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Punto de Vista 2023 (02) – Selección oficial, segundo programa

Por Astrid Villanueva Zaldo

En la Sección Oficial de Punto de Vista se suelen proyectar dos películas en una misma función. En el Programa 2 de esta edición se exhibieron El polvo ya no nubla nuestros ojos del Colectivo Silencio, formado en Perú a partir de un taller de cine político durante la pandemia en 2020, y Tótem, de la Unidad de Montaje Dialéctico, un colectivo artístico que desde 2021 ha realizado ensayos cinematográficos interesados en los principios del cine y en la política de mercado contemporánea. 

En la primera parte de la función se proyectó El polvo ya no nubla nuestros ojos (2022). La única película del Colectivo Silencio partió de una pregunta sobre las condiciones de vida de Perú cuando la declaración de independencia estaba cerca de cumplir 200 años. Para producir el documental, los miembros del colectivo reunieron textos de dirigentes campesinos, periodistas, activistas y ecologistas que concentran reclamos sociales irresueltos y que hacen referencia a la violación del derecho a la vida, a la tierra, a la libertad de expresión, entre otros. En una segunda etapa de la producción, el colectivo discutió sobre quiénes podrían leer esos documentos frente a la cámara de cine de Super 8 mm. Como resultado, tanto los lugares de la ciudad en que los textos son interpretados, como las personas a las que escuchamos leerlos, guardan relación con sucesos del pasado reciente en que los derechos fundamentales de los peruanos han sido violados. 

Una de esas lecturas la realizó un defensor de la Reserva Ecológica de Chaparrí. Frente a la cámara, aquel hombre prestó sus palabras a la voz de uno de sus compañeros asesinados; el documento está escrito como si fuese el activista asesinado quien exige al presidente de Perú justicia para los defensores de la tierra, como si fuese él mismo quien reclamase la aparición de sus compañeros desaparecidos. En aquel momento de la función, un viento de ternura corría entre los asistentes de la Sala Cámara. 

Antes de comenzar la proyección de la segunda película se encendieron las luces de la sala y pude ver que la mayoría de los asistentes eran personas jóvenes, contemporáneas de los miembros del Colectivo Silencio y de las dos colaboradoras que, con la Unidad de Montaje Dialéctico, realizaron Tótem (2022). Por eso mismo, la blancura del pelo del cineasta Peter Nestler resultó una excepción visual entre el público asistente.

En Tótem, dos narradoras describen una clasificación de los sistemas de desaparición forzada que emplea el Estado y el crimen organizado en México, sin que los límites entre uno y otro sean claros. La ininterrumpida narración sonora coexiste con imágenes televisivas, largos y amplios planos de estructuras industriales de acero y concreto que, debido a su tamaño, es sencillo confundir con maquetas. Vemos también montañas, planicies extensas y el río Grijalva. 

Una vez establecidas las tipologías de la desaparición forzada, las narradoras se concentran en la labor de las buscadoras de personas desaparecidas; el documental adquiere entonces el aspecto visual de un negativo no revelado: escala de grises, tonalidades plata y blancos luminosos. Las buscadoras son madres, hermanas, hijas, padres, primos y amigos de personas desaparecidas en México. Mientras vemos piezas prehispánicas de la colección del Museo Nacional de Antropología, la narración describe y analiza los métodos desarrollados por personas que han adquirido experiencia al develar fosas clandestinas e identificar restos humanos en la búsqueda de sus familiares. 

Hay también una breve alusión al jefe del Ejecutivo. Resulta desconcertante escuchar, precisamente en esta película, sobre el esfuerzo del actual presidente de México por hallar un monolito de la civilización olmeca que se supone cayó al fondo del río Grijalva. Esa anécdota acerca del rastreo de la cabeza olmeca se desarrolla esporádicamente, en montaje paralelo, durante la narración que analiza los sistemas de desaparición forzada y los métodos de búsqueda empleados por familiares de las personas desaparecidas. En El polvo ya no nubla nuestros ojos vemos y escuchamos a las personas que han padecido las violaciones sistemáticas a sus derechos fundamentales; a través de sus voces se representan a las personas asesinadas o desaparecidas. Tótem, por el contrario, no da voz a los desaparecidos, no les da una imagen; de hecho, el vocabulario propio de las ciencias sociales que usan las narradoras genera una peculiar extrañeza con relación a las imágenes y las acciones que describen. Ambos documentales muestran dos caminos disímiles para representar la ausencia, porque surgen de realidades distintas: el Colectivo Silencio y la Unidad de Montaje Dialéctico encontraron su forma de narrar a partir de una realidad concreta: la vida que se vive en Perú y en México, realidades de las que emergen aspectos más allá de su formación como naciones modernas.

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