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Mar del Plata 2017 (06) – Los corroboradores / Mrs. Hyde

Por Lautaro García Candela

Buenos días, o buenas noches, como gusten. Quizás es el viento frío que corre por las calles de Mar del Plata, pero se me confunden las cervezas que vienen después de las funciones con la sala de periodistas, el Wi-Fi prestado y el olor a café, medialunas y desidia. Es todo, diría, la misma experiencia, sin llegar a distinguir entre las obligaciones y cierta idea difusa del placer. Por la parte del trabajo, nuestra idea en La vida útil era adentrarnos en los confines de la Competencia Argentina. La primera que vimos en la mañana fue La nostalgia del centauro, de la cual no tengo muchas ideas claras más allá de lo alegórico de su título. Por suerte está Sonzini que salva esta revista y la vio con un nivel de detallismo envidiable. Suscribo a lo que dirá en su diario. Esa primera película se engrandece frente a Los Corroboradores, una especie de falso documental con una base argumental real. La tesis, que en realidad no tiene nada de alocada, es que hay una conspiración para que Buenos Aires sea -literalmente- una sucursal de París en Latinoamérica. Hay una periodista que supuestamente accede a esa información a través de un uruguayo paranoico que la contacta. Su testimonio, como si fuera una testigo protegida, está intercalado con sus aventuras filmadas en una cámara en primera persona, y también con entrevistas con gente que aparentemente son especialistas en sus temas y van reponiendo información faltante a la manera de un documental clásico. Esas líneas, la supuestamente objetiva y la parte aventurera, van nutriéndose en lo argumental pero van mermando todo su potencial narrativo, diluyendo cualquier punto de vista posible que uno pudiera adosarle a la película. Es como si quisiera ser muchas cosas pero sin lograr afirmarse en ninguna.

A la salida del cine había un consenso generalizado en que podría formar parte, o al menos ser un episodio, de Historias Extraordinarias de Mariano Llinás. Compartían la pasión por la voz en off y las narraciones exuberantes. Pero yo diría que ni eso. La inventiva visual de HE que explota cada borde del encuadre para sacar excusas y contar historias a partir de eso, en esta película funciona casi a la inversa, de manera ilustrativa: cada imagen acompaña demasiado armónicamente la idea que está por arriba. La noción de exceso que existe a nivel argumental se contradice con cierta teleología del relato, en el que funciona todo demasiado aceitado. Hubiésemos necesitado más inventos inútiles, más pistas falsas, más detalles que hagan tambalear al verosímil. Quizás todo esto sea así porque en el fondo su director tiene las ideas muy claras acerca de la concentración de poder en las élites culturales y su espíritu tilingo. La conspiración de Los Corroborradores tiende a volver literal algo que es más problemático pensarlo cuando es una sospecha. La ficción puede funcionar como condensador de un tiempo histórico cuando se cruza con algo realmente particular, personal: la falta de atención a ese detalle es lo que hace que perdamos el foco de la conspiración que nos quieren hacer creer.

Pasemos a lo importante. Mrs. Hyde, de Serge Bozon, con Isabelle Huppert y un elenco juvenil estelar, probablemente sea una de las películas más disfrutables del festival. La profe Géquil no dio pie con bola en sus 35 años de enseñanza: no la respetan ni sus alumnos ni los otros profesores, no puede hilar dos frases con sentido. Nadie niega que sabe, y todos la alientan de alguna u otra manera. El castigo, bullying, al que se dedican los pibes contra su persona es muy dedicado y original, igualmente cruel. Asistir al inquietante desmoronamiento de cualquier idea de respeto en el aula, que probablemente tenga que ver con el estado de la educación en Francia -aunque sea imposible de comprobar-, está correctamente balanceado con el sentido del humor a prueba de balas de Bozon, que no cede ante ningún arranque de miserabilismo. Gran parte del mérito, hay que decirlo, lo tiene Huppert, que invierte su rol habitual y, en vez de ser fría y distante, trata de empatizar con sus alumnos a toda costa.

Bozon es de la junta de Pierre Léon, Eugène Green y muchos más: ese gusto, con bases en Portugal, por el absurdo y la invención se nota en ese container en el que Géquil hace unos experimentos rarísimos y tiene su accidente, ese que le da superpoderes. El tono seco y la puesta en escena extrañada -más bien alejada- le sienta bien a la hora de mostrar conflictos sociales -como la escena del rap- y momentos que podrían estar en una película de superhéroes. Toda moraleja se mantiene al margen, aislada por las propias particularidades de los personajes y de los temas que tienen en sus conversaciones: se explican procesos matemáticos con la precisión justa como para que uno pueda entenderlos y no ser una metáfora de otra cosa.

Y este párrafo va en homenaje a Agustín Rayneli, que a la salida nos explicó una idea brillante sobre la película que creo que entendí y voy a tratar de describirla. El mérito de Mrs. Hyde es su acercamiento al absurdo desde una posición casi filosófica. En la novela del siglo XIX dominaba el realismo -o naturalismo como el de Émile Zola-, que a través de una tercera persona explicaba una visión clara del mundo, casi científica. Después el estilo se empezó a enturbiar y los narradores en primera persona daban una idea más misteriosa de lo que tenían alrededor y ponían en duda lo narrado. A éstas últimas pertenece la novela en que se basa Mrs. Hyde, El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Stevenson. Pero el doble irracional de Jekyll, científico, podría explicarse en sus términos. Por tal reacción química, pasa esto otro, y etcétera. Lo ridículo del asunto es que el personaje de Huppert, del lado del conocimiento y el iluminismo, se convierte en una bola de fuego totalmente ridícula, imposible de explicar. Y así la filma Bozon, sin ánimos de entenderla. Y sin embargo la película termina siendo casi una fábula moral acerca del aprendizaje y la autosuperación, lo que lo pone en un enredo. En esas luchas está Bozon, que creo que termina estando del lado de la erudición, aunque mirándola con desconfianza.

5 Comments

  1. “Esa primer película se engrandece frente a Los corroboradores”.

    Se escribe “esa primera película”. Hasta Battle lo escribe bien.
    Muy bueno todo, me encanta la revista.

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