, después de Rohmer, ya no tiene sentido hacer esto. 

CAP: No empieces. Eres como mi novia, de verdad: que se enfada si una peli no le gusta.

CD: No empiezo, hombre. De todo su cine esta es la que me ha parecido más floja. Empieza fatal y termina fatal -perdonad que lo diga tan rotundamente-, con eso de subir las escaleras hasta Montmartre como si fuera una metáfora de la superación de los problemas… y luego los tres mirando juntos las vistas. “Ya lo han dejado todo atrás”, eso quiere que pensemos, que la vida es un cuento azucarado. De verdad que cuando los filmes y los personajes parecen tan obvios… Y además ya contamos más de cien años de historia de cine como para filmar a Léa Seydoux diciendo alto y claro el nombre del filme, como para justificar que se llama así. ¿Y tú qué dices? Estás muy callada.

JAD: Pues no sé… a mí me parece que Sandra es un personaje complejo y por eso muy vivo. Es difícil encontrar protagonistas que abarquen todo el espacio comprendido entre la tristeza y la euforia, que en vez de representar las notas más extremas de nuestras emociones exploren sus bemoles. De todas formas me parece increíble que condenes una película por el final cuando ha tenido una hora y media tan brillante. Vale que el final no es nada del otro mundo, ¿pero el resto qué? He estado media película con los ojos llorosos. ¿Cómo podéis hablar de un momento tan breve y sin embargo no mencionar todas las escenas que retratan la soledad de una madre viuda y joven como Sandra, las idas y venidas de Clément como padre casado en dos relaciones o el síndrome de Benson que va carcomiendo a Georg?

CAP: Pero si tú ayer hiciste lo mismo con Dans le nuit. Te cargaste la peli solo porque odiaste el final. 

JAD: Eso no tiene nada que ver. ¿De qué te ríes? Lo digo en serio. Además, creo que hablar crudamente de los geriátricos es algo que nadie ha hecho hasta ahora. A parte de buena, la película me parece necesaria porque cuando alguien filma un tema comúnmente ignorado como el de la decadencia de los geriátricos, inevitablemente se te queda clavada esta imagen y gracias a eso empiezas a darte cuenta de lo horribles que son estos lugares y a tener un punto de vista sobre el tema. ¿Os habéis fijado en todos los abuelos que intentan colarse en la habitación? Realmente es así, así es como son estos lugares, llenos de gente desorientada y que parecen zombis. Pero es que, más allá de eso, me parece que es una película que va sobre las relaciones humanas y todo eso lo puedes leer en la cara de Sandra. Con esas bolsas en los ojos… transmite todos los altibajos que está viviendo.

CD: Pues a mí justamente me parece que la vemos demasiado, que su rostro empacha la historia. De hecho, podría haberse terminado mucho antes, en vez de filmar los mil trayectos por París que hace la protagonista.

JAD: ¿Qué crees, que esos trayectos estaban ahí porque sí? No te atrevas a escribir eso en tu blog. 

CD: No te preocupes que no voy a hablar de este filme.

JAD: Quizás tampoco podrías hacerlo, porque cuando te pones a hacer una crítica negativa tienes que dar razones de peso -aunque acabe pareciendo que odies la película-, no puedes decir simplemente que es mala o quedarás en ridículo. Y a la hora de buscar esos argumentos te fallarían las palabras porque te darías cuenta de que le has cogido manía solo por el final, y que el resto no estaba tan mal. En fin, ya que el crítico no va a hablar de la película lo haré yo. Esos trayectos están ahí por algo. De hecho, casi son lo más importante de la película. Tú dices que empieza fatal pero a mí me parece que asienta perfectamente el tono de lo que vamos a ver. ¿Recordáis el primer plano? Es Sandra sola, caminando afanosa por una calle a las nueve o diez de una mañana otoñal, bañada por un sol acariciador. A mí me parece que es entonces cuando se muestra alto y claro el nombre de la película y no cuando tú dices -pero algunos solo se quedan con los diálogos en vez de leer las imágenes-. ¿Cuántas escenas más así tenemos? Por lo menos diez o más, porque es la forma más precisa de describir a Sandra en el film, como alguien entregada y solitaria, que no se ha rehecho desde la muerte de su marido y que intenta recuperar el sentido de su vida yendo de un lugar a otro a cuidar de aquellos que la necesitan como su hija o su padre. Y aunque su hija finja una cojera, o su padre no pueda ni andar dos pasos por la enfermedad, ella es infatigable y nunca para de viajar custodiada por ese dulce oboe (ya que tanto criticas, no hablas de esa música preciosa, ¿no?). Su personaje hubiera sido mucho más plano de no haberse desplazado en todos esos trayectos, ya que en ese caso sería una mujer indolente que recibe bofetadas de la vida en cada escena. 

CD: También la empotran contra la pared…

CAP: Ese momento me ha encantado, ojalá pudiera volver a vivir esa sensación de enrollarte con alguien por primera vez… 

JAD: Eso sí os ha gustado, entonces. Vaya tíos. ¿Y la sobreimpresión del leopardo marino en la cara de Sandra mientras duerme? No hace falta que digáis nada, por vuestra el principio de sonrisa en vuestras caras veo que también os ha parecido un momento tierno y una solución original para mostrar un sueño con un leopardo marino. Y ya solo por añadir otra de las virtudes de la película, mencionaré la escena en que oímos la voz de Clément leyendo los SMS que envía a Sandra. Es un detalle que podría haberse resuelto de forma convencional, como por ejemplo filmando a Sandra leyendo los SMS o bien encuadrando la pantalla del teléfono, ¿no? Pero en vez de eso tenemos varios planos de ella en su habitación oscura, tumbada en su cama acompañada de Clément en off. La voz nos remite al momento en que se han leído los mensajes, mientras que el e ncuadre casi vacío y la luz tenue de la habitación nos muestran el impacto desgarrador que han tenido sobre Sandra. Una idea que conjuga, mediante imagen y sonido, pasado y presente, causa y consecuencia en un mismo plano. Una obra con tantas ideas sencillas y originales no debería menospreciarse tan rápido, sobre todo hoy en día que cuesta tanto encontrar películas con un poco de espíritu. Tal vez deberíamos esperar un poco antes de condenar una película porque el final no nos ha complacido, especialmente si lo que viene antes vale la pena.

Después de esta intervención guardo el móvil, me alejo del grupo y empiezo a caminar siguiendo el río. Ya no tiene sentido seguir transcribiendo esa conversación, porque ni el crítico ni el cinéfilo hubieran podido añadir algo a ese discurso tan vehemente y creo que ni yo ni toda la multitud que se ha congregado alrededor de la joven tampoco. Además tengo la película de Jonás Trueba en media hora (intuyo que al crítico divorciado no le gustará porque también dicen el nombre de la película nada más empezar). Pero creo que voy a cancelar mi entrada. Me apetece despejarme, revisar mentalmente Un beau matin. Ahora que lo pienso es cierto que, más allá del final, hay momentos que me han gustado mucho. ¿Se podría condenar esta crónica por despedirse aquí mismo sin más, sin haber expresado una opinión original o sesuda?

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