Search

Cuarentena 2 | Novios de mierda y vestidos recauchutados

Por Lucía Salas

True Heart Susie / Stage Struck

“La cosa más importante en las películas es la humanidad. [Los otros objetos] son hermosos solo si los asociamos con la humanidad en una forma hermosa. Una calle puede sernos recordada como una bella calle. Si nuestros sueños de la gente que conocimos y amamos en esa calle son hermosos, esa calle nos parecerá hermosa. Es lo mismo con todo lo demás. No hay nada en la vida más que la humanidad”.
D.W. Griffith, citado por John Dorr en The Griffith Tradition

True Heart Susie (Griffith, 1919) comienza con esta placa, oportuna en tiempos de cuarentena:

Susie (Lillian Gish) es huérfana y vive en un pueblo con su tía. Está enamorada de William, otro chico del pueblo, y da por sentado que se van a casar. Como ese es su proyecto en la vida (el único que puede tener, ya que la película transcurre durante los primeros años del siglo XX hasta llegar al presente, 1919) decide vender a su mejor amiga Daisy (una vaca lechera) para pagarle la universidad a William, oculta tras la identidad de un donante anónimo. Después de sufrir un poco entre niños ricos, William vuelve al pueblo hecho un señor. Es entonces que aparece una segunda chica, Bettina, que también es huérfana, vive con su tía y tiene el mismo proyecto que Susie: casarse con William. Bettina no está enamorada de él, pero está harta de trabajar mucho y ser pobre. 

Si hay algo transparente en la película de Griffith es que William es bastante poco especial. No hay escenas que tengan como centro el placer de verlo ser, como sí las hay con Bettina y Susie. Bettina dedicó su vida a aprender a seducir, Susie dedicó su vida a mantener económicamente a William en secreto y él simplemente está ahí. Su presencia es una especie de pesadilla con la que la película genera una distancia entre cómica y terrible, porque ambas mujeres están condenadas desde la primera placa a simular que eligen lo que no les queda más opción que agarrar. Susie está condenada a convencerse de que William es un amor o no casarse nunca, y Bettina tiene que anular su personalidad (inteligente, graciosa y divertida) para tener un techo sobre su cabeza. 

Susie y Bettina sufren a través de objetos y viven a través de su gracia. ¿Un vestido es bello porque sí? Una buena parte del dolor de Susie, que ve cómo va perdiendo a William contra Bettina, está en los vestidos. No solo no tiene plata para comprarlos sino que no tiene el conocimiento ni el desparpajo para llevarlos con comodidad, algo de lo que Bettina hizo un oficio. En una serie de acciones paralelas que terminan de condenarla a estar sola, decide dar pelea con seda y maquillaje: poco antes había visto a Bettina besarse con otro hombre y, creyendo que eso pondría fin a los planes de casamiento, va a casa a cambiarse y maquillarse. En el tiempo que tarda, Bettina entra a la casa, le dice que sí a William y celebran el compromiso. Ya de vuelta en casa, Susie borra una y otra vez lo que escribió en su diario íntimo, como si así pudiera borrar sus deseos pasados y futuros. Ya casados, Bettina está condenada a tener que interesarse por un pedazo de carne fría que le da igual y, en medio de una fiesta a la que va a escondidas, una llave que se le cae del bolsillo le cuesta la vida. 

En la película los objetos son importantes porque hay una jerarquía entre los personajes que tienen contacto con las cosas y los que no. Esta jerarquía equilibra la estructura de la pequeña sociedad que muestra la película, porque son las chicas las que tienen ese contacto. Su importancia es la importancia del detalle, no solo del plano detalle (pocos y absolutamente precisos) sino de cómo actúa cada personaje frente a objetos inanimados y cómo de repente esos objetos se vuelven preciosos para quien los mira. La importancia del tacto entre los personajes y sus cosas es lo que vuelve drama al drama pastoral, lo que mueve las escenas hacia adelante, el desvío de atención de una relación entre dos personas que se construye y se quiebra hacia un objeto, que rebota de vuelta hacia la relación, y así gira la rueda. Los únicos objetos que William tiene son ajenos: cartas y carne seca.

En The Griffith Tradition John Dorr habla sobre cómo el cine americano tiene como influencia fundante a D.W. Griffith, y cómo luego fue reemplazada por una segunda, la de Murnau, que desplazó la continuidad de la primera influencia hacia directores que se dedicaron más a la clase B. Entre los primeros herederos de Griffith Dorr nombra a Allan Dwan, quien se mantuvo más tiempo que nadie en esta tradición. Muchas de las escenas de sufrimiento a través de objetos de Stage Struck (Dwan, 1925) recuerdan a las de True Heart Susie. La película comienza con una secuencia en color en la que una gran actriz (Gloria Swanson) pasa por una serie de escenas glamorosas con intrigantes cambios de vestuario. La secuencia termina cuando a Jenny se le cae un plato de porotos que tenía en la bandeja y deja de soñar despierta. En su fantasía en color cada escena es un poco más delirante que la anterior. El aumento de su fama se materializa en vestidos cada vez más estrafalarios y decorados cada vez más repletos de objetos. Las películas con las que Jenny fantasea parecen más películas de Cecil B. DeMille que de Allan Dwan. La calidad de la carrera de una actriz se mide por la cantidad de valores de producción que le ponen alrededor: una gran actriz es a la que llaman para protagonizar grandes dramas históricos, hasta el punto que la última imagen de la fantasía es ella haciendo de Salomé, con la cabeza de Juan el Bautista en la bandeja. Cuando Juan se convierte en unos porotos vemos que Jenny es moza y trabaja en un bar de trabajadores, cargando bandejas pesadísimas todo el día. Está enamorada de Orme, un tarado que solamente hace los panqueques frente a una ventana para atraer clientas. Como William, Orme es abiertamente un pésimo partido. Jenny tiene un proyecto que es ser actriz, pero no es muy buena. La que es buena es Swanson, que se la pasa haciendo piruetas bajo la excusa de que Jenny es torpe y se vive tropezando y desbalanceando. 

En una de las escenas más sufridas de la película, Jenny intenta copiar el estilo de una actriz que desembarcó en el pueblo con una compañía itinerante. Como ella también invierte todo su dinero en su supuesto novio y no tiene un peso, se pone a modificar la ropa que ya tiene para hacerla parecer a la moda. Hay un dolor material en ver a Jenny mutilar lo poco que tiene por un día de campo, un dolor que enseguida se transfigura en dolor físico. En el plano más aterrador de la película Jenny se depila por primera vez las cejas, una por una, por un tipo cuya gracia es tirar por el aire pedazos de masa a medio cocinar. ¿Tiene alguna opción? No lo creo. En el final, Jenny y Orme tienen su propio negocio (de panqueques), más pequeño que el café de trabajadores donde vivían antes y con muchos menos clientes que atender, por lo tanto con bandejas menos pesadas. ¿Menos es más? Para Jenny, Susie y Bettina menos es menos y más es menos también.

True Heart Susie (1919)
https://www.youtube.com/watch?v=2whjaWXlz2g

Stage Struck (1925)
http://mogambo1924.blogspot.com/2020/02/stage-struck-de-la-cocina-al-escenario.html

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Recomendados: