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Mar del Plata 2019 (03) – Las películas de John M. Stahl

Por Lautaro Garcia Candela

La retrospectiva de John M. Stahl está creando un pequeño culto entre los cinéfilos aquí en Mar del Plata. Este director estadounidense del período clásico estaba en la mesa de saldos del panteón de Hollywood hasta que Boris Nelepo, encargado de las retrospectivas más interesantes de los últimos años del Festival, juntó estas copias milagrosas en un prístino 35mm y las trajo al Teatro Colón. Si han pasado alguna vez por las librerías de la Avenida Corrientes saben que se encuentran cosas muy buenas en las mesas de saldos. 

Las películas de Stahl son melodramas disfrazados de comedias. Es bastante impresionante el paso repentino de un registro a otro. Empieza con una situación leve, juguetona, típica de la comedia de enredos de la época, y en el desarrollo del relato va deslizando los puntos conflictivos, oscuros. La estructura de la mayoría de sus películas podría dividirse así: los primeros dos tercios comedia, el último tercio drama. Ambas partes valen por separado pero su unión las extraña mutuamente, y hacen que su tono sea realmente particular. Es el trabajo de un mago no por lo increíble, sino por el manejo de nuestra atención, desviando nuestra mirada a un punto mientras trabaja escondido, sin que lo veamos. 

En sus películas el contexto es bastante concreto. En When tomorrow comes todo desemboca de un reclamo gremial de unas camareras que exigen mejores condiciones laborales; en Imitation of life el drama proviene principalmente de las segregación racial; y en Letter of introduction el problema es el qué dirán de la prensa y el chusmerío del espectáculo; Leave her to heaven se resuelve con algunas influencias de la política. En ese contexto los personaje plantean situaciones que son realmente irreconciliables, de fuerzas nobles e igual de atendibles. Todos tienen sus razones.

Hay motivos, repeticiones, en sus películas. No es un pequeño terrorista que pone pequeños estallos formales para hacerse notar; es un director discreto. Boris Nelepo hacía especial énfasis en las aparición de tormentas: una imposición climática que aisla a los personajes y los hace accionar. Es un buen resumen, abstracto, de las fuerzas que operan en su cine. Los personajes hacen lo que pueden en un contexto de convenciones sociales prohibitivas, amores cruzados, de deseos que no son del todo propios. Todas las películas siguen teniendo pasadas en el Festival y este texto es una excusa para invitarlos enfáticamente a que vayan. Todo el viaje a Mar del Plata se justifica si ven When tomorrow comes.

Otra película que pude ver estos días es I was at home, but… de Ángela Schanelec. Requeriría más tiempo (y espacio) pensar la relación con los materiales que la componen (flashback al texto anterior), así que sólo voy a usar una pequeña idea que surge en una charla entre la protagonista y un pobre director de cine. Ella le recrimina poner en escena a un actor (que es pura ficción) con un enfermo terminal (que lleva en su cuerpo la enfermedad, algo imposible de actuar). Dice que en ese caso la mentira y la verdad no entran en dialéctica y que simplemente se vuelve todo mentira. No estoy seguro de estar de acuerdo, pero es una tesis poderosa. Rumiando me quedó esa idea y ahora que la pienso con las películas de Stahl tiene un sentido: ¿cuántas veces nos sentimos estafados con películas del mismo período cuyo final es abrupto, consolador, fruto del Código Hays? Ese grado de convención, de exigencia externa, anula toda la verdad que podría haberse llegado a construir. Los finales de Stahl son todo lo contrario: los últimos planos de sus películas se cierran sobre los rostros de los personajes, mensurando todo el daño de la aventura trágica que se acaba de narrar. 

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