Este año que pasó tuvo grandes acontecimientos. El mundo insiste en que la historia no se terminó y que estos tiempos merecen ser vividos con arrojo e inventiva. ¿Estuvimos en crisis? Lo estamos. Eso, eventualmente, puede aflojar los lazos entre las palabras y las cosas. Es una oportunidad y una responsabilidad, sobre todo en Latinoamérica. Este año fue como si todo lo que se estaba esbozando en el pensamiento durante la década hubiese encontrado su carnadura (desde el ambientalismo, el feminismo, la lucha por las disidencias, la preocupación por la privacidad on-line, el big data y tantas otras cosas). En este panorama, ¿qué sentido tiene la crítica?
Como revista tenemos la oportunidad de hacer contrapeso frente a los discursos que proliferaron en toda polémica de la actualidad a favor de un consenso casi siempre coyuntural y tendencioso. La crítica debería poder hablar en otros términos, que no sean los mismos que la película o la publicidad o la prensa proponen. No solo con los tanques de Hollywood sino también con el cine independiente, y especialmente el argentino, avalado en los festivales más importantes del mundo pero sin una crítica que explique ese fervor o lo discuta. Lo demás es silencio, que se parece bastante a la asociación ilícita, para usar un término que apareció últimamente en los portales de noticias. El cine, especialmente el que vive en y de los festivales, pareciera estar cada vez más alejado del mundo, delante y detrás de cámara. Una de las tareas de la crítica, de cara a esta década que comienza, es la de acercar nuevamente el mundo al cine y el cine al mundo, es decir, que las ideas que surgen de pensar una película nos lleven a pensar el mundo y que nuestras experiencias vitales influyan en la forma que tenemos de ver y pensar el cine.
A pesar de la crisis empezamos a sacar nuestra revista en papel. Es algo que a todos los que participamos nos marcó profundamente. Estamos muy contentos (orgullosos también) con lo hecho pero sobre todo con lo que se viene. Hay tantas películas por descubrir, tantos textos por escribir, tantas personas que conocer y charlar que no damos más de la ansiedad. El aprendizaje más grande fue entender que la única manera de hacer la revista es abriéndonos al mundo. Pensarla no como una plataforma para dar a conocer nuestras ideas, sino como un espacio en el que podemos recibir a muchos invitados para nutrirnos de sus pensamientos. Esta encuesta quizá sea la ilustración más clara de esa idea.
Así aprendemos también: una categoría resistida o puesta en cuestión fue la de flautazo (agradecemos a los españoles de Telegram -Fernando Ganzo, Álvaro Arroba, y otros- por el término), que es una película buena de un director que no pensábamos capaz de hacer algo así. La mayoría no se sintió tan cómoda pensando de esa manera, lo que da a entender que nuestra forma de pensar es deudora de la política de los autores, según la cual importa más una película mala de un autor que una buena de alguien sin rasgos característicos. A nuestro entender, esas categorías pueden obturar la vista: las películas se enfrentan a una materia cambiante, viva, imposible de ser moldeada por una sola persona. No todo lo totalmente consciente implica un salto cualitativo. En las charlas sobre la encuesta en nuestro grupo surgió Pitch Perfect, una película alegre, rigurosa y lúdica, hecha por un artesano entusiasta que probablemente no vaya a hacer algo igual. Hay más ejemplos.
No hay razón para ceder ante el pesimismo. Cada nueva película, cada nuevo texto que aparece es la cifra de un nuevo comienzo. Tenemos muchas cosas en común y no mucho tiempo para compartirlas. El próximo número saldrá en marzo de 2020 y la mayor parte la ocupará un especial sobre la década que pasó. Estos fueron los años de nuestra entrada a la cinefilia: para nosotros es indivisible el aprendizaje sobre la historia del cine de lo que vivimos en festivales y cineclubes, acompañando los grandes hitos de lo contemporáneo. Es un movimiento en dos direcciones, que se retroalimenta. Lo que podemos decir sobre estos años es básicamente lo que podemos decir sobre el cine. Es un recorte quizás demasiado grande, pero como dijimos antes, la pluralidad es un método que encontramos para no apunarnos. En una especie de pedido de ayuda, les pedimos a nuestros amigos que también hicieran su recorrido personal por la década. Solo tenemos palabras de agradecimiento para los que nos ayudaron y nos ayudarán. Bienvenidos.
Lautaro García Candela
Una película: Once Upon a Time… in Hollywood
Una canción en una película: Adam Driver cantando “Being Alive” en Marriage Story. Si la mayoría del tiempo (recordar la escena-meme de la piña a la pared) está actuando para el lucimiento, cuando canta parece encontrar otro procedimiento, más nervioso e implosionado. Canta como si no quisiera, en sordina, encontrando una verdad emocional más cerca de la disolución más que del estallido. Como en Meyerowitz, los personajes se llevan mejor con la música que con las palabras.
Un doble programa: Long Shot, de Jonatan Levine y Holiday, George Cukor
Este año me di cuenta de…: ¡La crítica sirve! Hubo un acto de la política, bastante alejado del cine, que encumbra el acto de la crítica entendido como disenso. Una mañana de abril nos despertamos con una noticia: Cristina Fernández anunciaba que se postulaba como vicepresidenta y que le dejaba la responsabilidad mayor a Alberto Fernández, un político que había pertenecido al riñón de su marido, Néstor Kirchner, y que luego se había distanciado por razones políticas, morales, etc. Después de eso, Alberto fue crítico con los gobiernos de Cristina hasta lo irreconciliable, como los medios opositores se encargaron de remarcar. El anuncio fue una sorpresa porque todos asumíamos que ella como líder nunca habría de delegar el alto mando. Esas críticas la ennoblecieron. El tiempo dirá si todo fue una jugada para limpiarse y presentar una falsa autocrítica, o si realmente entre la crítica y el hecho puede existir una convivencia retroalimentada.
Un texto: Este año publicamos dos revistas en papel con La vida útil y seguiremos haciéndolo el año que viene. El ejercicio de leer a mis compañeros, charlar sobre sus textos, editarlos, y tratar de encontrar soluciones para problemas que a priori no lo tenían fue algo que me sirvió mucho, en muchos niveles. Esos fueron mis textos favoritos.
Pero más concretamente, el texto de José Miccio sobre Under the Silver Lake.
Un fotograma: De lo particular a lo universal: La deuda.
La promesa del 2020 (joven director/a que consideres promisorio para la próxima década): Mis amigxs.
Película testamento de la década (última película de director que haya muerto en esta década): ¿Está mal decir que de Jersey Boys en adelante Clint Eastwood está haciendo sus testamentos? Está un poco mal porque no quiero ni pensar el día en que se muera. Pero está bien para ver las películas, que contradicen esa frase sobre la experiencia como un peine cuando te quedás pelado.
Película maldita de la década (película que haya merecido mejor suerte): Las películas de Chris Miller y Phil Lord: Cloudy with a Chance of Meatballs, 21 Jump Street, 22 Jump Street, Lego Movie. Y fueron guionistas de Spider-Man: Into the Spider-Verse. No digo que no les haya ido bien, lindas casitas en Beverly Hills se habrán comprado. Pero su filmografía es consistente y tiene motivos que se repiten. Son gente muy inteligente y muy graciosa. Una crítica más despierta ya los hubiese calificado como “autores” Aunque por otro lado, mejor: menos presión, sin la carga de mantener el prestigio. ¡Pero sigan filmando!
Flautazo de la década (una gran película dirigida por un pésimo director, una película accidentalmente buena): Me casé con un boludo, de Juan Taratuto. Casi involuntariamente pone en escena todo lo que tiene de banal la farándula argentina (y la de todo el mundo). Es imposible saber cuán auto-consciente es. Todo es artificial, mal actuado, inverosímil. Todos actuando de buenas personas mientras solo pueden mostrar su propia imbecilidad. Y esa es su verdad, no hay ejecución frustrada. En este caso la distancia entre las ideas y la realización parece bastante poca.
Una escena de la década: El final compuesto de muchos futuros posibles de El futuro perfecto, de Nele Wohlatz. El beso entre Agustina Muñoz y Elisa Carricajo en Viola, de Matías Piñeiro.
Un intérprete (actriz o actor destacado de la década): Greta Gerwig, Adam Driver, Zac Efron, Jennifer Lawrence, Anna Kendrick, Channing Tatum.
Lucas Granero
Una película: Dragged Across Concrete (S. Craig Zahler, 2019). Hay películas que están hechas como casitas, pequeñas casitas de madera, chapa, algunos ladrillos. Modestas, uno puede vivir tranquilamente en ellas. Pero hay otras, más difíciles de encontrar, que están hechas de puro durlock. Uno entra en ellas y puede escuchar el eco de sus propios pasos al caminar. Casas frías, de paredes ásperas. Megaestructuras que parece que se nos vienen encima. Así, de esa arquitectura bruta, está hecha Dragged Across Concrete. Cuando escribió sobre la película, Ramiro Sonzini la comparaba con catedrales. Para mi es más similar a un galpón gigantesco y vacío en el que se puede gritar y el sonido rebota y te pega en la cara.
Una canción: “Out of Time (stereo version)” de The Rolling Stones en Once Upon a Time… in… Hollywood (Quentin Tarantino, 2019). Las cuerdas empiezan a sonar apenas el avión está tocando el piso. Trae a nuestros héroes de vuelta a casa luego de una temporada en Roma, filmando spaghetti westerns. Rick Dalton y Cliff Booth están juntos desde hace años pero esa noche será la última que pasen como combo estrella de cine/doble de cuerpo. Los Ángeles, el espacio que fue el trasfondo de toda su amistad, se prepara para recibirlos. Paralelamente a la canción de los Stones, otra música comienza a escucharse: los ruiditos de los carteles del centro que se iluminan con la llegada de la noche. “You’re out of time / My baby / You’re of time / My love”, canta Mick Jagger mientras los neones de los cines y restaurantes le brindan a la noche angelina su particular esplendor. En una película con síndrome de gran épica como esta, los pequeños detalles importan más que cualquier cosa. Tarantino, que ama a esa ciudad igual que a sus personajes, la transforma en un mixtape interminable en el que hasta los más mínimos ruiditos importan. Tengo la sensación (podríamos probarlo) que escuchar esta película es igual de gratificante que verla.
Un doble programa: The Beach Bum (Harmony Korine, 2018) + Boudou suave des eaux (Jean Renoir, 1932). La vida mostrada a través de sus deleites. Dos expresiones de puro hedonismo, de total entrega a la experiencia de la libertad. Dos muestras, también, de lo maravilloso que es ver cómo las narrativas se tensionan y las formas se destruyen. Y otro: Parsi (Eduardo Williams y Mariano Blatt, 2018) + broulliard – passage #14 (Alexander Larosse, 2012), dos cortometrajes que descomponen la idea de plano tal como la conocemos y la expanden hacia nuevos límites que desconocíamos.
Este año me di cuenta que…: Existe una comunidad cinéfila generosa, curiosa y siempre dispuesta a ayudar. Hacer la revista nos puso en contacto con mucha gente de todo el mundo y conocerlos fue clave para seguir alimentando el deseo de continuar con esta aventura delirante.
Un texto: “Los muertos”. El autor es José Miccio, tal vez uno de los pocos críticos en la actualidad que todavía recuerdan que la crítica de cine puede ser, si se quiere, la mejor literatura. Imposible no mencionar el libro editado por el Museo del Cine: Nitrato Argentino: Una historia del cine argentino de los primeros tiempos.
Un fotograma: El plano punctum en Fourteen (Dan Sallitt, 2019)
La promesa del 2020: Cuatro películas que deseo ver: Outside Noise (Ted Fendt), Álbum para la juventud (Malena Solarz), Herbario (Leandro Listorti) y La raza de los ligeros (Paola Buontempo)
Película testamento: Jonas Mekas nos dejó Out-takes from the Life of a Happy Man. Chantal Akerman, No Home Movie. Y Raúl Ruiz se murió pero nos sigue mandando películas desde el otro plano de la existencia. Sin embargo, creo que ninguna de ellas me resuena tan fuerte como Scream 4 de Wes Craven. Allí, en esa película a la que también le vendría bien la etiqueta de maldita, Craven formulaba una serie de signos que ahora entiendo como claves para comprender la naturaleza de las imágenes y sus diversas transformaciones durante la década. Mientras tanto, en las oficinas de A24, alguien firma un cheque para la nueva película de terror del momento.
Película maldita: Road to Nowhere (Monte Hellman, 2010). Todavía falta para que podamos comprender todo su potencial. Quizás en la próxima década.
Flautazo: First Man (Damian Chazelle, 2018). Una película sobre la estremecedora sensación de descubrir paisajes inexplorados, ver a la tierra girar y volver desde más allá del cielo. Chazelle no se debe haber dado cuenta pero filmó una experiencia similar a la de Michael Snow en La region centrale (1971)
Una escena de la década: Zhao Tao bailando dos veces “Go West” en Mountains May Depart (Jia Zhang-ke, 2015). Primero en el pasado, después en el futuro, haciendo los mismos movimientos. Primero impulsada por esa efervescencia que da el suponer que la vida es eterna, después un poco agotada de vivir, pero dispuesta a confortarse con la pequeña ilusión de un recuerdo que nunca se apaga.
Un intérprete de la década: Pascal Cervo en las películas de Paul Vecchiali y Pierre Leon. Kim Min-hee pasando frío en las de Hong Sang-soo. María Villar andando en bicicleta por la ciudad en las de Matías Pìñeiro. Greta Gerwig bailando la Sambuca en Damsels in Distress, de Whit Stillman.
José Fuentes Navarro
Una película: Dragged Across Concrete de S. Craig Zahler
Una canción: El muertho TJ – “Halloween” en Nuestro tiempo de Carlos Reygadas.
-El momento John Duncan en Tinnitus de Daniil Zinchenko.
Quizás la experiencia del año en un sala de cine. No hay link disponible.
Un doble programa: The World is Full of Secrets (2018) de Graham Swon / The Curse of the Cat People (1944) de Gunther von Fritsch y Robert Wise
Dos óperas primas, Robert Wise en el caso Curse, dos cuentos teóricos de terror con narraciones oblicuas y con un objetivo eminemente popular.
Este año me di cuenta que…: Nunca me doy cuenta de nada, vivo en una constante perplejidad.
Un texto: Dejo un link a una colección de textos, en inglés, escritos por el crítico más original y radical de Cahiers du Cinema: https://theseventhart.info/2019/07/07/piges-choisies/
Un fotograma: El cine, la televisión e internet todos (y todas las miradas) contenidos en un plano de Domino. Todavía no entendemos bien a Brian De Palma, no nos olvidemos de él.
La promesa del 2020: No tengo uno en particular, si espero que Córdoba produzca en el decenio que comienza una película que salga de la norma. Herramientas y prospectos no faltan.
Película testamento: Princess Racoon (2008) de Seijun Suzuki (1923 – 2017)
Con este musical surrealista Suzuki se despidió del cine con una anti pelicula testamento. O mejor dicho se fue riendo con libertad de su historia con el cine.
Película maldita: Más maldita que Blackhat (2015) de Michael Mann no se consigue.
Flautazo: Michael Bay, el rey de los flautazos, dirigió la extraordinaria Pain and Gain en 2013.
Una escena de la década: La escena del cine en Romancing in Thin Air (2012) de Johnnie To. Una ontología de la imagen.
Un intérprete de la década: Nicholas Cage hizo 30 películas en esta década, lleva más 90 en su carrera. Es el más grande actor vivo. No el mejor, no el más talentoso, el más grande. Punto.
Alejo Franzetti
Una película: Fourteen, de Dan Sallitt. Fue la primera vez en mi vida que lloré en una sala de cine, y con eso lo digo todo.
Una canción: La canción oficial de ISIS en Past Perfect, de Jorge Jácome.
Un doble programa: A movie made of, más conocida como Una película hecha de, de Malena Solarz y Nicolás Zukerfeld + “München-Berlin Wanderung”, de Oskar Fischinger (1927 – http://www.makimono.es/munchen-berlin-wanderung/)
Este año me di cuenta que…: Una tontería interesante: Las escenas de sexo, por más mal que estén filmadas, siguen generando cierta tensión inigualable, incomodidad, silencio en la sala de cine.
Un texto: “Un episodio en la vida del pintor viajero”, César Aira.
Un fotograma: Parsi, de Eduardo Williams
La promesa del 2020: Jean-Luc Godard
Película testamento: 36 vues du Pic Saint Loup, de Jacques Rivette.
Película maldita: El misterio del conflicto, de Sebastián Lingiardi.
Un intérprete de la década: María Villar
Dan Sallitt
Una película: “Le Jeune Ahmed”, de los hermanos Dardenne. Mención honorífica para la sorpresiva y excitante “Das freiwillige Jahr”, de Ulrich Köhler y Henner Winckler.
Una canción: La versión en vivo de “Unchained Melody” de Elvis Presley que suena en el corto de Mauro Herce, “Lonely Rivers”.
Un doble programa: La vieja no es tan vieja, pero sería interesante emparejar Roubaix, une lumière (2019), de Arnaud Desplechin con Bas-Fonds (2010), de Islid Le Besco.
Este año me di cuenta que…: Mis defensas contra las redes sociales no eran tan fuertes como pensaba. O tal vez haya más contra lo que defenderse ahora… no lo sé.
Un texto: Disfruté mucho las nuevas traducciones de los ensayos de Luc Moullet en el blog The Seventh Art (https://theseventhart.info). Esta que les comparto es una polémica un tanto anticuada que peca de ser un poco incauta, pero cumple una función útil: https://theseventhart.info/2019/10/21/on-the-harmfulness-of-film-language-on-its-uselessness-and-on-the-means-to-combat-it
Un fotograma: La película “Light from Light”, de Paul Harrill, presentaba una fotografía evocadora y táctil del noreste de Tennessee, cortesía de la cinematógrafa Greta Zozula.
La promesa del 2020: Hay muchas posibilidades aquí, pero me arriesgaré a predecir un futuro brillante para el director rumano Paul Negoescu. Después de su magistral debut en 2012, “A Month in Thailand”, con “Two Lottery Tickets” de 2016, una comedia más convencional, cuyos placeres formales me llevaron a apreciar dos veces. Y luego en 2018 llegó “The Story of a Summer Lover”, una mezcla equilibrada del fatalismo contemplativo de la primera película de Negoescu y el impulso satírico de la segunda.
Película testamento: Abbas Kiarostami no sabía que estaba haciendo su última película con “24 Frames”, pero no podría haber elegido un testamento más perfecto si lo hubiera planeado. Uno tenía la extraña sensación, mientras veía la película, de que estaba diseñada para inducir en el espectador el estado interior de su creador, que hacía que Kiarostami volviera a la vida mientras lo veíamos.
Película maldita: ¿Qué tal “Avengers” (2012) de Joss Whedon? Tuvo un poco de suerte en la taquilla, pero las películas de Marvel están bastante maudits últimamente, y existe el peligro de que la historia pase por alto el logro de Whedon de hacer una película íntima y personal a partir de material que abrumaría a cualquier otro director.
Flautazo: Es una pregunta difícil para mí, porque a menudo no me gustan las películas de cineastas que no me gustan. Un posible ejemplo es Shyamal “Uncle Turn off the Lights”, de Suman Ghosh, de 2012: no estoy familiarizado con todas las películas de Ghosh, pero ninguna otra que haya visto sugiere que sea un director fuerte.
Una escena de la década: Elijamos una escena de Hong Sang-soo, ya que es ciertamente el mejor director de la década. Una gran escena que no necesita contexto es la de “Yourself and Yours” (2016), en la que los dos pretendientes de la protagonista primero se pelean y luego se dan cuenta de que son viejos compañeros de escuela, con la mujer retorciéndose en la incomodidad mientras los hombres se unen.
Un intérprete de la década: La intérprete de la década tiene que ser Isabelle Huppert: es como Marlon Brando con buen gusto en los proyectos. ¿Un intepréte que surgió en esta década? Entre muchas opciones, quizás Adele Haenel, sobre todo por su gran actuación en “La Fille Inconnue” (2016).
Matías Piñeiro
Una película: “Las Facultades”, de Eloísa Solaas.
Una canción: El tema oficial del grupo terrorista Isis en “Past Perfect”, de Jorge Jácome.
Un doble programa: “Atlantique” (2019), de Mati Diop con “The Fog” (1980), de John Carpenter
Este año me di cuenta que…: Hong Sang Soo no estrenó ninguna película
Un texto: El texto sobre John Ford de Mariano Llinás en Revista de Cine.
Un fotograma: “Parsi”, de Eduardo Williams.
La promesa del 2020: Jorge Jácome
Película testamento: “Three Landscapes”, de Peter Hutton
Película maldita: “El cielo del Centauro”, de Hugo Santiago
Una escena de la década: El Q&A en “Happy Hour”, de Ryusuke Hamaguchi
Un intérprete de la década: Vitalina Varela
Patrick Holzapfel
Una película: Bessho Tea Factory (Hori Teiichi). Esta película fue presentada por mi amigo Hiroatsu Suzuki en Fundão, durante Encontros Cinematograficos. Es una película sobre aquellos que recogen hojas de té, sobre la arquitectura del lugar remoto donde trabajan y es un musical en el que nadie canta.
Una canción: En Viena tuvimos la oportunidad de ver las películas de Margaret Tait en fílmico. Hay canciones en ellas, pero yo prefiero verlas enteramente como canciones.
‘Then sing your song without me: I shall sing
Alone. But if by accident you hear,
Listen. – In every song of loss or Spring
Are overtones for the familiar ear.’
(Margaret Tait. One is One.)
Un doble programa: Ne croyez surtout pas que je hurle (Frank Beauvais) + The Great White Silence (Herbert G. Ponting)
Dos películas sobre explorar separado por un mundo vuelto imágenes. El romanticismo británico de la muerte de Scott en el hielo y el existencialismo francés de un hombre viviendo aislado. Las dos expediciones/películas se mantienen vivas por un hambre por las imágenes, especialmente esas que no buscábamos. Y, finalmente, en ambas películas una hermosa canción para el luto por la desaparición de la luz: I see a Darkness y Abide Me.
Este año me di cuenta que…: Uno tiene que poder prolongar la incerteza.
Un texto: La letra de “Movies“ de Weyes Blood
Un fotograma: Vitalina Varela, de Pedro Costa
La promesa del 2020: En 2016 fui parte del jurado de un festival de cine de jóvenes. Le dimos una mención especial a un cineasta muy joven llamado Stanislaus Bär. Hizo una película sobre subir al techo de su casa. Una vez que estaba arriba su madre lo llamó a almorzar. Eso es todo, fue perfecta.
Película testamento: No Home Movie, de Chantal Akerman
Película maldita: No se qué significa tener mejor suerte pero si diría que el cine de Helena Trestíková merece más resonancia.
Flautazo: No creo en esos accidentes. Si creo que algunas cosas mediocres pueden significarnos mucho. Por ejemplo, vi un documental televisivo común y corriente sobre la fabricación de tweed en las Islas Hébridas que removió más cosas dentro mío que muchas grandes películas.
Una escena de la década: El último plano de Visita ou Memórias e Confissões, de Manoel de Oliveira. Un plano en el que podemos ver fantasmas.
Un intérprete de la década: Yoo Jun-sang que interpreta al guardavidas en In Another Country, de Hong Sang-soo y actuó de Robin Hood en teatro.
Adrian Martin
Una película: Il traditore (Marco Bellocchio)
Una canción: Leon Russell, “Out in the Woods” (1972), bailada por Mary Kay Place, en el jukebox en Diane (Kent Jones)
Un doble programa: The OA (serie de TV, segunda temporada) / The Patsy (Jerry Lewis, 1964): https://filmkrant.nl/video/the-thinking-machine-30-english/
Este año me di cuenta que…: el mercado para DVD/Blu-ray (hasta ahora un refugio para todo tipo de cinéfilo) está realmente colapsando con mucha rapidez en varias partes del mundo –y que, por lo tanto, el nuevo mundo del “streaming” nos retrotrae a la vieja situación de que Raymond Bellour llamó en 1975 “el texto inencontrable”, por ejemplo, películas que ya no puedes “tener” para un análisis detallado.
Un texto: On Cinema de Glauber Rocha (I.B. Tauris)
Un fotograma: Elle Fanning en A Rainy Day in New York (Woody Allen)
La promesa del 2020: Bani Khoshnoudi
Película testamento: Mistérios de LIsboa (Raúl Ruiz, 2010 – la versión completa de televisión)
Película maldita: I Love You, Daddy (Louis C.K., 2017)
Flautazo: Lucky Day (Roger Avary, 2019)
Una escena de la década: Aurora Alexandra Marion avanzando en el escenario para cantarle a la cámara “Ave Maria”, en Almayer’s Folly de Chantal Akerman (2011)
Un intérprete de la década: Esther Garrel
Mónica Delgado
Una película: Siete años en mayo de Affonso Uchoa. Breve, directa, contundente.Algo que puse en Desistfilm: “Uchoa vuelve a explorar la culpa de la marginalidad, como ruinas económicas y sociales que condenan a las personas desde que nacen a un estado de exclusión que los vuelve objetos ante el poder y la violencia. Rafael dos Santos Rocha, como algunos de sus personajes de A Vizinhança do Tigre o Arábia, se vuelve en una marioneta controlada por otros, o supeditada a un sistema capitalista corroído, donde la corrupción y sus cadenas avasallan y matan. La historia, que Uchoa junto al mismo Rafael y João Dumans, es reordenada en un guion de tiempos y alegorías, logra la configuración de un micromundo, que sobrevive bajo la noche”.
Una canción: “Memoria do futuro” de Ratka en la brasileña Sick, sick, sick (Sem seu sangre, 2019) de Alice Furtado
Pero también esta la de los créditos de The Souvenir de Joanna Hogg (que recuerda que hay que salirse del cine hasta después de que terminen los créditos): La canción Julie en la voz de Anna Calvi.
Un doble programa: A portuguesa (2018) de Rita Azevedo Gomes + Transit (2018) de Christian Petzold. La historia como sugerencia.
Once upon a time in… Hollywood (2019) de Quentin Tarantino + Hollywood story (1951) de William Castle. History vs. Story.
Este año me di cuenta que…: América Latina entera puede temblar, rebelarse, gritar, renacer y Perú seguirá igual, en todo sentido. La comunidad del cine y audiovisual aquí vive un letargo. Un ejemplo: vivimos a inicios de los dos miles un proceso de insurrección democrática que tuvo su cumbre con La marcha de los cuatros suyos y no existe un solo documental o ficción sobre ese gran momento que vivió el país para librarse de la corrupción fujimorista.
Un texto: Este hilo de Twitter sobre The Irishman de Martin Scorsese me parece buenísimo.
Un fotograma: Este gran momento de Parsi (2018), de Eduardo Williams.
La promesa del 2020: La gallega Jaione Camborda, el chino Liang Ming, y el italiano Carlo Sironi.
Película testamento: Welcome To This House (2015) de la gran Barbara Hammer y Visita ou Memórias e Confissões (1984) de Manoel de Oliveira (no es la última pero es la última que vi de él en una sala de cine hace un par de años)
Película maldita: Mektoub, My Love: Intermezzo (2019) de Abdellatif Kechiche. Defenestrada por la pacatería. Es un film sobre la capacidad de abstracción, de formas y atmósferas. Nunca antes una canción de Abba había sido usada para acompañar la materialidad de los ritmos y la frivolidad de los cuerpos en baile.
Flautazo: No sé si tan buena, tampoco es un cineasta que me interese, pero creo que es un film que podría graficar el pedido: Clímax (2017) de Gaspar Noé.
Una escena de la década: Mujeres construyendo sus casas en el barrio, ladrillo a ladrillo, en el final de Baronesa (2017) de Juliana Antunes, que también me recuerda de alguna manera al final de Vitalina Varela de Pedro Costa.
Un intérprete de la década: La china Zhao Tao (sobre todo por A touch of Sin), Robert Pattinson (en Good Time y en The Lighthouse) y las cuatro actrices formidables de La Flor: Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Laura Paredes y Valeria Correa.
Pedro Emilio Segura Bernal
Una película: L’ile aux Oiseaux de Maya Koza y Sergio da Costa. Una película que selecciono, primero que nada, por la profunda identificación emocional personal que tengo con su narrativa. Segundo, por su espíritu bressoniano al cual me es imposible resistirme y por último por volverse fuera de la pantalla, una de las experiencias cinematográficas más satisfactorias a nivel profesional al ser ganadora de la primera competencia de festival que he tenido la oportunidad de participar en su programación. Su triunfo crece al ser una película que por cuestiones de su calendario de estrenos, estuvo a horas de quedar fuera y cuyo desenlace terminó en volverse en una historia de confianza y complicidad con sus directores y productores. En fin, en su belleza estética, en su mirada empática y en esta historia fuera de campo, encuentro una esperanza para seguir trabajando en este mundo de egos, poder y agentes de venta.
Una canción: M Ward – “Lets Dance”. Utilizada por Angela Schanelec en Ich war zuhause, aber… en una escena complejamente emotiva y que funciona como un rarísimo paréntesis narrativo. Su toque de absurdo, que también se encuentra a lo largo de toda la película otorgando un bizarro toque de comicidad y con ello, una fuerte tensión en relación con la carga melancólica de la temática de pérdida y muerte… Esto hace que esta escena en particular, así como toda la obra, después de múltiples revisiones, me siga resultando una maravilla bellísima e indescifrable. Como debe ser.
Un doble programa: Autohystoria de Raya Martín – Sete Anhos en Maio de Affonso Uchoa – Geschichtsunterricht de Danielle Huillet y Jean Marie Straub. Extensos y fascinantes planos secuencias de personajes transitando. Una economía austera del montaje, empleado más que con consciencia, con sabiduría. Revisiones político histórico formales sobre la violencia. En dos hay carros y en dos hay extensos discursos. Un programa denso de obras que a cada cuadro,se cuestionan a sí mismas en cada corte, encuadre, palabra o elemento corpóreo.
Un texto: Todo el devastador Ma Mere Rit de Chantal Akerman, texto que por fin pude leer este año gracias a su publicación anglosajona.
Un fotograma y este año me di cuenta que…: Este año hice consciente el goce que me generan las manos en el cine. Realicé un rápido ejercicio de memoria, recordando algunas manos que me cautivaron en este 2019. Acá va, top de manos en el cine 2019. ¡Que viva Bresson!
Ich war zuhause, aber… – Angela Schanelec
O Que Arde – Oliver Laxe
MS Slavic 7 – Deragh Campbell y Sofia Bohdanowicz
Derriere les volets – Messaline Raverdy
Ne croyez surtout pas que je hurle – Frank Beauvais
Vitalina Varela – Pedro Costa
Those That a Distance Resemble Another – Jessica Sarah Rinland
Ghost Strata – Ben Rivers
La promesa del 2020: Cinco promesas: Ted Fendt. Affonso Uchoa. Eduardo Williams. Jodie Mack. Sofia Bohdanowicz
Película testamento: Visita ou Memórias e Confissões de Manoel de Oliveira. Literalmente, un testamento fílmico con el que De Oliveira tuvo un pequeño triunfo sobre la muerte, al decidir sus últimas palabras cinematográficas con tanta anticipación en este, el cierre de su infinito legado artístico. Seleccionar está película me parece una decisión tan obvia que hasta da pena. Sin embargo, disfruto mucho el cuestionamiento temporal a la que invita. La que para mi es la mejor película testamento de esta década, ¡es de 1982! Me gusta pensar que con este gesto, los más de 25 filmes realizados tras Visita ou Memórias, como todo un compendio de obras póstumas. O mejor, como el cuerpo de trabajo de un fantasma que durante 33 años trabajo en extender esta sensible, críptica, íntima y enigmática auto-elegía.
Película maldita: No creo que sea una película maldita, pero si una película que merecía una mejor suerte en visibilidad y recepción. A Vingança de Uma Mulher de Rita Azevedo Gomes es una obra maestra absoluta.
Flautazo: John Wick. El vulgar auteurism vive. La vi muchos años después de su estreno, no queriendo aceptar o caer en su buzz inicial. Después, me rendí ante esta maravillosa abstracción coreográfica de ese complejo proceso llamado duelo. John Wick es un conmovedor y vertiginoso neo-western sobre ese doloroso proceso que es transmutar el duelo.
Una escena de la década: Una(s) escena(s).
Kaili Blues (Gan Bi, 2015) El plano onírico y virtuoso plano secuencia de 30 min.
Cinco escenas que rescatan y trabajan sobre un espíritu baziniano.
1.-Un seguimiento sostenido de un angustioso y existencial cabalgar que nos invita a pensar en el fin de un arte (boj) o de una era (lol) o de un cineasta (:,( ).
2.- ¿Que el digital apesta? – dijo un húngaro. Bueno… Un falso plano secuencia -sólo posible gracias a la practicidad del medio digital – que consiste en un fluido tránsito de diversos puntos de vista (Agua, sangre, barco, pez, oleaje, gaviota, cadena, te hundes, te ahogas, vuelas, respiras… el monstruo del capitalismo frente a ti, estoico devorando la natura) gracias a un mágico e inigualable ejercicio de montaje.
3.-¿Alguien dijo magia? Tom Cruise, el multimillonario stuntman que se conjunto con un tal McQuirre (¿?) quien resultó ser un hitchconiano de sepa para realizar este (¿valdría utilizar el término “herzogiano capricho”?) apabullante acto circense que encuentra su espíritu cinematográfico en esa noción absurda del goce por realizar un magnánimo y disfrutable gesto inútil pero maravilloso. ¡Oh, la fábrica de sueños!
4.- ¿Sueños? El cine es sueño, ¿no? Otra vez, gracias digital (En tu cara, Bela Tarr). Que mal que perdimos a este genio prodigio tan pronto. Un horror su segundo filme. RIP.
Un intérprete de la década: Kim Min Hee recibiendo el premio a nombre de todo el ensamble actoral incondicional y recurrente en el cine del más grande. ¿Las razones? Top 5 de Kim:
Ahora, en confianza, tomo la invitación de divertirme con la lista y extiendo las preguntas realizadas para el 2020, a la década.
Una Película
Mmm…no he mencionado a Godard.
Grande, Godard.
La que quieran de Godard.
Aguante, Godard
Una 5 canciones en una cinco películas:
Love is a song – DJ Soulscape en Rak Ti Khon Kaen de Apichatpong Weerasethakul
Speak Low – Nina Hoss en Phoenix de Christian Petzold
Bailando – Paradisio en הגננת de Nadav Lapid
Tu serás mi baby – Les Surfs en Tabú de Miguel Gomes
Maledetta Primavera – Loretta Goggi en Sieranevada de Cristi Puiu
Un doble programa de la década: Twenty Cigarettes de James Benning y Manakamana de Stephanie Spray y Pacho Velez. Demasiado fácil, ¿no?
Un texto: Voy de cancheros y tribunero: Siete veces Zama de Ramiro Sonzini y la Trivia de Viola de @Jotafrisco
Un fotograma: Esta imagen me ha perseguido por años. Me parece tan mundana como cautivadora. El vómito de un ebrio personaje hongiano. Los invito a perderse en este still de Oki’s Movie donde un pulpo mal engullido sin masticar, contiene un simbolismo existencial de orden trascendental. Solo Hong.
Que siga la confianza, ¡otra lista invertida!
Promesas del 2019: Jorge Jacome, Anna Sofie Hartmann, Graham Swon, Jessica Sarah Rinland.
Pelicula testamento: ¿Cuenta The Irishman?
Flautazo: Subject to Review de Theo Anthony. Aún no decido las razones por las cuales estaría en esta sección.
Una escena: En John Wick 3 hay una escena con un detalle muy particular. John viene huyendo de un pandilla de asiáticos. Entra a un cuarto de antigüedades, bloquea la puerta. Tiene unos segundos de ventaja sobre sus perseguidores y afortunadamente, varias armas a su disposición. Sin embargo, en un gesto carente de sentido si no que un poco suicida, John decide armar un arma particular con piezas antiguas. Sacrifica su ventaja, que le aumenta porcentaje a su probable supervivencia, para darse un pequeño gusto y disparar un arma, que entiendo le resulta particular, y que solo le permitirá dar un disparo, ni siquiera será una metralleta o yo que sé, un arma que le garantice acabar con todos los que vienen por el. Siento que en este detalle, que resulta imperceptible en la vorágine de movimiento, color y violencia del metraje, existe algo más. ¿Es esto una invitación al goce estético formal de las obras desprendiendonos de la funcionalidad? No lo sé.
Una intérprete: This girl, tsh tsh…
José Luis Torrelavega
Una película: Mektoub, My Love: Canto uno, de Abdellatif Kechiche (no es de este año, pero ha sido durante este año cuando la hemos podido ver fuera de los festivales).
Una canción: Es muy buena la idea de enlazar a Sharon Tate con “The Circle Game” de Joni Mitchell (vía Buffy Sainte-Marie).
Un doble programa: Sería triple programa más bien. Ya se ha dicho, pero es muy impresionante ver el último Almodóvar como el tercer capítulo de La ley del deseo y La mala educación (incluso aunque en mi opinión esté por debajo de esas).
Este año me di cuenta que…: Tampoco es algo nuevo, pero el culto a la novedad, a la polémica visceral, al totalitarismo del “fan” desquiciado (más allá del racionalismo obsesivo por el detalle nimio de su objeto de adoración) es algo ya omnipresente e insoportable. De igual manera, la veneración hacia series de televisión formalmente nulas (cada semana un acontecimiento), y el delirio censor por motivos “progresistas” pintan un panorama penoso. Se dirá que se puede huir fácilmente de ello, que podemos hacer nuestro propio espacio al margen. Pero, en lo referido al cine, sigue siendo muy complicado acceder a según qué títulos del pasado en buenas condiciones, si es que se puede llegar a ellos. En España, la edición en DVD y Blu ray está bajo mínimos, y los servicios de televisión desprecian o ignoran toda la tradición cinematográfica más allá de lo más trillado.
Un texto: “La ciudad desnuda” de Alberto Ruiz de Samaniego es un gran libro no estrictamente de cine en torno a una película (“Un homme qui dort”, de Georges Perec y Bernard Queysanne). También el texto de Víctor Vázquez sobre “Dolor y Gloria” en la revista SoFilm, y los artículos de Bozon en la misma revista. Y no sólo ellos: siendo una revista de cine desde lo periodístico, allí se publican, curiosamente, las mejores reseñas en una revista española.
Un fotograma: Un director de cine nada dado a hacer manifiestos sobre su oficio, haciendo uno de la manera más sutil:
La promesa del 2020: S. Craig Zahler: cada una de sus películas es mejor y más depurada que la anterior. Tal vez con tendencia a la desmesura en la duración y en las ganas de impactar; pero desde luego, le veo muy consciente de los defectos de estilo que estropearon bastante su western, y piensa en términos de puesta en escena muy raros en el cine de género actual (que casi no existe, por otro lado). El problema es que termine en la televisión, dada la dificultad para llegar a los cines.
Película testamento: Gebo et l’ombre (2012) de Manoel de Oliveira. Aunque hizo alguna cosa más chica después, creo que es una de sus películas más bellas.
Película maldita: Aunque no sé si es muy acertada en este espacio, ya que tiene muchos admiradores, diría Restless de Gus Van Sant: una de las mejores películas de este siglo, con la pureza de los melodramas más clásicos y con la frescura de lo que un día se consideró cine independiente (pero ninguno de sus “tics”.)
Flautazo: No se me ocurre, la verdad… Me suelen gustar sobre todo los cineastas con cierta personalidad -de estilo ante todo, pero a veces un poco también de temas-, y es raro que haya una película de uno que no la tiene que me parezca interesante, o una de uno que me interesa que me disguste por completo. Diría (por citar una reciente), Ford v. Ferrari de James Mangold. A lo mejor me sorprendió con la guardia baja, pero me pareció muy buen cine popular.
Una escena de la década: Cuando Tom Hanks llega hecho polvo a su casa y se deja caer sobre su cama al final de Bridges of Spies de Steven Spielberg. O tantas de Twin Peaks: The Return…
Un intérprete de la década: Emma Stone: tan luminosa y dotada que no ha podido destruir la fascinación que nos provocó en aquellas inolvidables Superbad, The House Bunny o Easy A. Y mira que ha hecho bodrios después… (de prestigio, o sea, más bodrios aún).
Marcelo Alderete
Una película: Me hizo muy feliz Once upon a time… in Hollywood. Además Hong Sang soo se tomó un merecido descanso, así que… La de Tarantino me recordó el placer de ir al cine. Me hizo volver a ser ese adolescente que salía fascinado de ver una película y se volvía a meter al cine, inmediatamente, para volver a verla.
Una canción: Y bueno, tiene que ser “Out of time” por los Rolling Stones en Once upon a time… in Hollywood, que suena cuando Cliff Booth y Rick Dalton vuelven de Italia (“You don’t know what’s going on, You’ve been away for far too long”) y saben (sabemos) que una era y una amistad llegaron a su fin. Hasta lo dice la voz en off de Kurt Russell. Y sigue sonando mientras las marquesinas de restaurantes, bares y cines se encienden (en una secuencia que bien podría ser un cortometraje de Thom Andersen) y nos preparamos para el “gran finale” que, aquellos que consumimos todo ese cine italiano hermoso y berreta de la década del 70 (hablo aquí de mí y mi hermana), supimos apreciar con risotadas y lagrimas en los ojos.
Un doble programa: Para ver con un desfibrilador a mano: Un maldito policía (Bad lieutenant, 1992) – Abel Ferrara / Uncut gems – Josh & Benny Safdie
Este año me di cuenta de…: Me tengo que mantener alejado de la mafia de mis colegas y acercarme a los buenos. Aunque a veces se me mezclan.
Un texto: Los dos libros de Quintín: “La vuelta al cine en 40 días” (Ediciones Paidós) y “Los años irreverentes. Escritos completos en El Amante/Cine. Volumen 1” (ASL Ediciones). Son una maravilla y una muestra innegable del talento de Q, uno de los mejores críticos de cine del mundo. (Ok, en uno de los libros aparezco mencionado, así que mi juicio es bastante parcial, pero eso no quita que sea lo que realmente pienso). Y agrego un pedido de fin de año: ojalá Quintín abandone Twitter de una vez por todas.
Un fotograma: La discusiones sobre qué es cine y qué no (Scorsese vs. Marvel) o quién produce las películas (Netflix, Amazon, tu vieja) o si las series son o no cine, me parecen útiles solo a la hora de hacer chistes en las redes sociales. Por lo tanto, les dejo este fotograma de una de las grandes películas del año, que ademas es un cortometraje, producido por ESPN (what?), con ustedes la gran Subject to review de Theo Anthony. Y tratando de capturar la imagen mencionada, encuentro otra, uno de los momentos más divertidos del año: Wesley Snipes como el peor director de cine de la historia en Dolemite is my name, pidiendo “Azione”.
La promesa del 2020: Clarisa Navas (de acá), que estrena dentro de poco su nueva película Las mil y una en el festival de Berlín y una banda de coreanos, todos ellos con nuevas películas en algún estado de producción: Jang Woo-jin, Kim Dae-hwan, Yoon Sung-hyun & Jang Kun-jae.
Película testamento: No tengo la lista a mano de los directores que se murieron este año. Pero fue el año en el que se fueron dos de mi favoritos: Stanley Donen y Jonas Mekas. Mekas filmó, casi, hasta el final de su vida y Donen no, a la industria del cine hollywoodense solo le gustan los ancianos para homenajearlos. Pero ya que estamos hablando de homenajes, no me gustaría despedirme sin nombrar al actor Jan-Michael Vincent, quien también nos dejó este año y cuyo espíritu (y “rubiez”) sobrevuela la película de Tarantino y, además, supo protagonizar, al menos, tres grandes películas de mi canon personal: The Mechanic (Michael Winner, 1972), White Line Fever (Jonathan Kaplan, 1975) y Big Wednesday (John Millius, 1978)
Película maldita: No sé si maldita, pero Tommaso de Abel Ferrara debería haber sido más vista, pero las torpezas de los distribuidores (extranjeros, aclaro) y ciertos directores de festivales (en la semana del Festival de Cannes se vieron las nuevas tonterías de Xavier Dolan y Gaspar Noé y no la de Ferrara), lograron que una película de uno de los directores de la década, aprovecho para sumar este dato, no se viera como merecía. Incluso la propia mujer del director (protagonista junto a su hijo) la presentó en su premiere mundial diciendo: “No esperen mucho de la película”. Sin embargo sí hay que esperar mucho de Tommaso, un psicodrama por momentos brillante y por otros ridículo, pero con una vitalidad que se extraña. Ojalá algún festival porteño la rescate.
Flautazo: No sé si una gran película, pero no la pase mal viendo Men in Black: International en un avión. Pero a tantos metros de altura, la percepción cambia mucho. Y ademas tengo cierta debilidad por la saga en cuestión, pero no se lo cuenten a nadie.
Una escena: SPOILER. El final de Uncut gems. Aunque no me gustó, me afectó emocionalmente como pocas veces en el cine reciente. ¡Con Adam Sandler no, viejo!
Un interprete: Ver a Adam Sandler y a Eddie Murphy ofreciendo dos de las mejores actuaciones del año (Uncut gems y Dolemite is my name, respectivamente), mientras que los británicos Jonathan Pryce y Anthony Hopkins (ambos en esa cosa de los dos Papas) y Judi Dench e Ian McKellen (en esa otra cosa llamada Cats) dan lastima por un sueldo (suponemos que muy abultado), me pareció una venganza hermosa. Se siente bien cuando el tiempo ordena las cosas
Enrique Mendez Valverde
Una película: Liberté – Albert Serra. ¿Qué es la libertad? ¿O el libertinaje? Una película hecha con mucho de ambos, por seguro.
Una canción: Iggy Pop – “The Passenger” (La Gomera – Corneliu Porumboiu). Nada puede salir mal si una película comienza con Iggy Pop, definitivamente así lo fue. ¡Gran película!
Pasi – “Odavno” (Teret – Ognjen Glavonic). Tema que cierra con agitación una película de duelo.
Los Bravos – “Bring a Little Lovin’” (Once Upon a Time in… Hollywood – Quentin Tarantino). Soul hispano en la película más anti-hippie del año. Vacilón puro.
“Pass The Dutchie” – Musical Youth (Ray & Liz – Richard Billingham). Otra película que es vacilón puro.
“A Punk Killed/Murdered” – Total Chaos (Bomb City – Jameson Brooks)
Un doble programa: Vitalina Varela – Pedro Costa – 2019 / Ossos – Pedro Costa – 1997. La mirada de un pequeño sector portugués a través de tres décadas sigue siendo la de un campo de batalla suburbano para Pedro Costa. Ambas notables películas, la más antigua fue la primera que vi de él.
Este año me di cuenta que…: No hay política pública que vaya a terminar de solucionar lo que hace falta para el cine peruano este año. Se necesita una Cinemateca y cuota de exhibición para beneficio de todas las películas hechas en el país.
Un texto: El libro completo de Latino-América Radical.
Un fotograma: Summer of 84 – Anouk Whissell, François Simard, Yoann-Karl Whissell. La película de aventuras con más sangre en el año.
Atlantique – Mati Diop. La mejor película de género (fantástico) en el año.
La promesa del 2020: Joshua & Ben Safdie.
Película testamento: Varda by Agnès – Agnés Varda.
Película maldita: Fango – José Celestino Campusano
Flautazo: The Dark Knight Rises – Cristopher Nolan
Una escena de la década: Toda la matanza entre pandillas rivales. Why Don’t You Play in Hell – Sion Sono
Un intérprete de la década: Joshua Burge, intérprete en varias de las películas de Joel Potrykus.
Sol Bolloqui
Una película: The World is full of secrets, Graham Swon. Seguramente sea caprichosa esta elección, pero esta película me quedó impregnada. La pensé por varias semanas y no puedo entender como tantos fundidos encadenados pueden funcionar tan perfectamente. Siete años en Mayo, Affonso Uchoa. Ambas películas, desde lugares y urgencias muy disímiles, recuperan la potencia del relato oral (en toda la extensión que necesite).
Una canción: Es 2017, no se si vale. La música en general de Arabia, de Affonso Uchoa y Joao Dumans. Pero bueno, cuando Cristiano empieza a contar su historia.
Y 2019, en Portrait de la jeune fille en feu, porque no me esperaba este momento.
… una yapa de serie, pero en The Handmaid’s Tale aparece Kate Bush y es un momento desgarrador.
Un doble programa: No se si es un doble programa pero siempre pienso en Arabia, de Uchoa y Dumans con La salida de los obreros de la fábrica de los Lumiere. Un poco pensando en la historia del cine retratando trabajadorxs, y que pasa cuando son lxs trabajadores los que cuentan. De repente Arabia y Cuerpo de Letra, de Julián D’Angiolillo, pero serían ambas bastantes contemporáneas.
Este año me di cuenta que…: Hay que buscar los aliades precisos para que esa fragilidad que implica materializar una película sea posible.
Un texto: Una frase que me volvió a aparecer entre papeles: “Para que un plano merezca la pena, es necesario que ‘algo queme en el plano’. Eso que quema, es la vida y la presencia de las cosas y de los hombres que la habitan”. Jean-Marie Straub citado por Alain Bergala en su libro “La hipótesis del cine”.
Una entrevista a Agüero. Porque Agüero siempre SI
https://www.revistaarcadia.com/cine/articulo/ignacio-aguero-y-la-divagacion-como-estrategia-antisistema/78927
Quizás Sonzini escribiendo “Siete veces Zama”. Por lo minucioso.
http://www.conlosojosabiertos.com/60-columnas-02-siete-veces-zama/
Un fotograma: L’Île aux oiseaux
La promesa del 2020: Voy por realizadores/ras latinoamericanxs que tienen mi atención : Affonso Uchoa / Tatiana Mazú / Fernando Restelli / César González / Gustavo Vinagre / Juliana Antunes. Y espero las próxima película de Julián D´Angiolillo / Colectivo Rabia.
Película testamento: Abbas Kiarostami – Like Someone in love. Ella recorriendo el taxi escuchando mil veces el audio de su abuela. Igual estamos repletos de tremendas despedidas esta década. Me da pudor decirlo pero llegué desordenada y tarde a todo Mekas y lamento mucho eso, porque despejé muchas variables cuando empecé a verlo.
Película maldita: No es maldita, recién empieza su recorrido en el gran Transcinema pero como todavía no pude verla en un festival por acá y me encantaría que eso pase, Caperucita Roja de Tatiana Mazú. Creo Yasirée Trance de Rocío Barbenza, también debería haber tenido más recorrido; una rareza que siento hoy sería muy festejada. Lo bueno es que está haciendo una próxima película.
Una escena de la década: Asi, pedazos que se me vienen a la cabeza.
El juego final de Siete años en mayo de Affonso Uchoa.
El principio de Sip’ohi, el lugar del manduré de Sebastián Lingiardi. Fue muy significativo para un momento de nuestras vidas con Lucia Salas y Fermin Acosta haciendo Implantación (¿Película maldita?) Igual que Cuerpo de Letra de Julián D’Angiolillo. Aparecieron en el momento justo para enfocar de nuevo el sentido de lo que estábamos haciendo.
El final de Still Recording.
La desconcertante entrada y salida de los personajes en plano en Zama.
Les niñes recitando en Una Luna de Hierro (el cortometraje más hermoso del mundo)
Todo Ana Vaz y sus rarezas
Los meteoritos pixelados de Meteors
La serie de manos en Una película hecha de
La escena de la lambada en John From
No me acuerdo escenas sino pedazos, pero todas las derivas de Nunca subí el Provincia
Por siempre y encima de todo, esta escena de Morir como un hombre:
Un intérprete de la década: Vitalina Varela, Zhao Tao en Mountains May Depart, me parte el corazón. Julia Katharine, Lembro Mais Dos corvos (otra destacada). Adriano Tardiolo en Lazzaro Felice
Eloísa Solaas
Una película: State funeral, Sergei Loznitsa
Una canción: Aparece al final de los créditos de Las Buenas Intenciones. Además de ser un tema hermoso, es un hit de Sorry, banda del padre de Ana, Javier García Blaya, con Pablo Fischer (que en paz descansen ambos), Pao Pelzmajer y Sebastián Orgambide, y los vi en vivo en varias oportunidades. El video podría ser una coda de la película.
Un doble programa: Zombie Child / The Mad Masters / I walked with a Zombie.
Este año me di cuenta que…: Los creadores de memes son los verdaderos artistas conceptuales de la época, basta de gente robando con bananas pegadas a la pared con chonflex. Ya lo pensaba el año pasado y el anterior, pero este año con mayor radicalidad.
Un texto: Terminar y presentar Las facultades fue tanto trabajo que el tiempo de ocio fue escaso y casi no leí textos sobre cine de 2019. Algo autorreferencial, pero sí leí dos textos muy lindos sobre Las facultades: el de Malena Solarz para LVU, y de Lucía Salas “Cine argentino radical: La vida todos los días”. ambién me acompañaron todo el año los Diarios de Ruiz, pero vienen del año pasado.
Un fotograma: Me gusta mucho como actúa de público el público del unipersonal de Asier Etxeandia en Dolor y Gloria. No pude bajarme la película para screenshot.
La promesa del 2020: Sarah Jessica Rinland. Felipe Galvez . Louis Garrel. Affonso Uchoa
Película testamento: No Home Movie (Chantal Akerman)
Película maldita: Road to Nowhere (Monte Hellman)
Flautazo: Esta pregunta es dificilísima. Otro votante me sopló la suya y me pareció excelente pero no me voy a copiar. No creo que haya muchos casos de “accidentalmente buena” porque los que toman malas decisiones en general arruinan lo que es accidentalmente bueno que es el cine.
Una escena: Aproximadamente a la hora y diez de Fango, El Brujo le habla a El indio de que el tiempo se le viene encima y la vida es una lucha constante contra la decrepitud, luego le pide que toque un tema en la guitarra. Igual Fango está llena de buenas escenas.
Un intérprete: Juliette Binoche y Edgardo Castro.
Pablo Conde
Una película: Dragged Across Concrete (S. Craig Zahler, 2018). Inexplicable no-estreno en Argentina, el tercer largo de Zahler es más que una confirmación: estamos ante uno de los grandes nombres de esta década.
Una canción: Todas las kolombias que suenan en Ya no estoy aquí (Fernando Frías de la Parra, 2019), representadas por el tema principal:
Un doble programa: Bliss (Joe Begos, 2019) y Mandy (Panos Cosmatos, 2018): dos certeros ataques a los sentidos, pura adrenalina. El cine de género está pasando un excelente momento, como demuestran estas dos pesadillas cinematográficas, opuestas, pero complementarias, a la vez.
Este año me di cuenta que…: está más que bien no ver todo lo que uno “tiene” que ver. Todo lo contrario, de hecho…
Un texto: El genial dossier de Senses of Cinema sobre Peter Strickland – http://sensesofcinema.com/issues/issue-91/
Un fotograma: Willem y sus ojos, en The Lighthouse (Robert Eggers, 2019)
La promesa del 2020: Fernando Frías de la Parra. Tras Ya no estoy aquí, todo es posible.
Película testamento: Antes que el diablo sepa que estás muerto / Before the Devil Knows You’re Dead (Sidney Lumet, 2007). Insuperable final de carrera para alguien que filmó genialidades como Serpico y Tarde de perros.
Película maldita: Aaaaaaaah! (Steve Oram, 2015), debería ser un film de culto, no uno oculto…
Flautazo: The Disaster Artist: Obra maestra (James Franco, 2017): única en su filmografía como director.
Una escena de la década: Gordon Cole (¿o David Lynch?), hablando en París con Monica Bellucci en Twin Peaks: The Return. No, no, LA escena de Norma y Ed. No, no: el episodio 8, completo. No, mejor, toda la tercera temporada de Twin Peaks.
Un intérprete de la década: Adam Driver. Por afano. Lo que sea que haga, está mejor que bien.
Martín Farina
Una película: Space Dogs
Una canción: “Delorean Dinamyte” de Todd Terje. Hace varios años, usamos este tema como referencia para una escena de fiesta, mientras editabamos con Marco Berger, el primer corte de Taekwondo. Y este año cuando vi la peli de Maradona que empieza con ese recorrido en un 147 (creo) y suena todo el track me gustó muchísimo..
Un doble programa: Lonely rivers, me gustaría proyectarla con Blisfully yours, de Apichatpong Weerasethakul.
Este año me di cuenta que…: que es el primer año de mi vida, que estuve más tiempo trabajando con películas que viendo. Creo que no es bueno.
Un texto: Sé que no es políticamente correcto, pero la verdad es que el texto que me llevo del 2019 es uno más bien breve que escribió Marcela Gamberini para con los ojos abiertos sobre El Profesional, una película que hice sobre Raúl Perrone.
Un fotograma: Space Dogs
La promesa del 2020: Espero con muchas ganas la nueva película de Manque La Banca
Una escena de la década: Varias de la peli de Diego. Pero hay una que se queda en silencio como un minuto…
Un intérprete de la década: Edgardo Castro
Gary Mairs
Este año me di cuenta de que lo que más valoro en una película es algo que casi nunca veo: esos pasajes excepcionales – casi siempre hacia el final – en el que de repente un agujero se abre en la historia y todo puede pasar. Gena Rowlands finalmente subiendo al escenario, borracha, en opening Night. “Rhythm of the Night” estallando después de 90 minutos de desierto y Benjamin Britten en Beau Travail. El micrófono entrando y saliendo en Close Up. Sandra Hüller y su canción en Toni Erdmann, mi película favorita de la década. Lo más asombroso – después de una docena de proyecciones, todavía no puedo creerlo del todo – los últimos cuarenta minutos de La mamá y la puta mientras va dando tumbos del el monologo brutal a Edith Piaf, y a Alexander hundiéndose en la pared mientras Veronika vomita, discretamente, fuera de campo.
La película que más me gustó este año, Parasite, jamás dio en esa tecla de inevitabilidad inesperada pero si se las ingeniaba para estar siempre dos pasos adelante, derrumbando quedamente todo lo que creía entender escena a escena. Me gustaría ponerla junto a la sublime y menospreciada Le Bonheur de Agnes Varda: si la película de Varda es un “durazno veraniego con sus colores perfectos en el que adentro hay un gusano”, Bong usa los duraznos como armas mientras nos muestra qué sienten los gusanos al respecto.
Fui a ver Once Upon a Time in… Hollywood esperando salir horrorizado – las últimas películas de Tarantino fueron tanto horrorosas como desagradables, además siempre tuve una gran fascinación con la familia Manson (y la esperanza secreta de alguna vez hacer una película sobre esa historia). Así que cuando los asesinos llegan a Benedict Canyon y la radio proclama “12:30 (Young Girls Are Coming to the Canyon),” fue genuinamente shockeante: primero, que dio tan en el clavo – que escuchó cuán siniestras son esas armonías exuberantes – y segundo, que en vez de hacer jugar su belleza contra las acciones atroces por unas risas, dejó que la canción le hable a la historia, abriéndolas al mismo tiempo.
Una promesa para el 2020: muchos estadounidenses parecen estar convencidos de que los jóvenes trans son los miembros más quisquillosos de la generación más quejosa, terriblemente serios y listos para demandarte si decís mal sus pronombres. Lyle Kash prueba lo equivocados que están con Death y Bowling, su ópera prima, un largometraje de ficción que es su tesis y divide las diferencias entre Fassbinder y Waters, destrozando alegremente todos los preconceptos con un elenco 100% trans (haciendo de trans, cis, hétero y queer), riéndose de (y a veces empleando con habilidad) los tópicos más sagrados del cine queer, apuntando a una audiencia masiva sin un momento de concesión a sus miedos o malentendidos. Y su nuevo guión es aún mejor. Y finalmente, el mejor libro sobre cine que leí en años fue publicado en 2001: volviendo a los ‘30s (y por lo tanto saltando más allá del miasma de blabla estructuralista/semiótico/lacaniano), How a Film Theory Got Lost de Robert Ray me abrió nuevos territorios en todas las direcciones.
Miguel Zozaya
Una película: Creo que ninguna película de estreno ha sobresalido muy notablemente sobre el resto para mí (también me faltan muchas por ver, algunas bastante celebradas). Más que destacar una película concreta, quiero mencionar aquí un proyecto que me entusiasmó: se trata de un trabajo de Jonás Trueba conformado por distintas piezas largas, una “experiencia de cine inmersivo con jóvenes adolescentes” (tal y como se describe en la web de su productora) bajo el título global Quién lo impide. En el Festival Punto de Vista pude ver tres de las cuatro obras que lo integran por el momento: “Solo somos”, “Tú también lo has vivido” y “Si vamos 28 volvemos 28”.
Una canción: Ha habido muchos momentos musicales memorables en las películas vistas este año y me cuesta ordenar todos para elegir mi favorito, así que diré lo primero que me vino a la cabeza. En el Festival de San Sebastián hubo dos momentos trap (ahora que cierta crítica ya está intentando enterrar el género tras haberlo “agotado”) especialmente pregnantes: la ducha de Greta Fernández al son del “Miedo” de Albany en La hija de un ladrón (Belén Funes) y las chicas de Zombi Child”(Bertrand Bonello) cantando a capela el “N. J Respect R” de Damso.
En DocLisboa también vivimos hermosos momentos musicales, como las locuras sintetizadas de Felix Kubin en Felix in Wonderland (Marie Losier), el góspel de Hampton (Kevin Jerome Everson & Claudrena N. Harold) o incluso esos fragmentos de vídeos domésticos y stories de Instagram en los que el fallecido Lil Peep versionaba a Sum 41 y My Chemical Romance en el documental Everybody’s Everything (Sebastian Jones & Ramez Silvan). Pero, sin duda, si pudiera dar un premio musical se lo daría a Miguel Lobo Antunes por todas las canciones cantadas en el coche, especialmente la titular, en Technoboss (João Nicolau). Y por bailar a Las Ketchup.
Un doble programa: “Unas preguntas” (Kristina Konrad, 2018) y “Un mito antropológico televisivo” (Maria Helene Bertino, Dario Castelli, Alessandro Gagliardo, 2011): formas distintas de antropología televisiva para hacer cine y hacer historia con material de archivo. (la más vieja no es nada vieja en realidad, aunque 8 años en mi vida se antojan una eternidad, y me pareció un diálogo interesante).
Este año me di cuenta que…: Lo nefasto que puede llegar a ser conocer personalmente a algunos directores de cine (hasta ahora había tenido demasiada suerte, supongo).
Un texto: “La Codorniz. De la revista a la pantalla (y viceversa)”, de Aguilar y Cabrerizo, publicado por Cátedra y Filmoteca Española: una obra monumental para comprender las distintas corrientes y desviaciones de la comedia cinematográfica española y sus relaciones con el humor gráfico y literario.
Un fotograma: No está escogido por su valor plástico –es prácticamente el único que he encontrado de la película, y el archivo no tiene gran calidad–, pero este fotograma sirve para ilustrar uno de los momentos más felices presenciados este año: la ilusión de poder volver a ver a mi paisano Joaquín Roa (a la izquierda, de perfil, con bufanda) confraternizando con esa gran banda de actores españoles de los años cuarenta (Conchita Montes, Manuel Requena, Julia Lajos…) bajo la dirección de Edgar Neville en Café de París, considerada perdida durante décadas y felizmente recuperada recientemente gracias a la colaboración de Filmoteca Española y Filmoteca de Zaragoza. Ojalá más reencuentros así.
La promesa del 2020: Me ha salido paritario: S. Craig Zahler y María Aparicio.
Película testamento: Me sirven las dos últimas de Raúl Ruiz (1941-2011), ya que es todavía más difícil despedirse tras una larguísima carrera con dos obras de la altura de Misterios de Lisboa (2010) y La noche de enfrente (2012).
Película maldita: Es un poco trampa por no ser de esta década, pero la injusticia es todavía más terrible: Bruja, más que bruja (Fernando Fernán-Gómez, 1976) tuvo toda la mala fortuna del mundo en su época, y lamentablemente tampoco recibió la atención merecida su reestreno en 2016, que debería haber supuesto poco menos que un acontecimiento mundial.
Flautazo: Bridesmaids (Paul Feig, 2011). No es que considere a Paul Feig un pésimo director –tal vez lo sea, pero también los hay peores–; realmente apenas le tengo en consideración como director (de lo más destacable en su carrera como realizador seguramente sean algunos capítulos de Arrested Development y The Office). Lo que da verdadera lástima es que este tipo, que creó Freaks & Geeks y dirigió la que tal vez sea mi comedia favorita de la década cuando apenas arrancaba (aunque ya sabemos que, en este caso, la mayor parte del mérito recae en las guionistas, el reparto y el productor), haya llevado una carrera posterior tan errática y tenido tan mal gusto como para acabar haciendo una cinta navideña con la peor actriz de Game of Thrones.
Una escena de la década:
Un intérprete de la década: Bárbara Lennie <3
Giovanni Comodo
Una película: 2019 fue un año espectacular para el cine, el tipo de fecha que al ser mirada en años por venir mirada la gente pensará: “¿Podés imaginar que todos estas películas se estaban proyectando, así nomás?”, como miramos a 1939, 1954, 1982, 2006 y muchos más. Un año con grandes, intrépidos y únicos trabajos de Clint Eastwood (The Mule), Rita Azevedo Gomes (A Portuguesa), James Gray (Ad Astra), M. Night Shyamalan (Glass), Abel Ferrara (Tommaso)… pero Pedro Costa la sacó del estadio: Vitalina Varela no solo es la mejor del 2019, pero el mejor film de la década. Su trabajo más audaz y clásico, un show de belleza hipnotizante, fuerza y compromiso con la gente (frente a cámara y en el público).
Una canción: Es difícil elegir un momento de Ad Astra de James Gray y Max Richter, una sinfonía de color, sonido y corazón puros, así que me quedo con los pocos segundos de Asier Etxeandia bailando a “La vie en rose” de Grace Jones en Dolor y Gloria de Almodóvar – tan grande es ese momento que casi nos olvidamos de la gran escena con Penélope Cruz y las otras mujeres cantando a la orilla del río mientras lavan la ropa.
Un doble programa: Double double: Sorry we missed you (Ken Loach) + Ladri di Biciclette (Vittorio De Sica). Long Shot (Jonathan Levine) + Ball of Fire (Howard Hawks)
Este año me di cuenta que…: esto puede parecer muy simple: encontrar a la gente con la que quieres trabajar y hablar con ellos sobre eso. Inténtalo.
Un texto: Este año he traducido al portugués “La Connaissance Totale” de Jean Douchet, sobre “Sansho the Bailiff” de Kenju Mizoguchi, un texto sorprendente y esencial sobre el cine que me encanta y que no estaba disponible en ese idioma. Desde entonces hemos perdido a Douchet, pero su trabajo y su amor por el cine seguirán inspirando a las generaciones venideras. Hazte un favor: lee a Douchet. http://coletivoatalante.blogspot.com/2019/05/o-conhecimento-total.htm
Un fotograma: Los momentos finales de Vitalina Varela. Se necesita toda una vida para filmar algo así. Una pareja, una casa en construcción, una mirada y el gran cielo azul de Cabo Verde.
La promesa del 2020: José Oliveira, cineclubista portugués y crítico de cine durante muchos años, está realizando sus primeros largometrajes en solitario (Os Conselhos da Noite y Guerra saldrán en 2020). Escucharemos sobre él y veremos mucho sus películas en la próxima década, estoy seguro.
Película testamento: Lamentablemente, en esta década también se han visto muchos ensayos cinematográficos que se encuentran entre los trabajos más finos de los directores: Varda, Akerman, Brisseau… Pero mi elección personal es Visita ou Memórias e Confissões de Manoel Oliveira.
Película maldita: Damsels in Distress, de Whit Stillman (2011). Uno de los más finos cineastas de los años 90 rompe un paréntesis de 13 años con esta gloriosa comedia universitaria, llena de encanto, luz y toques de Lubitch, Hawks, F. Scott Fitzgerald, Jane Austen y Dorothy Parker y la gente la ignora o la trata como algo menor. Justicia para Violet y sus amigos! Bis: Blackhat de Michael Mann es una obra maestra salvaje de un director en la cima de sus habilidades.
Flautazo: Hubo un día en esta década en la que Tom Cruise fue a ver a Edward Zwick y decidieron hacer una película de Harrison Ford de los años 90. El resultado fue Jack Reacher: Never Go Back. Si lo piensas bien, esta película de acción muy bien hecha e incluso discreta no es un accidente en absoluto.
Una escena de la década: La escena final en American Sniper. Bradley Cooper baja las escaleras y juega con sus hijos y su esposa con una pistola, antes de salir en compañía del hombre que será responsable de su muerte, más el mizoguchiano disparo final del rostro de Sienna Miller cerrando la puerta con una sensación de fatalidad… sólo resume toda la tensión, la desesperación y la compleja relación que esta familia (y su país) tiene con las armas y la violencia. Y después de eso va ese epílogo con el “noticiero” de su muerte y la pista de Morricone… para terminar con un disparo al ataúd de Chris Kyle. Desvastante. ¿Qué nos dice eso sobre la guerra, amigos? ¿Y algunas personas se alistaron en el ejército después de ella? En fin: Clint Eastwood es el mejor cineasta vivo. Nadie ha hecho tantas obras maestras en esta década, nadie se ha adentrado tanto en el alma, los miedos y las contradicciones de un país en estos últimos diez años.
Un intérprete de la década: Está claro que me cuesta elegir una sola cosa, así que terminaré de la misma manera: Michèle de Isabelle Huppert en Elle, Caprice de Anaïs Demoustie en Caprice, Sienna Miller en American Sniper y The Lost City of Z, Vitalina Varela en Cavalo Dinheiro y Vitalina Varela… imposible de olvidar, imposible de elegir sólo una.
Flavia Dima
Una película: Liberté, de Albert Serra. A pesar de no ser mi película favorita del año (aunque esté en el top), es la que más me ha hecho pensar/reconsiderar/calibrar a mí misma a lo largo del año, en varios momentos. Y fue un honor conocer al Sr. Serra en su mini-retrospectiva en Bucarest, y moderarlo un desafío inmenso.
Una canción: “Pump the Jam”, en Synonyms de Nadav Lapid. Simplemente icónica. La tuve en repeat durante semanas.
Un doble programa: Silvia Prieto de Martín Rejtman (1999) espalda con espalda con Ich War Zuhause, Aber… de Angela Schanelec (2019). Como un ejercicio mental posible, imaginen una continuidad entre estas dos obstinadamente distantes líneas narrativas sobre vacío(s) emocional(es).
Este año me di cuenta que…: Quizás más que en cualquier otro momento he estado pensando mucho acerca de quién es exactamente el que da forma a la crítica de cine y qué la ha llevado a su crisis actual, y creo que ese retroceso tanto hacia los reaccionarios como a la publicidad (en cine y la crítica) es hoy más vital.
Un texto: Aún no ha sido traducido a ningún idioma, pero elijo el libro más nuevo de Andrei Gorzo, The Life, Death and Again the Life of Film Criticism, editado hace dos meses en Rumania.
Un fotograma: La primera aparición de Vitalina Varela en la película homónima de Pedro Costa; mientras desembarca del avión, la cámara se detiene para contemplar sus pies, sumidos en lágrimas.
La promesa del 2020: Eduardo Williams, internacionalmente. Teona Galgotiu, en Romania.
Película testamento: PARALELL I-IV de Harun Farocki. Qué serie espléndida para capturar su cuerpo entero de leitmotifs, temas, preocupaciones y metodología, manteniéndose profundamente contemporáneo y fascinante. (Para serles sinceros, aún no vi su última-última película, Labour in a Single Shot)
Película maldita: No Place for Fools de Oleg Mavromatti solo se proyectó Rotterdam, que yo sepa – y es un found footage absolutamente fascinante, un bricolage de locos canales rusos de YouTube que dice mucho de las regiones más bajas de la cultura online.
Flautazo: Si quieren ir por algo que de tan malo es bueno, busquen en Netflix una película rumana llamada Love is a Story. La comedia de la década.
Una escena de la década: La escena del avión en La Flor, parte V. Simplemente maravillosa. ¿Quién hubiera pensado que ver aviones podrían hacerlo a uno llorar?
Un intérprete de la década: Kim Min-Hee, en todas sus colaboraciones con Hong Sang-Soo.
Patxi Burillo
Una película: Dolor y gloria de Pedro Almodovar. La película me sorprendió gratamente. Agradecí mucho el gesto de Almodovar de abrirse en dos, y el mejor cumplido que puedo hacerle es que salí de la sala con ganas de hacer cine.
Una canción: Voy a elegir dos, que oscilan de alguna manera entre este año y mucho tiempo atrás. La primera de ellas, “Wholy Holy” de Aretha Franklin, en esa joya llamada Amazing Grace. La película es un ejercicio en apariencia sencillo, que esconde en cambio una gran complejidad. Toda una reflexión sobre el cine que trabaja además el archivo de forma magistral. “Wholy Holy” es la primera canción que aparece en el film, y en el momento en que surge la voz de Aretha Franklin, tras los coros y el piano, la película se acerca de pronto hasta un lugar capaz de estremecernos.
La segunda, “I’ll take you home again Kathleen”, de Rio Grande, una película de 1950 que redescubrí este año. La sencillez, precisión y poesía de la escena me desmontan.
Un doble programa: Once upon a time in… Hollywoodde Quentin Tarantino, y The Last Movie de Dennis Hopper. Hollywood, westerns, rodajes, drogas, amistad y dobles de acción. Son, sin embargo, las dos caras de una misma moneda; las dos caras de un Hollywood dorado.
Este año me di cuenta que…: La importancia y la necesidad del tiempo en todas las fases de una película, en el antes, el durante y el después.
Un texto: “Tiempo de vivir, tiempo de revivir. Conversaciones con Douglas Sirk” de Antonio Drove. Una auténtica joya reeditada en abril de este año.
Un fotograma: Dos. Dos inicios. De Atlantique de Mati Diop y O que arde de Oliver Laxe. Dos inicios absolutamente hipnóticos y opuestos. Un paisaje desértico marcado por un totem de cristal, y un bosque habitado por luces y formas ancestrales.
La promesa del 2020: Dos cineastas y amigos que han terminado de manera espléndida 2019 y que van a dar que hablar en la década de 2020: Gabriel Azorín y María Antón.
Película testamento: An elephant sitting still de Hu Bo. Película iniciática y final, y auténtico testamento fílmico de un cineasta que podría haber marcado también, estoy seguro, la próxima década.
Película maldita: En 2018, en el Festival Punto de Vista, asistí a la entrega del premio Jean Vigo a Elohim, or divine beings, the energy of light as creation, de Nathaniel Dorsky. Se dijo en el discurso de entrega que el dinero del premio iba a servir para que Dorsky pudiera continuar filmando. Más que película maldita, cine o filmografía injustamente maldita.
Flautazo: Voy a salirme un poco de las reglas, hablando quizás del antiflautazo: un gran cineasta que no atina últimamente. Tras realizar una de las películas más importantes, sin duda, de la década (Boyhood), Richard Linklater no parece encontrar el camino, especialmente con una última película que no ha sido tan siquiera estrenada por el momento.
Una escena de la década: Una serie de escenas pequeñitas pero preciosas de uno de los cineastas de la década: Hong Sang Soo. Estamos en The day he arrives. En un momento del film, dos personajes, chico y chica, salen a la puerta de un bar a conversar y mientras hablan comienza a nevar y cuando nieva el espacio entre los dos se vuelve de pronto físico y material. Caminarán después bajo la nieve y en un plano lejano, con bolsas de la compra entre las manos si no recuerdo mal, se darán un beso inocente y casi ridículo, en medio del paisaje nocturno y nevado.
Un intérprete de la década: Un actor no de esta década sino quizás de todas: Jean-Pierre Léaud. Por tres actuaciones pero en especial por la última de ellas: Le lion est mort ce soir. Quizás sea más cosa mía que suya, pero no puedo verle en este film sin sentir una gran emoción. Es, en cierto modo, asistir, a través de él, final de un cierto cine que adoro desde hace mucho.
Micaela Berguer
Una película: Había una vez… en Hollywood (Quentin Tarantino)
Una canción: “Suzanne”, de Leonard Cohen, en O que arde. No encuentro la escena, pero el tema es este:
Un doble programa: Las facultades (Eloísa Solaas) y El estudiante (Santiago Mitre).
Este año me di cuenta que…: Es imposible ir seguido al cine con una entrada tan cara.
Un texto: “Madre no hay una sola”, de Maia Debowicz para La Agenda.
Un fotograma: Elijo uno de Godzilla 2:
Y uno de Ad Astra:
La promesa del 2020: Greta Gerwig, Jonah Hill.
Película testamento: Scream 4, de Wes Craven
Película maldita: Muchas, pero ahora se me ocurre la saga de El hobbit.
Flautazo: No creo que sea un pésimo director, pero no me gusta nada Pablo Trapero y disfruté mucho La quietud.
Una escena de la década: Casey Affleck en la comisaría en Manchester by the Sea. César diciendo “No” en El planeta de los simios.
Un intérprete de la década: Casey Affleck.
Maia Debowicz
Una película: Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar
Una canción: YMCA, de Village People, en Esa mujer, dirigida por Jia Zhangke.
Un doble programa: El ártico, de Joe Penna, y All Is Lost, dirigida en 2013 por J.C. Chandor. Dos películas sobre la supervivencia y la soledad, sin presencia de trampas, que apuestan al poder del silencio.
Este año me di cuenta que…: Que es más fácil escribir sobre las películas que no me gustan que sobre las que me deslumbran.
Un texto: La emotiva y detallista crónica de María Belén Etchenique sobre el traslado de la orangutana Sandra desde el ex zoo porteño hasta el aeropuerto de Ezeiza, donde luego viajará en un vuelo comercial a Dallas, Texas: https://www.clarin.com/ciudades/capitulo-final-novela-duro-anos-trasladan-orangutana-sandra-unidos_0_AUNcy1Go.html
Un fotograma: Dogman, de Matteo Garrone
La promesa del 2020: Agustina Comedi
Película maldita: Encandilan luces, viaje psicotrópico con los Siquícos Litoraleños (A. Gallo Bermúdez)
Flautazo: Entre navajas y secretos, de Rian Johnson
Una escena de la década: El final de Historia de un matrimonio (Noah Baumbach): atar los cordones del otro puede ser una demostración de amor mucho más grande que un beso apasionado.
Un intérprete de la década: La increíble actriz tucumana Liliana Juárez (Los dueños, El motoarrebatador, Planta permanente)
Fidel González Armatta
Una película: No hubo
Una canción: “Push It” en Booksmart, “Willow”en High Life, “Tearz” en Mid90’s
Un doble programa: The dead don’t die, Jim Jarmusch y Play Misty for Me, de Clint Eastwood. Canciones que anuncian problemas.
Este año me di cuenta que…: Este año no me di cuenta de nada.
Un texto: https://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2019/12/01/cordoba-capital-cinefila/
Un fotograma:
La promesa del 2020: Mejor no prometer nada
Película maldita: El tesoro, Corneliu Porumboiu
Flautazo: Drive, Nicolas Winding Refn
Una escena de la década: Tres escenas:
Un intérprete de la década: Adam Driver/Robert Pattinson/Greta Gerwig
Miguel Savransky
Una película: Vitalina Varela (Pedro Costa). Ya escribí para esta revista un extenso texto disponible online sobre la película, así que me dispenso de agregar algo más aquí.
Una canción: Este año llegué tardíamente a Laida Lertxundi y Nazli Dinçel, dos grandes mujeres cineastas del presente que filman cortometrajes en 16 milímetros, con momentos musicales absolutamente geniales aunque se trata de poéticas completamente diferentes. Lertxundi explora mayormente la relación entre canciones soul sesentosas (en versiones originales íntegras) y el paisaje californiano, mientras que Dinçel se reapropia en algunos cortos de canciones pop para problematizar de manera performática y auto-afirmativa las formas de figuración de las prácticas sexuales. Además 2019 fue para mí el año de Paulo Rocha y en su cine abundan las canciones y los momentos musicales (“Se eu fosse ladrão roubava / roubava aquela menina…). Y también podría mencionar el plano-secuencia con una versión de Pieces of a man de Gil Scott-Heron en un corte de 15 minutos del nuevo proyecto musical de Pedro Costa que pudimos ver en Buenos Aires. Pero como nada de todo esto está en youtube, dejo al menos los links de dos canciones prácticamente desconocidas y hermosas que están en las películas de Lertxundi.
Un doble programa: Fourteen de Dan Sallitt y Love streams de John Cassavetes. Es una elección muy intuitiva pero al ver la primera sentí una conexión con el cine del segundo, sobre todo por la intensidad e importancia del trabajo a nivel actoral, cierta frescura y espontaneidad en las interpretaciones (que no hay que confundir con la mera improvisación).
Este año me di cuenta que…: “La historia del cine todavía no se ha escrito”. La frase es de Nicole Brenez (en el apartado siguiente se especifíca de dónde) y en esta época de listas y balances da cuenta de que hay mucho trabajo por hacer tanto en lo relativo al presente como al pasado en materia de descentralización geopolítica, desestabilización de los cánones y particularmente en términos de visibilización del así llamado “cine experimental”, casi siempre marginal en estas instancias salvo honrosas excepciones. Lo mismo vale para la vindicación de extensiones distintas al standard de los largometrajes: la mejor película que vi este año (?) fue Khaneh siah ast (aka The house is black) de Forough Farrokhzad.
En otro orden de cosas, me impactó mucho la circulación de imágenes urgentes difundidas en redes sociales de la represión atroz perpetrada en el hermano país chileno por los pacos y milicos ante el ciclo de protestas populares. Para una generación como la mía que nació después de la dictadura y que no vivió ese horror cara a cara, de alguna manera ese material audiovisual es el registro más cercano que tenemos de ese tipo de prácticas en una geografía tan cercana. No estudié el asunto pero entiendo que no hubo muchas imágenes del genocidio argentino justamente porque parte del plan político era no dejar huellas. La explosión de las tecnologías digitales en estas últimas décadas transformó de forma radical la posibilidad de tomar imágenes de la violencia estatal. Esto abre nuevas encrucijadas e interrogantes. Tal como nos enseñó Farocki, las imágenes hoy en día son un elemento no accesorio sino estratégico de la guerra. Como dice Bredekamp en un texto del 2007: “Los conflictos de los cinco últimos años se han librado, por lo menos en parte, como una guerra de imágenes.” En un contexto regional de ascenso autoritarista, aquí habremos desalojado al macrismo del gobierno pero una derecha social antes disgregada o larvaria coaguló en los últimos años con una voluntad de orden y seguridad acicateada por un imaginario individualista. Por eso el cine de César González o de Affonso Uchoa son especialmente relevantes en este pedazo del mundo. Todo esto es un poco un desvío pero como diría Ignacio Agüero en los desvíos está lo más interesante.
Un texto: La primera de las cartas de Nicole Brenez en Movie mutations (la versión chiquita editada en el Bafici en 2002, no la de Errata Naturae que sale como cinco lucas hoy en día). También terminé de leer este año Adiós al cine, bienvenida la cinefilia de Rosenbaum que tiene varios textos imprescindibles. Además, Paulo Rocha hablando sobre Mizoguchi y una conversación entre él y Pedro Costa en la que comentan con un minuciosidad descomunal A Ilha dos Amores. Y algo maravilloso que descubrí hace relativamente poco y aún no tuve tiempo de leer extendidamente (sólo algunos artículos) pero es altamente recomendable: Srikanth Srinivasan tradujo al inglés este año en entregas periódicas el libro de compilación crítica de Luc Moullet Piges choisies (de Griffith à Ellroy). Esperamos ansiosamente la pronta aparición de los libros de Gilberto Pérez y Many Farber.
Un fotograma: Uno de antes / uno de ahora
20 películas de la década en orden alfabético, una sola por director, una lista abierta y provisoria, sin pretensiones de exhaustividad…)
025 Sunset red (Laida Lertxundi)
Adieu au langage (Jean-Luc Godard)
Ang panahon ng halimaw (Lav Diaz)
Between relating and use (Nazli Dinçel)
Classical Period (Ted Fendt)
Correspondências (Rita Azevedo Gomes)
Dead Souls (Wang Bing)
Get out of the Car (Thom Andersen)
Jiao you (Tsai Ming-liang)
Ji-geum-eun-mat-go-geu-ddae-neun-teul-li-da (Hong Sang-soo)
La mort de Louis XIV (Albert Serra)
La sapienza (Eugène Green)
L’aquarium et la nation (Jean-Marie Straub)
Milla (Valérie Massadian)
Qu’ils reposent en révolte (Des figures de guerre) (Sylvain George)
Rudzienko (Sharon Lockhart)
Svi severni gradovi (Dane Komljen)
Trudno byt’ Bogom (Aleksei German)
Twenty cigarettes (James Benning)
Vitalina Varela (Pedro Costa)
5 argentinas:
Buenos Aires al Pacífico (Mariano Donoso Makowski)
P3nd3jo5 (Raúl Perrone)
Tierra de los padres (Nicolás Prividera)
Yatasto (Hermes Paralluelo)
Zama (Lucrecia Martel)
La promesa del 2020: Soy pluralista, así que dejo un par de nombres: Isaiah Medina, Ted Fendt, Julian Radlmaier, Miguel Hilari, César González.
Película testamento: Se fueron muchos grandes en estos tiempos. Varios de ellos hicieron películas (aunque no necesariamente las últimas) que encajan perfecto con la idea de testamento, de una vida póstuma, en el sentido de que o bien llevan de algún modo en sí la marca de la finitud o bien son el último resplandor que corona una trayectoria: Manoel de Oliveira lo hizo literalmente con Visita ou memórias e confissões, Raúl Ruiz con su última obra maestra Mistérios de Lisboa (aunque la sobrevida de su fantasma nos siga acosando por varias décadas: ahora se viene El tango del viudo), Chantal Akerman con su nudo de amor y muerte con la madre en No home movie, Luis Ospina pendiendo del abismo para la genealogía coral de Todo comenzó por el fin o la post-producción digital de 24 frames de Abbas Kiarostami.
Película maldita: Durante un buen rato estuve tentado de rendirme y declarar nula mi mente y este espacio, luego se me vino un título a la cabeza que es notable y no obtuvo bastante atención en su momento: Lukas Nino del filipino John Torres. En otro orden de cosas, me gustaría poder ver la serie completa de cortometrajes de Tsai Ming Liang sobre el monje budista que camina más lento que la cartomagia de René Lavand, los pocos que fueron visibles son excepcionales pero tengo la impresión de que su circulación quedó encerrada en un circuito museístico muy limitado. Y ya que estamos con los asiáticos en esta consigna, ¿por qué no llegó a Argentina la última película de Raya Martin? Dos cosas más: el corto de Nicolás Prividera Yo maté a Antoine Doinel se pasó en Bafici y en Cosquín pero creo que no se lo mencionó y/o valoró lo suficiente y las correspondencias entre Erice y Kiarostami del 2016 son algo absolutamente maravilloso pero muy poco visto. Igualmente tampoco me resultan del todo ajustadas estas opciones para la categoría “maldita”. En fin…
Flautazo: Lo pensé un buen rato y no se me ocurre ninguna. Eso habla un poco de que tengo un espectro estrecho para ciertas cosas. El tiempo es finito, hay que elegir.
Una escena de la década: El plano de extensa duración (no es estrictamente una escena porque la secuencia después sigue un rato) de Sete anos em maio de Affonso Uchoa donde Rafael cuenta todas las cosas que tuvo que atravesar al haber entrado en el circuito de la prisión es políticamente lo más potente que haya visto en los últimos años de todo el cine latinoamericano. Dar a ver y oir la voz de los que no tienen voz en el contexto de neofascismo actual.
Un intérprete de la década: Kim Min-hee, porque el cine de Hong no sería ya lo mismo sin su presencia, ella introduce una torsión en la que el punto de vista deja de estar del lado masculino y los personajes femeninos cobran una fortaleza renovada. También me encanta Edgardo Castro en todo lo que hace, incluso cuando son papeles secundarios de “bajo perfil”.
Don Coire (aka ayresybenson)
Una película: Martin Eden. Podría haber sido Once upon a time in… Hollywood. Las dos son películas que, a su manera, reconocen una tradición cinematográfica y su pertenencia tanto a esa tradición como a una pantalla grande* (en tiempos en que en el mejor de los casos hay que irse hasta los límites de la ciudad para ver caras pixeladas de hombres de mediana edad en cuerpos de 70 años). *Martin Eden está comprada por Zeta, que necesita de nuestro apoyo más que Flanders cuando funde la tienda para zurdos. Ahora mismo pueden ir a ver La Gomera.
Una canción: “Out of time”, de Sus Majestades Satánicas (en Once upon a time in… Hollywood)
Un doble programa: 4×4 (Cohn y Duprat) / Detrás de la mentiras (Emilio Vieyra).
Hablando de tradiciones cinematográficas, hay directores conocidos por su profundo humanismo (Renoir, Rosellini, Traffut), y hay directores que exploran procesos de putrefacción humana (Peckinpah, Clint, Zahler). Estos últimos casos se ajustan a una mirada de derecha, en tanto que a diferencia de su contraparte no teme a la mordacidad ni a la incorrección política. Pero si algo nos han enseñado estos tiempos de neopuritanismo disfrazado de corrección política, es que no basta con apoyar a Pinochet para tener la gracia de Borges.
Estas dos películas sirven para pensar en el gorilismo más rancio, sea desde el pánico a la avanzada comunista inmediatamente posterior a las “revoluciones” (Cubana y Libertadora), o a la fobia garantista frente al cabeza con camiseta de Boca (que en el fondo no es un mal pibe).
Este año me di cuenta que…: que antes de picar los tomates para la salsa, conviene darles un mínimo hervor, dejarlos enfriar y sacarles la cáscara y las semillas. Sirve el consejo para este preciso instante, que es el único mes en que se consiguen tomates realmente buenos.
Un texto: Los tuits de @aldemarce desde Cannes (y festivales varios), además de divertidos son un resumen muy ilustrativo de lo que depara al año cinematográfico. Pero si vamos a ser más puristas, la gente de Monte Hermoso Ediciones sacó una antología de textos la etapa cahierista de Olivier Assayas, que funciona muy bien como una conversación hermosa con todos los divagues necesarios para redondear ideas no necesariamente sobre el cine. Se llama “Presencias. Escritos sobre cine”.
Un fotograma:
La promesa del 2020: Lautaro García Candela (que sea un amigo, así eventualmente le pedimos plata para arreglar la humedad de las paredes)
Película testamento: La telenovela errante (Raúl Ruiz, Valeria Sarmiento): A diferencia de 24 frames (Abbas Kiarostami), que es claramente el final de una carrera, don Raúl vuelve de entre los muertos (sus Diarios son probablemente el libro de la década) y quedan esperanzas de que así siga sucediendo.
Película maldita: Dragged across concrete (Craig S. Zahler). Estaba comprada para su estreno en cines, pero como en una película de Zahler, sale todo mal: la distribuidora de su país le pide que la recorte, el director los manda a cagar, la película tiene un estreno en pocas salas y la lanzan en paralelo para alquilar en servicios de streaming (y por gentileza de rarbg y tamabin, en cuestión de minutos la tenemos para ver en el hogar). Todavía estamos esperando su estreno, en lo posible en un cine de barrio con pocos espectadores y mucho olor a humedad, que haya cedido a la gentrificación.
Flautazo: Force Majeure (Ruben Ostlund). Es como si nuestro César Aira escribiese una novela realmente graciosa, cuando intenta ser gracioso.
Una escena de la década: La mirada final de Rooney Mara a Cate Blanchett en Carol.
Un intérprete de la década: Nicolas Cage. Hay actores buenos, actores malos, y está Nick Cage, que es tal vez el único capaz de ser la marca autoral en películas buenas (Joe, Mandy, Dog Eat Dog) y en películas no tan buenas (que no hace falta mencionar).
Sol Santoro
Una película: Había una vez… en Hollywood (Quentin Tarantino)
Una canción:
Un texto: https://laagenda.buenosaires.gob.ar/post/188256195560/madre-no-hay-una-sola
Un fotograma:
La promesa del 2020: Phoebe Waller-Bridge. Más allá de que está claro que ya no es un perfil emergente, me parece interesante pensar cómo va a ser su carrera cinematográfica. Me intriga e ilusiona en partes iguales que sea ella quien haga el guión de Sin tiempo para morir, y para lo que venga después aquí estaré esperando.
Película maldita: En los 90 y Booksmart. Son películas que creo quedaron medio presas de un modelo de distribución injusto (no son las únicas y no abro la polémica por la distribución de cine local porque lloramos todos), y por supuesto son ejemplos de algo que pasa con muchas otras. Postergadas, llegan a mercados como el argentino mucho más tarde de lo que podrían, con pocas copias y no llegan a encontrarse con su público.
Flautazo: Voy a hacer algo medio arbitrario y es votar el contraflautazo, un gran director que me decepcionó: Historia de un matrimonio (Noah Baumbach)
Una escena de la década: Algo que me pasa con esta selección de década es que dado que estoy tratando de contestar sin googlear, con el objetivo de ir recordando y repasando qué películas, directores o momentos me gustaron, llamaron la atención o cachetearon, caigo una y otra vez en el último año. Estoy segura de que hay muchas escenas de esta década que vería en loop pero acá van solo algunas que me voy acordando, como flashes. De Parasite, la escena en la que escuchan a la familia que vive en la casa abajo de una mesa y luego, esa otra escena en el cumpleaños en la que se desata todo tipo de sangre y muerte. De Badur Hogar, me parece muy buena la escena del protagonista con su padre, en el auto, cuando este le dice que nunca quiso seguir el mandato de su propio padre. La secuencia final de Había una vez… en Hollywood me parece brillante y el enfrentamiento entre los personajes de Mark Hamill y Adam Driver en Star Wars VIII impecable. Cuando Lady Bird se tira del auto, el primer encuentro de las dos protagonistas en Carol, la batalla épica de Mad Max en la que aparecen esos seres voladores con guitarras, todos los encuentros entre director y actor en Dolor y Gloria, Furry Walls, el show circense de Madagascar 3, la espera en Zama, el llamado que le hace Hoffa a Frank en El Irlandés, la de la taza de té en Get Out, la intoxicación de Bridesmaids, toda la fiesta de Sisters.
Griselda Soriano
Una película: The Irishman. No diría que es la mejor película del año, pero es una que me permitió discutir, leer, escribir y cantarle el cumpleaños feliz a Scorsese en el Festival de Mar del Plata. Bastante bien.
Una canción: Hice un poco de trampa porque Os Verdes Anos es una película de 1963, aunque la vi por primera vez hace unos meses (y quizás sea mi película del año).
Va otra de yapa: esta canción que es el corazón de una escena musical hermosa de Portrait de la jeune fille en feu
Un doble programa: La vida de Oharu (Kenji Mizoguchi, 1952) y A vida invisível (Karim Aïnouz, 2019)
Este año me di cuenta que…: Este año me di cuenta de que, aunque todo el tiempo estemos hablando de que la crítica de cine ya casi no tiene lugar en este mundo, si paramos la oreja a la salida de una sala (o en una clase, en una reunión, o en cualquier lugar donde alguien se sienta compelido a hablar sobre una película con relativa “seriedad”) no son pocos los espectadores que comparten un idioma familiar. Es el idioma de una crítica que no es la que queremos ser pero que al parecer le enseñó a hablar de cine a mucha gente: el de las “películas cuidadas”, la “buena fotografía”, las “buena ideas a las que le sobra media hora”, los “temas arriesgados”; un idioma hecho de lugares comunes y que (como pasa con todos los lugares comunes) pone límites muy precisos a lo que se puede decir y por ende pensar, cerrando la conversación en vez de abrirla. Quizás, entonces, la crítica tenga más peso del que creíamos, de una manera en que no habíamos pensado. Quizás, entonces, haya que dejar la elegía y los círculos de iniciados para pelear ese espacio, para construir un idioma que permita pensar más allá del lugar común, para ver cómo hacemos para ampliar el territorio del cine y ampliarlo para todos.
Un texto: Este texto de Scorsese: https://www.nytimes.com/es/2019/11/11/espanol/opinion/martin-scorsese-marvel.html Que probablemente no diga nada que no estemos discutiendo todo el tiempo. Pero bueno: como lo dice Scorsese, se escucha más fuerte.
El hermoso discurso de Lucrecia Martel en el homenaje a Pedro Almodóvar en el Festival Internacional de Cine de Venecia. https://youtu.be/twE8HZH5wIc?t=513
Y este fragmento que incluye un abrazo de Coutinho:
Un fotograma: Quizás porque no pude evitar asociarlo con lo que dice Scorsese en el texto del que hablaba antes, este plano de The Irishman me rompió el corazón.
La promesa del 2020: César González
Película testamento: En esta década murió Chris Marker, mi director más amado, y ese día descubrí que podía llorar la muerte de alguien a quien nunca conocí. Su última película es de la década anterior, pero en esta nos dejó varias cosas hermosas en su usuario de YouTube: https://www.youtube.com/user/Kosinki
Para cumplir ligeramente mejor con la consigna, van tres películas:
24 Frames (Abbas Kiarostami, 2017)
Ultimas conversas (Eduardo Coutinho, 2015)
Out-Takes from the Life of a Happy Man (Jonas Mekas, 2013)
Película maldita: Antiporno (Sion Sono, 2017). Creo que no llega a calificar como “maldita”, pero de las muchas y muy variadas películas que Sion Sono nos dio estos años creo que Antiporno pasó más desapercibida de lo que merece.
Flautazo: Me pareció TAN buena esta categoría que me intimidó y me quedé en blanco. ¿O será que ya me volví un poco prejuiciosa, huyo de los directores que creo pésimos y me pierdo los flautazos?
Una escena de la década: El final de Zama.
Un intérprete de la década: No sé, pero lo primero que se me vino a la cabeza al leer esta consigna fue Zhao Tao bailando Go West en la nieve en el final de Mountains May Depart
Luciana Calcagno
Una película: La virgen de Agosto, de Jonás Trueba. Sé que varios pueden pensarla como una película menor o incluso “rara” dentro de la filmografía de Trueba, pero a mi me parece superadora. Tiene una manera de transcurrir igual a la de Itsaso Arana, su protagonista y guionista: etérea y cuidadosa pero con paso firme. Es delicada y a la vez infinitamente amorosa. Narra la confusión y los vínculos femeninos con amabilidad y sin idealizaciones. Y además de todo eso, es una película sobre una treintañera que se quiere tomar un respiro en Madrid, la mejor ciudad del mundo. Imposible no elegirla.
Una canción: “Suzanne” de Leonard Cohen acompañando la mirada triste de una vaca en O que arde (Oliver Laxe, 2019)
Un doble programa: The Irishman y Godfellas. Creo que no hace falta explicar por qué.
Este año me di cuenta que…: De que la política es hermosa, transformadora y necesaria, pero muchas veces decepcionante. Y lo mismo pienso sobre hacer y estrenar películas: tareas hermosas aunque llenas de complicaciones y problemas que suelen ser desalentadores. Pero a pesar de todo, hay algo de lo que estoy segura: tanto en la política como en el cine, siempre hay recompensa.
Un texto: Segundo año que no elijo un texto sobre cine, perdón amigos de LVU. “Sobre escribir” de Lorrie Moore en A ver qué se puede hacer. Ensayos, reseñas y crónicas, editado por Eterna Cadencia este año. Un ensayo que deberían leer todos aquellos que escriben o deseen hacerlo. Y de paso recomiendo Quién se hará cargo del hospital de ranas, la mejor novela que leí este año, también de Moore.
Un fotograma: Eva (Itsaso Arana) en La virgen de Agosto
La promesa del 2020: Benjamín Naishtat
Película testamento: Varda por Agnès. Quisiera haber descubierto a Varda mucho antes pero estaba muy ocupada viendo las películas de todos los varones del cine francés. Una lástima.
Película maldita: Tangerine, de Sean Baker.
Flautazo: Desearás al hombre de tu hermana. El director me parece bueno y siento que la película podría haber sido mejor -ya me parece bastante buena igual- si se hubiera arriesgado todavía un poco más. Creo que acabo de inventar el anti-flautazo.
Una escena de la década: La escena final de Estiu 1993.
Un intérprete de la década: Nahuel Pérez Biscayart
José Miccio
Una película: Había una vez… en Hollywood
Una canción: “¿Tenés miedo de que Jim Morrison sepa que bailás con Paul Revere”?
Un doble programa: Hablemos de cosas importantes, que para eso existe el cine, no para perder el tiempo en pavadas. En 1993, el Scott bueno dirigió True Romance a partir de un guión de Tarantino. La volví a ver este año, después de dos décadas. Es hermosa. Christian Slater anuncia la camisa y los lentes de Brad Pitt en Había una vez… en Hollywood.
Este año me di cuenta que…: que soy más peronista de lo que pensaba.
Un texto: Esta parte del diálogo entre Scorsese y Tarantino:
MS: Siempre pienso en el polvo.
QT: La sangre en la cara transpirada.
MS: Es genial. Nunca pude hacerlo, pero está en la escena con el pequeño niño mexicano en Érase una vez en el Oeste, cuando se revela que su hermano está siendo colgado.
QT: Sí, sí.
MS: Y está parado en sus hombros, y él cae de rodillas, y es captado con el polvo. Lo intenté.
QT: Oh sí— Imposible.
MS: Lo intenté incluso en La última tentación de Cristo; no funcionó. María y Marta llegan, Jesús está por resucitar a Lázaro. No funcionó. Estábamos en Marruecos. Harvey estaba conmigo. No lo logramos. Nunca. Tal vez sea el polvo. No sé qué es.
QT: Sí, es ese polvo duro ¿no? Necesitás tierra española. Necesitás la tierra de Almería.
Completo acá: https://revistaruda.com/2019/11/01/quentin-tarantino-y-martin-scorsese/
Un fotograma: El plano final de Había una vez en… Hollywood.
La promesa del 2020: Clint Eastwood
Película testamento: La noche de enfrente (Raúl Ruíz)
Película maldita: No sabría decirlo. Pero tengo la sensación de que Más allá de la vida quedó como una película menor dentro de la filmografía de Clint Eastwood. O peor: como una película new age. Es todo lo contrario. Y es hermosa.
Flautazo: La mejor categoría jamás imaginada para una encuesta. Odio que no se me ocurra ninguna película que la honre. Pero digamos que Melancolía tiene esa escena de erotismo maldito y recaliente en la que Kirsten Dunst se entrega desnuda al planeta que va a terminar con nuestro mundo, y que debe ser lo mejor que filmó Von Trier. Evidentemente, el cine sopla en cualquier lado.
Una escena de la década: La de Andrew Garfield y el compositor de canciones en Under the Silver Lake.
Un intérprete de la década: Por lo que hizo en la última de Tarantino, Brad Pitt. Directo al Olimpo.
Mercedes Arias
Una película: Parasite
Una canción: Es 2018 pero yo la vi en 2019. “Générique” de Miles Davis, en Burning de Lee Chang-dong.
Un doble programa: Space Dogs / Heart of a Dog
Este año me di cuenta que…: Bong Joon-ho es peronista.
Un fotograma: Lluvia de Jaulas (César González)
La promesa del 2020: Cesar González / Elsa Kremser y Levin Peter
Un intérprete de la década: Joaquin Phoenix
Victor Guimarães
Una película: La primera vez este año en que tuve una idea clara de que me enfrentaba a una película decisiva para el cine de hoy fue cuando vi Ich war zuhause, aber, de Angela Schanelec. Esa sensación pasó un par de veces más, pero me gustaría destacar esta película.
Una canción: I see a darkness, en esta grabación de Bonnie ‘Prince’ Billy al final de Ne croyez surtout pas que je hurle, de Frank Beauvais. Estaba en Berlín, ya al final del festival, y me encontré con esta película que era a la vez un buceo en un abismo de tristeza y un lugar perfecto para alguien a quien, muchas veces, le gusta ir solo al cine. Muy cansado, me dormí un buen rato y me desperté ya en los créditos, con esta canción. Volví al día siguiente para ver la película de nuevo. La vi entera de esta vez. Al final me di cuenta de que quizás haya vuelto al cine para escuchar de nuevo la canción.
Un doble programa: Roma (Alfonso Cuarón, 2018) + Agarrando Pueblo (Luis Ospina & Carlos Mayolo, 1977) Un doble programa dialéctico que me ha asombrado durante este año. Si uno vuelve a Agarrando Pueblo inmediatamente después de ver Roma, nunca más acepta las innumerables Roma que son hechas cada año.
Este año me di cuenta que…: Este año me di cuenta de que tener demasiadas pocas dudas es un problema importante, sobre el cual hay que trabajar insistentemente.
Un texto: “Against Lists”, de Elena Gorfinkel. Quizás sea el texto más provocativo que haya leído este año. Bellamente escrito y con una energía de combate que raramente se encuentra en la crítica de hoy. Como todo manifiesto, uno no debe tomar las propuestas literalmente. La potencia de movimiento que el texto instaura es lo que más importa.
Un fotograma: El plano final de Vitalina Varela, con su amplitud y su aireación, con sus montañas al fondo y su promesa fallida de futuro, es a la vez una inyección de aliento en la densidad opresiva de la película y una nota extremadamente trágica porque solamente puede existir en la imaginación. Es una reconfiguración visual completa y, por contraste, la justificación del estilo esculpido a lo largo de más dos décadas por Pedro Costa, Leonardo Simões, Ventura, Vitalina Varela y tantos otros artistas en los barrios caboverdianos de Lisboa.
La promesa del 2020: Getúlio Ribeiro, director de Vermelha (Brasil, 2019). Una de las mayores alegrías de un cinéfilo es descubrir una película cuyo idioma secreto no es aún decodificable. El primer largo de Getúlio Ribeiro me hizo acordar la emoción de descubrir Pude ver un puma, de Teddy Williams, por primera vez. En ambos casos, experimenté un sentimiento único: presenciar un mundo en estado de inauguración. Y así como Williams fue un director imprescindible para mi cinefilia en esta última década, espero con mucha anticipación lo que puede venir de la imaginación de este joven director brasileño.
Película testamento: Fueron muchas las películas testamento en esta década, desde Outtakes from the life of a happy man de Jonas Mekas hasta Visita ou Memórias e Confissões de Manoel de Oliveira. Pero ninguna me ha emocionado tanto como No Home Movie de Chantal Akerman. La vi poco tiempo después de su muerte y saber que era su última película influyó decisivamente en la experiencia. Más allá de eso, se trata de un punto altísimo en las investigaciones akermanianas sobre las relaciones entre lo personal y lo cinematográfico.
Película maldita: Me encantaría que el primer largo de Adirley Queirós, A Cidade é uma Só? (2011), fuera mínimamente conocida afuera. En Brasil, no hay ningún film más decisivo en la década. En el cine independiente brasileño hay un antes y un después de esa película.
Flautazo: Wonder Wheel (Woody Allen, 2017). Nunca fui un admirador de Woody Allen. Siempre miré sus películas con una cierta distancia, sin pasión y, en los últimos años, con un desinterés creciente. Quizás me haya gustado una película u otra de los setenta u ochenta, pero nunca construí nada parecido a una relación propia, singular, con alguna de ellas. Hasta que un día, sin la menor expectativa, entré al cine y me deparé con esta película misteriosa, encendida, única. La artificialidad de la puesta en escena, las luces manieristas de Storaro, la deliciosa sobreactuación del reparto, las capas sobrepuestas de la narración… No sé si es accidentalmente buena, pero nunca más encontré en Allen lo que encontré aquí: ni en las películas anteriores a esta, ni en las posteriores.
Una escena de la década: El fragmento final de 24 frames, de Abbas Kiarostami. Si la película entera es una investigación extraordinaria sobre las cualidades pictóricas del cine, en el último frame el cine brilla en su singularidad: una mujer en frente al beso final de una película de William Wyler, una ventana cerrada – y sin embargo abierta hacia al mundo allá afuera –, un universo de movimiento y energía incomparable acá adentro, una canción de amor. No habría manera más hermosa de concluir la obra de un cineasta imprescindible.
Un intérprete de la década: En términos de actuación, nada me ha impresionado más en estos últimos años que las performances de Maria José Novais Oliveira en las películas de André Novais Oliveira. Su trabajo consiste en subvertir todas las expectativas sobre qué significa una buena actuación. En primer lugar, porque la primera impresión es que no actúa, sino que simplemente reproduce sus gestos cotidianos, su habla cotidiana, su vida cotidiana fuera del cine. Pero, de repente, un gesto, una palabra, una manera de decir inaudita emerge en la escena para sorprendernos y llevarnos a otro lado. Bajo la superficie de la voz más dulce jamás filmada, se encuentra un mundo interior lleno de imaginación y misterio.
Alejandro Small Rivera
Una película: Vitalina Varela
Un doble programa: La chucha perdida de los Incas (“Huanchaco”, 2019) + El tesoro de la sierra madre (John Huston, 1948)
Este año me di cuenta que…: hay sentimientos que solo el cuerpo sabe, puede y debe, expresar.
Un fotograma: Los pies de Vitalina.
La promesa del 2020: Es mejor no decir su nombre por el momento, pero hay una promesa peruana. Una camada se asoma.
Película testamento: 24 frames – Abbas Kiarostami.
Película maldita: Un fuego lejano (Chile, 2019) Los amigos Diego Soto y Manuel Blastelica me han sorprendido tanto por su sin fortuna como por su talento. Que su premiere internacional en Transcinema les dé un empujón.
Flautazo: Estaré muy atento a las respuestas de esta encuesta.
Una escena de la década: Cada vez que Agüero se pregunta qué es lo cinematográfico en Como me da la gana II / La intro de Viejo Calavera.
Un intérprete de la década: Ignacio Agüero.
Iván Zgaib
Una película: Vitalina Varela: una película sobre las sombras, el inframundo y las tinieblas. Me hizo soñar por días. Bonus tracks. Sol Alegria de Tavinho Teixeira: una rareza brasilera que pervierte los géneros cinematográficos y sexuales hasta crear una utopía. The World is Full of Secrets de Graham Swon: una película de terror sobre un mundo que amenaza con quebrar la inocencia.
Una canción: Cada una de las hermosas escenas musicales de The Beach Bum, tan injustamente ninguneada. La película arranca con A Pirate Looks at Forty y esa secuencia donde Moondog se tambalea borracho por el puerto y se encuentra un gatito blanco y lo adopta. Después lee un poema tan crudo y tan dulce que dice: “(…) me levanté a las 4 de la mañana y tuve que mear, como hacen los tipos, y miré mi pija. Y al hacerlo sentí tanta ternura en mi corazón, sabiendo que había estado adentro tuyo dos veces ese día”. Un adelanto de la briza ligera y placentera que sopla durante toda la película. Después está la escena lisérgica, a orillas de una piscina de millonarios y envuelta en una nebulosa rosa, mientras suena Just Like Heaven de The Cure. Moondog descubre que su esposa está besando a otro tipo y en vez de explotar en una escena dramática y resentida se termina zambullendo en la pileta y abrazando a su hija. Puro amor. Ninguna de las dos escenas está en youtube, pero sí se puede ver ésta otra, que es casi igual de bella. ¿Qué bien que filma Harmony Korine! Y ya que hablamos de él y del fin de una era, no está mal recordar que en 2012 la década recién había empezado y este tipo ya nos había dado uno de los mejores momentos musicales de los próximos diez años. El pop filmado en toda su potencia ambigua; brillante y violento, angelical y demoledor. Everytime de Britney flotando fantasmalmente.
Un doble programa: The Beach Bum (2019), Harmony Korine / Boudu sauvé des eaux (1932), Jean Renoir
Este año me di cuenta que…: la mayor parte de la gente se ríe cuando digo esto y no me cree o piensa que lo digo en joda, pero My Best Friend’s Wedding es una obra maestra.
Un texto: Una crítica de este año: Santiago Cragnolino, sobre Once Upon a Time in Hollywood (http://www.conlosojosabiertos.com/centro-los-margenes-habia-una-vez-hollywood/). Santiago escribe sobre una de las películas más comentadas del año y aún así logra llevarnos a lugares inesperados (los que las mil y un criticas restantes no transitan). Considerando que el texto piensa cómo Tarantino explora los márgenes, el gesto de Santiago es casi performático.
Un libro, lateralmente vinculado al cine: Pueblos expuestos, pueblos figurantes de Georges Didi-Huberman. Hay un capítulo entero dedicado a Pasolini que es fantástico, como todo el libro. Un antes y un después en mis lecturas ♥ Dos libros sin relación al cine, pero muy bellos: Mentirosos enamorados de Richard Yates y Amarillo sobre amarillo de Pablo Natale.
Un fotograma: High Life, de Claire Denis.
La promesa del 2020: Graham Swon, después de ver The World is Full of Secret.
Película testamento: Outtakes from the Life of a Happy Man (2012), Jonas Mekas.
Película maldita: Jovens Infelizes ou Um Homem que Grita não é um Urso que Dança (2016), de Thiago B Mendonça. Wonderstruck (2017), de Todd Haynes
Flautazo: No creo que sea “accidentalmente buena”, pero siempre miré con recelo a Lanthimos y The Favorite me pareció bastante buena.
Una escena de la década: En El auge del humano (2016), de Teddy Williams: la escena que empieza en un supermercado argentino siguiendo al protagonista y después lo cambia por una chica, sale a la calle, entra en una casa oscura, llega a una habitación y termina metiéndose por la pantalla de una computadora hasta llegar a Mozambique. El trayecto entero se hace en un plano secuencia, salvo por un corte sobre el final. Una síntesis perfecta del tratamiento espacial y temporal en toda la película: una poética de la desorientación y del desplazamiento.
En Once Upon a Time in Anatolia (2011), de Nuri Bilge Ceylan: la deriva de la manzana y el viento.
Un intérprete de la década: Greta Gerwig es la anti-Actors Studio. Nada de método, nada impostación (cof cof, nada de Meryl Streep). Sus actuaciones pasan desapercibidas porque no tienen grandes momentos de exhibición; conforman un trabajo orgánico de principio a fin. Greta es capaz de llevar personajes extremos y difíciles de querer a lugares de una empatía inusitada. La incomodidad es descarnada, pero siempre hay un límite que evita caer en la mera explotación. Antes están las fisuras, la ternura, la fragilidad. Creo que es un rasgo *tan* autoral que se percibe también en su obra como guionista y como directora. Sólo basta ver el trabajo solitario de Baumbach para notar cómo la tendencia al cinismo de él desaparece cuando trabaja con ella.
Nicole Brenez
Una película: Solitude(s) L’insomnie de Valérie Massadian . Cuando una película se convierte en amor.
Una canción: El grupo A Filetta en “Blue Night” (“Nuit bleue”), de Ange Leccia, 2010 y una música en una película: por primera vez en la historia, los bailarines de la Ópera de París bailando afuera El lago de los cisnes de Tchaïkovski por estar de paro (24 de diciembre, 2019).
Un doble programa: Zones & Passages de Iro Siafliaki, 2019 y todos los filmes del Grupo Medvedkin en Besançon y Sochaux (1967-1974) – Estas películas hacen vivo y concreto el principio revolucionario de “autogestión” en el cine.
Este año me di cuenta que…: Hasta la industria de Estados Unidos se dio cuenta de que el cine está bajo ocupación.
Un texto: La crítica de Nicolas Klotz sobre “The Image Book” de Jean-Luc Godard.
Un fotograma: La estructura de su nueva película, Scénario, que Jean-Luc Godard me envió el 14 de marzo de 2019.
La promesa del 2020: Colectivo Los Ingrávidos (Mexico)
Película testamento: La sublime Out-takes from the Life of a Happy Man (2012) by Jonas Mekas
Película maldita: Jajouka, something good is coming to you (Jajouka, quelque chose de bon vient vers toi), 2012, de Eric Hurtado y Marc Hurtado, una verdadera obra maestra condenada a lo largo de su proceso.
Flautazo: Dunkirk (2017) de Christopher Nolan
Una escena de la década: En su gran ensayo fílmico The Image You Missed (2018), Donal Foreman editando el material crudo de su padre para excavar de él la película de ficción que su padre, Arthur MacCaig, nunca pudo completar.
Un intérprete de la década: Denis Lavant
Santiago González Cragnolino
Una película: Suburban Birds de Sheng Qiu. Sigue vigente la idea de Rosenbaum, de las películas como envíos de un periódico internacional, que reporta sobre el presente de personas de los más lejanos rincones del mundo, de una manera sensible privilegiada.
Una canción: Una historia de terror, narrada en un poco menos de 40 minutos, en una sola toma. Esa secuencia es el plato fuerte de una de las películas más arriesgadas que vi en mucho tiempo, The World is Full of Secrets de Graham Swon. La película enlaza casi todos sus planos con fundidos encadenados, lo que funciona como una metáfora sobre su propia construcción: bajo su apariencia sencilla, se acumulan capas sobre capas de ideas cinematográficas.
Un texto: Es una gran pérdida que Kent Jones, un crítico top 5 mundial, se haya retirado de la profesión tan prematuramente. Este año Con los ojos abiertos reedito un texto suyo de 2015, “Una acción vale más que mil palabras”. Una carencia de mi cinefilia terriblemente autorista, se debe a haber seguido muy al pie de la letra el dictamen de Hitchcock, que le dice a Truffaut en sus conversaciones que “los actores son ganado”. Kent Jones, que filmó una película sobre esas charlas, hace lo contrario y escribe un texto maravilloso sobe la actuación como elemento de tensión de la puesta en escena, y restituye el valor de actores y actrices como colaboradores creativos de quien dirige y firma la película. Las ideas son mucho más jugosas que en este escueto sumario y envidio profundamente la metáfora del pez luna.
El texto se vincula para mí con una película muy importante para mí, que es (hoy) mi película de la década, The Master (Paul Thomas Anderson, 2012). Seguramente el trabajo de Philipp Seymour Hoffman y Joaquin Phoenix (y Amy Adams -sólo en menor medida porque no comparte tanto tiempo en pantalla-) es magnificado por la puesta en escena de Anderson y los planos ampulosamente ingeniosos que dan forma a esta película. Pero también podemos decir que PTA sale bien parado gracias a dos actores inmensos que pueden soportar sobre sus hombros el peso de semejante despliegue, que interpretan sus intenciones y le dan vida a sus ideas (e incluso las complejizan). Las múltiples facetas de los personajes no son determinadas por el encuadre y trascienden lo que se pudo haber puesto por escrito en un guión (sin contar las múltiples y dementes líneas improvisadas que aportaron por su cuenta). He leído que Thelonious Monk fue un maestro del jazz en el piano por las notas que no tocaba, por lo que hacía suceder entre notas. De manera similar, Phoenix y Seymour Hoffman hacen música en cada uno de los parlamentos, pero fundamentalmente entre los diálogos. Un pequeño gesto con las manos, un acento con el mentón, un ligero cambio de postura, una inflexión en la forma de disponer el cuerpo frente a quien comparte la escena; las oscilaciones que ponen un manto de ambigüedad sobre lo que dicen y nos hacen pensar sobre su reacción a lo que escuchan u observan.
La forma de disponer los cuerpos en el plano es un arte perdido del cine clásico, en la medida que las películas estadounidenses se refugian cada vez más en el plano medio y el primer plano, con el plano americano que definió en algún momento su cinematografía como (casi) una reliquia del pasado (salvo como establecimiento de una situación que luego se decide en planos cortos). Es un arte perdido para los directores (que mueven la cámara y no a los actores) y para los intérpretes (que se ven limitados a usar ojos, frente y boca como instrumentos).
La locura y la irresponsabilidad animalesca de Freddie Gibbs versus el (ilusorio) auto-control y la exagerada dignidad de Lancaster Dobbs. El conflicto, traducido en juego corporal, ayuda a darle forma a una película que tensiona permanentemente una forma clásica de narrar con sus impulsos más abstractos, una serie de ideas elocuentes con dudas irresueltas, un punto de vista preciso con una mirada perpleja. Lo maravilloso es que los personajes y sus actores no representan dos metáforas, dos posturas vitales, simplemente dos polos opuestos, estáticos en su lugar en el esquema; sino que ambos se mueven por un amplio terreno hasta que convergen en varios puntos. El director y sus intérpretes crearon un lenguaje común que le da un marco de comprensión a un material frágil e inestable, la arbitrariedad creadora. Lograron hacer una película sobre la indeterminación y la incertidumbre (mayúscula, existencial) que no cae en un vacío gratuito ni le falta el respeto a la inteligencia de su público vociferando una serie de paradójicas certezas. La relación de The Master con la historia es indirecta (pero cuidadosamente pensada, de manera que condensa décadas, desde la posguerra hasta hoy) y su vínculo con el presente es tan hermosamente oblicuo que es difícil no sentir que se empequeñece en este breve comentario; aun así voy a decir que Phoenix y Seymour Hoffman entregaron sus cuerpos a distintas maneras de lidiar con la creencia trascendental y con su ausencia, transformados en cajas de resonancia de la actualidad y los años venideros. (Con disculpas por el acceso de futurología)
Una canción: (I’d Like to Get You on a) Slow Boat to China, es la que canta Seymour Hoffman cerca del final de The Master. La escena tiene todos los matices tonales de la película, su carácter polifacético (gracioso, absurdo, solemne, trágico, plebeyo, refinado) y la canción abre tantas interpretaciones y trae de vuelta tantos temas y motivos esbozados a lo largo de la película (que en mi comentario no llego ni a mencionar). Una escena tan absorbente o magnética. No me alcanzan las metáforas físicas. La escena me lleva hacia dentro de la pantalla, que se transforma en uno de los ejercicios de hipnosis de Lancaster Dobbs, emocionalmente agotador y desconcertante intelectualmente. Una de las tantas interpretaciones que ofrece el título es que The Master, el maestro, el amo, es el cine. Y el espectador, la espectadora, su conejillo de indias, súbdito o aprendiz. (Y la película nos deja ver como ese tipo de relación siempre se puede invertir).
Este año me di cuenta que…: En los últimos años he vuelto a leer a David Bordwell, no sólo por su dedicación analítica a la hora de desmenuzar películas, sino por sus aportes al estudio de las prácticas industriales y su relación dialéctica con los resultados estéticos. Si digo que este año me di cuenta de la importancia del contexto de producción, no voy a sonar muy avispado. Pero voy a dejar un ejemplo que me parece maravilloso.
En The Way Hollywood Tells It, Bordwell describe cambios y continuidades del sistema clásico del cine industrial, desde los años ’60 hasta esta parte. Un cambio notable en la construcción de las escenas en este período es la brevedad cada vez más acentuada de las tomas utilizadas y el uso de una escala de planos cada vez más corta (como decíamos, las escenas suelen privilegiar planos medios y primeros planos). Bordwell encuentra muchas explicaciones para fundamentar este cambio (entre otras: una noción difusa, pero difundida acerca de la “energía” de los planos; la lógica económica a la hora de rodar, la influencia de la televisión) y no deja pasar uno que me resulta asombroso. A comienzos de los ’60 se perfeccionó la cinta scotch, que vino a reemplazar al pegamento en la sala de edición, como instrumento para juntar los distintos trozos de fílmico que componían la película final. Eso permitió a los montajistas de ese entonces cortar a menudo y con confianza, sin temer arruinar todo su trabajo de forma casi irreversible. ¡La cinta scotch como elemento revolucionario del lenguaje cinematográfico! ¿quién lo hubiera pensado? Un pequeño artículo multiuso del hogar cambió para siempre nuestra forma de ver las películas…
Exagero (exageradamente), por supuesto. Me gusta la anécdota para ilustrar la importancia que tiene entender las condiciones materiales de producción de los objetos a los que dedicamos nuestra vida. Y de manera más general y desafiante, me hace pensar sobre todo lo que no sabemos y ni siquiera sospechamos.
Pido disculpas por no contestar todas las consignas. En varias sinceramente no sabía que responder. Otras quedan contenidas, creo, en lo que sí escribí. De cualquier manera, ya abusé escandalosamente del espacio que generosamente me brindaron. Felices fiestas y próspero 2020.
Alejandro Cozza
Una película: Dragged across concrete (S. Craig Zahler)
Una canción: Es muy potente el momento en que suena “Let’s dance” de David Bowie en versión de M.Ward en I was at home but… de Angela Schalenec.
Y aca la versión entera de la canción:
Otra, las kolombias sonadas y bailadas en la mexicana Ya no estoy aquí de Fernando Frias. Algo de esto en el trailer:
Un doble programa: La escena de la terraza en John Wick 3 donde Laurence Fishburne está rodeado de palomas linkea directamente con Ghost Dog de Jarmusch. Para nada mal como programa doble de asesinos a sueldos solitarios.
Este año me di cuenta que…: El cine argentino tiene una variedad enorme de expresiones y realizadores, nadie negaría eso. Pero que este año particularmente en la mayoría de sus vertientes solo repite fórmulas hiper probadas que encajan en diferentes mercados, sean más o menos independientes o industriales. Salvo excepciones: como las nuevas películas de Santiago Loza (Breve historia del planeta verde), Albertina Carri (Las hijas del fuego) o Gustavo Fontan (La deuda). ¿Algunas otras? La Flor por supuesto, pero sería del año pasado, lo demás entra en un terreno de falta de riesgo y personalidad pasmoso. La pregunta sería ¿qué factores hay para que se haya llegado a esta situación? Y si se nos ocurre hacer una antojadiza comparación con todo lo extraordinario que está ocurriendo con el cine brasileño en estos momentos en materia de radicalidad estética, la brecha se agranda y las respuestas pueden ser harto complejas.
Un texto: No sé si vale un libro entero, pero este año me topé con “Días de un cámara” de Nestor Almendros y muchísimas de sus reflexiones me parecieron reveladoras, además de volver a encontrar desde otra perspectiva, los rastros y testimonios del “fuego sagrado” de una época del cine como la nouvelle vague.
También varios momentos del libro “Presencias”, editado por Monte hermoso, sobre Olivier Assayas. Pero particularmente el largo texto de 1993 inédito (hasta ese momento y reescrito para la ocasión del libro) llamado Imágenes habitadas en donde sobre la visión de un cuadro figurativo de Balthus, Assayas relata en forma autobiográfica sus ideas en torno al cine y sus crisis de identidad en ese momento presente, y allí dice sobre el final una reflexión entorno a la obra de un cineasta: “… la obra es lo que permanece: no lo digo en el sentido ingenuo de la relación con la posteridad, lo digo como uno diría del sustrato resultante de un experimento químico. Lo que emerge del ser humano, del hombre tal como lo revela su obra, en su complejidad, en sus contradicciones, en su búsqueda, consciente o no, como ocurre con un pintor periodo tras periodo. El itinerario de un artista con sus altibajos, sus retrocesos y avances, película tras película, es la vida misma. La experiencia cada vez singular, cada vez única, cada vez aberrante también, del encuentro entre un arte y un individuo, cuestionado cada vez, en esencia, el tema central, que no es otra cosa que el de la representación. El cine para mí es eso: son los cineastas y la relación con el mundo que se desprende de su obra. En resumen, no es el cine sino lo que hacen las individualidades, como lo transforman.omás bien como lo usan para capturar no la realidad, sino las sombras que acechan su percepción de lo real. “
Un fotograma: El último plano de Vitalina Varela de Pedro Costa. El único plano “luminoso” de la película en donde en este extracto que tomé de la pantalla del Auditorio en el Festival de Mar del Plata donde vi la película, no se alcanza a ver aún a la mujer (¿una joven Vitalina?) que se asomaría parada sobre ese techo (¿en Cabo Verde?) y miraría hacia fuera de cuadro (¿hacia un porvenir aciago?). La in-certeza como método creativo y compositivo.
La promesa del 2020: Joseph Kahn y S. Craig Zahler serán los cineastas fundamentales de los próximos años. Rian Johnson también podría ocupar el podio en tercer lugar.
Película testamento: Es difícil no poner en primer lugar a Raul Ruiz (fallecido en 2011) y sus varios proyectos póstumos estrenados. Desde Misterios de Lisboa a La noche de enfrente, pasando por La telenovela errante. También es ineludible como testamento Que el diablo nos importe de Jean Claude Brisseau.
En las antípodas de estos veteranos directores, hay que mencionar a An elephant sitting still de Hu Bo. Opera prima, magna y definitiva, de un joven de 29 años antes de su suicido.
Película maldita: Bodied, definitivamente, merecía ser la película más grande de nuestra era. No sé si le entra el mote de “maldita”, pero seguro debiera ser más considerada por todo un establishment cinematográfico.
Flautazo: Ron Howard siempre me pareció insoportable, pero hizo Rush, mis respetos ahí. Algo parecido podría decir sobre Melancholia de Lars Von Trier.
Una escena de la década: El extraordinario montaje de la escena de sexo en el auto en de Orson Welles en The other side of the wind. ¡Ah, no! ¡Pero es de 1976 la película!
Entonces la escena de la persecución en Mad Max: Fury Road. ¡Ah, no! ¿Pero así es toda la película entera? Bueno, capaz toda la película sería mi elección.
Y sino, vi esta semana por primera vez El hombre de Paso piedra de Martin Farina gentileza de Santiago Gonzalez Cragnolino que me la recomendó fervientemente y la eligió con justicia entre lo mejor de la década. La escena/clip musical noventeso con la canción “Guarida” de Coiffeur de fondo es probablemente el mejor momento del cine argentino en muchísimos años, bueno, tal vez junto con el final de La noche de Edgardo Castro.
Un intérprete de la década: Adam Driver es la gran figura de la década, ya un actor de porte y status clásico. Y Valeria, Laura, Pilar y Elisa las Piel de Lava en La Flor.
Ceci Oliveras
Una película: ¿Se pueden poner 3? La que más me conmovió: Arábia de Affonso Uchoa y João Dumans. La que más me impactó: High Life de Claire Denis. La que me maravilló formalmente: Vitalina Varela de Pedro Costa.
Una canción: La que suena en los minutos iniciales de Arábia: Blues run the game de Jackson C. Frank y todo el resto de su increíble soundtrack.
Un doble programa: Una canta, la otra no (1977) de Agnès Varda y Las Hijas del fuego de Albertina Carri. No sólo por la temática feminista sino por el optimismo contagioso y cierto aire “punk luminoso” que ambas transmiten.
Este año me di cuenta que…: Que gracias al cine, la música y la literatura muchxs pudimos refugiarnos y sobrevivir a estos 4 años de oscuridad neoliberal.
Un texto: e texto de Ivan Zgaib en La vida útil sobre High Life y el texto de Sebastian Hacher sobre el sonido en el cine de Martel (que es de 2011, pero leí este año) https://nocontesta.wordpress.com/2011/11/15/lucrecia-martel-y-el-sonido/
Un fotograma: Adjunto uno de Arábia y agrego cualquiera de los claroscuros de Vitalina Varela (no encontré uno digno del film en internet)
La promesa del 2020: Teddy Williams, María Aparicio.,Santiago Reale, Fernando Restelli
Película testamento: Varda por Agnès (porque un montón de gente se acercó a su filmografía gracias a su película póstuma)
Película maldita: Todas las de Terence Davies , no porque le haya ido mal sino porque aún es desconocido por el gran público, después de tantas obras maestras conmovedoras y accesibles.
Flautazo: No se me viene nada a la mente, creo que no me arriesgo demasiado, pero podría poner varias películas de directorxs muy buenos que hicieron películas que no me gustaron nada: Por ejemplo odie Los amantes pasajeros de Almodovar, Sólo los amantes sobreviven de Jarmusch y Dulces sueños de Marco Bellocchio. O películas a las que llegué con mucho prejuicio por su temática o marketing atrás, pero que me encantaron como por ejemplo Zoolander de Ben Stiller, A Star Is Born de Bradley Cooper o Baby Driver de Edgar Wright.
Una escena de la década: Sin pensar mucho las primeras que se me vienen a la cabeza son: Agnes sollozando porque JLG no la recibe en Visages Villages, Los cadáveres de los presos-astronautas flotando en el espacio en High Life, todas las borracheras felices o patéticas de las películas de Hong, el orgasmo mental de Emily Dickinson en A Quiet Passion.
Un intérprete de la década: Me gusta mucho Adam Driver, lo descubrí en la serie Girls y desde ahí le sigo los pasos y Sofía Gala, sobre todo en Alanis, pero siempre está bien incluso en la vergonzosa serie que hizo Burman para Netflix.
Eduardo Cruz
Una película: Dolor y gloria de Pedro Almodóvar. Mentiría si niego que el motivo para seleccionarla se reduce a la profundidad con la que me conmovió mientras la veía. Hace mucho no salía tan afectado de una sala de cine.
Una canción: ‘Yo soy el fuego’ de Pilar Gamboa y Héctor Díaz en La flor (Mariano Llinás).
Un doble programa: Uno de los cortometrajes más bellos y potentes que vi este año y una de mis películas favoritas de siempre: Onde o Verão Vai: episódios da juventude de David Pinheiro Vicente / Le diable probablement / Robert Bresson.
Un texto: Dos propuestas. La primera es una publicación completa. Fireflies Magazine es una de las publicaciones más libres y estimulantes que he descubierto este año, no sólo en sus contenido sino también en su forma. La edición dedicada a Albert Serra y Alain Giraudie es genial. (https://www.fireflieszine.com)
Por otro lado, (y sin ánimo de lucro, lo prometo haha) me gustaría compartir también este texto publicado en Correspondencias, No. 08: “Ted Fendt, stilnovista” de Salvador Amores, que de alguna manera dialoga con el texto publicado en La Vida Útil No. 1. y desde los cuales de pueden tender puentes: http://correspondenciascine.com/2019/04/ted-fendt-stilnovista/
Un fotograma: Portrait de la jeune fille en feu de Céline Sciamma / Página 28.
La promesa del 2020: La palabra promesa me genera un poco de conflicto pero recomendaría seguir el trabajo de Camilo Restrepo.
Película testamento: No creo que haya alguna última película esta década tan lúcida y tan consciente de su propia finitud y, al mismo tiempo, sin drama ni autoconmiseración que Varda par Agnés de Agnés Varda.
Película maldita: Hay un escena medular en Orly de Angela Schanelec, casi perfectamente musicalizada por Cat Power: en el centro de un gentío apresurado. un mirada discreta entre dos desconocidos. Tan sutil como sublime. La calidad del video es muy mala pero dejo esto aquí por si ayuda de algo:
Un intérprete de la década: Ventura, actor de Pedro Costa.
Daniel Ángeles Hernandez
Una película: Synonymes de Nadav Lapid
Una canción: “Just Like Heaven” de The Cure en The Beach Bum de Harmony Korine.
Un doble programa: The Lighthouse (Robert Eggers) con 9 dedos (forzando un poco el término “vieja”) de F. J. Ossang.
Este año me di cuenta que…: Sobre la crítica: (…) comparada con el acto de creación, ésta (la crítica) es una tarea aparentemente secundaria. Pero nunca ha representado tanto como ahora. Sin ella, es posible que la misma creación se hunda en el silencio — George Steiner en Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano.
Un texto: Leyéndolo a cuenta gotas, en PDF y por pedazos, Diario, de Raúl Ruiz. A cada tanto Ruiz nos hace pequeños:
Una de las cosas más inquietantes del cine es la mainmise de la música sobre la imagen. Su efecto predador. Su capacidad de unificar direcciones de secuencias en movimiento que divergen dentro de la imagen. Otro problema es el efecto forzosamente paródico de citación. Su capacidad de crear vasos comunicantes con otros films. Viejos problemas: todos los films están contados (principio retórico gracianiano) como los espejos. Sueño hacer un film visto por un vendedor de zapatos que sólo ve zapatos, de los que eventualmente caen historias como peras maduras.
Un fotograma: Largo viaje hacia la noche, Bi Gan
La promesa del 2020: Pablo Escoto, México. Director de Ruinas tu reino
Película testamento: Qué difícil es ser un dios, de Aleksei German, muerto en 2013.
Película maldita: Me fue sumamente difícil contestar esta pregunta, por tantas que siendo buenas no tuvieron tanta suerte. Así que se las cambio por la que creo es la cinta más sobrevalorada de la década, idea que creo sí tengo muy clara: Roma, de Cuarón.
Flautazo: No es una gran película, de hecho está lejos de ser siquiera una película mediana, pero no quería desperdiciar un lugar más para decirlo después de que responder este apartado se me complicara tanto. Chicuarotes, del actor venido a director Gael García Bernal, es acaso, una buena película porque nos recuerda lo que no se debe de hacer teniendo la oportunidad, contactos (Thierry Frémaux dijo que la cinta dejó huella en la memoria del comité de Cannes, aunque inteligentemente no le puso ningún adjetivo a su declaración) y recursos para hacer una película. Disculpen mi momento de catarsis y el revoltijo que hice con la pregunta, pero se ganó un lugar entre las peores cintas de la década.
Una escena de la década: Cualquier fragmento de Leviathan (2012), documental de Lucien Castaing-Taylor y Verena Paravel. Pero en especial aquel en el que la cámara entra y sale del mar para registrar el vuelo y búsqueda de comida de las gaviotas.
Un intérprete de la década: Juliette Binoche
Guillermo Franco
Una película: The Mule, Clint Eastwood
Una canción: The Passenger (Iggy Pop), en Leto (Kirill Serebrennikov)
Un doble programa: Esa mujer (2019) en doble programa con Lejos de ella (2015). Ambas de Jia Zhang-ke.
Este año me di cuenta que…: El Teorema de Pascual: “Lo que no quieren que haga, lo hago igual” (Rodolfo Livingston en Método Livingston, película de Sofía Mora)
Un texto: “Las calles y tabernas de nuestras grandes ciudades, las habitaciones y oficinas muebladas, las estaciones y fábricas de nuestro entorno parecían aprisionarnos sin abrigar esperanza. Entonces llegó el cine, y con la dinamita de las décimas de segundo hizo saltar por los aires todo ese mundo carcelario, con lo que ahora podemos emprender mil viajes de aventuras entre sus escombros dispersos: con el primer plano se ensancha el espacio, con el ralentí el movimiento en él”. (Walter Benjamin)
Un fotograma:
La promesa del 2020: Lukas Dhont, realizador de Girl (2018).
Película testamento: Creo que es anteúltima: El extraño caso de Angélica, de Manoel de Oliveira (1908–2015)
Película maldita: Toni Erdmann (2016), de Maren Ade
Flautazo: Mejor Pitazo (una gran película dirigida por un director genial, una película decididamente buena): Tabú, Miguel Gomes (2015)
Una escena de la década: Viniendo de quién viene la encuesta, cómo no elegir El monólogo de la mentira (Mark Twain), interpretado por Jorge Jellinek, en La vida útil (Federico Veiroj, 2010):
Un intérprete de la década: Isabelle Huppert
Gabriel von Sprecher
Una película: Vamos a elegir una Argentina: Lluvia de jaulas de César González. Una que no: MS Slavic 7 de Sofia Bohdanowicz y Deragh Campbell. Y una que no es de este año: Ruby in paradise de Victor Nunez. Y una que es una genialidad olvidada por el tiempo: También encontré mariquitas felices de Els 5QK’s
Una canción: Una de las varias canciones de la película de Steven Universe, que desde hace rato viene haciendo una recuperación del músical que es lo más:
Un doble programa: No se me ocurre un programa doble con alguna de las pelis que vi de estos años. Pero si se podía hacer uno entre Ruby in Paradise de Victor Nunez y Three Wise Girls de William Beaudine, al cual se le podría sumar Una canta, la otra no de Agnès Varda. Quedaría entonces un muy lindo, muy armónico, triple programa. Quizá Las hijas del fuego de Albertina Carri sería una actualización (menos narrativa de alguna manera, o de otra forma de narración) en relación a lo que proponen estas películas, quizá
Este año me di cuenta que…: Me gustaría empezar a pensar más con las manos.
Respecto al cine… hay que establecer vínculos personales con las películas (y con el mismo cine), aunque sean estos de génesis socializados o surjan de instancias colectivas. No caer, caer, en los caminos ya bien establecidos, y evitar tratar de ver lo que supone que tenés que ver buscando seguir la línea del comentario standard (del cine comercial, de cine de culto-festivalero-artie). Construir el propio camino cinematográfico que uno mismo necesita construir, y que le parece necesario construir, dice Felisberto Hernández: “En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos.”, y aunque le hable de escribir cuentos, me parece que la misma actitud se puede suscribir, estaría bueno hacerlo, a la construcción de nuestra mirada del cine.
Un texto: Este año estuve leyendo las “Poéticas del cine” de Ruiz, que están llenas de vuelo para cualquiera que quiera hacer cualquier cosa básicamente (hacer cine, ver cine, o ninguna de estas)
Otro textito que me resultó fundamental para las cosas que estuve pensando este año: el ya citado en el punto de arriba: “Falsa explicación de mis cuentos” de Felisberto Hernández.
Y un poema de Rilke:
Mientras capturas lo que tú mismo has lanzado,
es todo habilidad y conquista fácil:
solo si de repente te vuelves captor de la pelota
que una eterna compañera de juego
te lanzó a tu centro con muy preciso impulso certero,
en uno de aquellos arcos
del gran puente del constructor de Dios:
solo entonces saber capturar es fortuna
no tuya, de un mundo.
Y si incluso tuvieras fuerza y coraje
para volver a lanzar o no,
más asombroso aún:
si coraje y fuerza olvidaras
y hubieras ya lanzado
(como el año que lanza a las aves,
y las bandadas migratorias
desde un calor viejo a otro más joven
impulsa sobre los mares),
solo en este riesgo
es válido tu juego.
No facilitas ya tu lanzamiento,
ni ya lo dificultas. De tus manos se escapa
el meteoro y va raudo a sus espacios.
Un fotograma: Una dulce revelación, una pequeña esperanza, en el rostro de Barbara Stanwyck en la película Ladies of Leisure
La promesa del 2020: ¿El concepto de jóvenes es complicado, no? Yo acá puse alguno que ya anda cerca de los 50.
De los nuestros Martin Farina, Adirley Queirós…Teddy Williams capaz.
De los primer mundo Sofía Bohdanowicz, David Robert Mitchell y Julian Radlmaier.
Alguno más: Bi Gan.
Y nombrar a Masaaki Yuasa, que viene trabajando hace más de 20 años, pero esta década fue la primera en que le entró de lleno al cine, hizo tres películas, y es para mi uno de los directores más importantes contemporáneos.
Película testamento: Out-Takes from the Life of a Happy Man de Jonas Mekas es el testamento más bello que me puedo imaginar de esta década.
Nobuhiko Obayashi ya tiene 81 años y todavía no murió, pero me parece que ya sus últimas películas están funcionando como su testamento (capaz luego pasa la Oliveira y vive 30 años más). Hanagatami del 2017 es una película del-tipo-testamento, de esas películas “más grandes que la vida”, y que también no deja de estar pensando de manera creativa cómo usar esa herramienta cine. Me parece bien incluirla acá.
Esta década también se fue Kira Muratova, y dirigió una película en el 2012: Eternal homecoming.
Película maldita: Vamps de Amy Heckerling. Programada por Martín Álvarez en alguna función muy lejana del Cinéfilo, es ese tipo de películas que solo muy casualmente encuentran a su espectador frente a toda una serie de complicaciones de qué es lo que a priori se creería de esta “tipo” de película (una comedia, yankee, de vampiros)
Hanagatami es una película que me parece que no se le dio mucha bola.
Yuasa aunque es muy prestigioso en el ambiente de la animación sigue siendo un poco ignorado en el ambiente más cinéfilo o del cine.
Luke Fowler me parece un director super importante, qué más allá de que tuvo una retro en el Bafici se sigue dejando bastante de lado sus películas.
Hay una película china que me impacto muchisimo y que hubiera estado bueno que circulara más, viera más gente o más gente nombrará: Guanggun de Yu Guangyi (La montaña de los solteros).
Otra película-genialidad media escondida: Motorway de Soi Cheang.
Flautazo: Gus Van Sant a pesar de algunos altibajos no es un pésimo director, nada más alejado, pero Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot tenía todos los elementos para ser una pésima película, y resulta que es bastante buena.
Una escena de la década: Un par de imágenes que me vienen a la cabeza:
Los inmigrantes calentando clavos y pasandolos por sus dedos para borrar las huellas digitales en Qu’ils reposent en révolte (Des figures de guerre) de Sylvain George.
El tiempo volviendo hacia atrás a medida que se van moviendo las manecillas del reloj animado pintado sobre el tren en Kaili blues de Bi Gan.
Y una escena: en Classical Period de Ted Fendt, cuando el personaje de Evelyn habla de sus sentimientos frente a toda la lógica y manera de relacionarse imperante en los otros personajes. O la escena donde se cruza con el protagonista en la calle y le comenta que no pudo dormir. Son escenas que me afectaron.
Un intérprete de la década: La actriz de Evelyn en Classical Period, que se llama Evelyn Emile, e imagino que su actuación debe tomar varias cosas de sí misma. Y… Robert Pattinson, por ser la estrella adolescente que más grandes películas se puso al hombro (High life, Good times, Cosmopolis).
Paul von Sprecher
Una película: Podría haber elegido Érase una vez en Hollywood / Once Upon a Time… in Hollywood (la que más veces vi de este año y mi preferida de Tarantino) o Sinónimos / Synonymes (la que más me impactó), pero opto por dos que están bastante relacionadas: The Mule y The Old Man & the Gun). La primera es el retorno (y probablemente la despedida) de Clint Eastwood a la actuación y la otra el adiós de Robert Reford como actor. Eastwood interpreta a un anciano, pasados sus ochenta, que oficia de mula para unos traficantes mexicanos y Redford es un ladrón que ha escapado de muchísimas cárceles. Las dos parecen ser el canto del cisne de un tipo de cine que ya no se hace. Ese cine clásico y reposado que tan bien le sienta a estas dos road movies. Un cine que Clint Eastwood y David Lowery (director de The Old Man & the Gun, que ya había hecho la adorable Pete’s Dragon ) dominan a la perfección.
Una canción: “Everything’s not awesome” (La gran Aventura Lego 2) / “Part of Your World” (La Sirenita).
Elijo dos canciones de dos películas animadas. Una es de The Lego Movie 2: The Second Part y transcurre en un momento difícil para los protagonistas cantan el hit “Everything is Awesome” (“Todo es increíble”) pero al revés. La película tiene una inventiva increíble, con plots twists geniales y es (claro) divertidísima Además de tener una de mis bandas sonoras preferidas de la década (en un tiempo todos los días me despertaba con Super Cool, una potente canción parte de su banda sonora). Lamentablemente fue la película Lego lanzada en cines menos valorada. En cuanto a “Part of Your World” la elijo porque en los reestrenos de los Hoyts del 2019 incluyeron La Sirenita (The Little Mermaid, 1989) y la fui a ver dos veces. Esta canción era de las que me sabía casi de memoria y pertenece a esa hermosa escena donde Ariel canta sobre que quiere ser humano y vivir fuera del mar mientras muestran los cacharros de humanos que encontró por ahí. La Sirenita es una película contra todo mal, un hermoso refugio contra los males de este mundo. Además sus perfecta animación me hizo extrañar a la animación 2D que hace rato no se ve, gracias al predominio de la animación 3D. Y Ariel hace lo que quiere y es bastante independiente, al contrario de lo que suele pasar en las relaciones con las princesas de Disney.
Un doble programa: Sunset Boulevard (Billy Wilder, 1950) / Under the Silver Lake (David Robert Mitchell, 2018): Mientras veía (después de mucho tiempo y por primera vez en una sala grande, la sala mayor del Cineclub Municipal) la (probablemente) mayor obra maestra de Billy Wilder la relacioné con la última película de David Robert Mitchell. Ambas son un noir enrarecido y transcurren en Los Ángeles (Los Ángeles más oscuro y extraño de lo que solemos verlo). Además de presentar a dos protagonistas sin demasiada suerte en situaciones extrañas. Claro que en una el leit motiv o excusa que atraviesa toda la película es los cambios en el Hollywood desde el cine mudo al sonoro ya establecido y a la la cultura pop en diversas formas. En ese sentido la escena clave de El ocaso de una vida (como se tituló Sunset Boulevard cuando se estrenó en Latinoamérica) es cuando la estrella del cine mudo caída en desgracia Norma Desmond (Gloria Swanson) visita un set del mítico director Cecil B. De Mille y (disimuladamente) es vista como una antigüedad molesta y la de Under the Silver Lake cuando Andrew Garfield se encuentra con el songwriter que escribió varias canciones claves de la historia de la música pop. El cambio en el cine puede definir las primeras décadas del cine sonoro y el misterio de la cultura pop y sus canciones, películas y demás es algo que puede definir las dos primeras décadas del siglo XXI. Ambas películas representan el lado oscuro de cada época y a la vez esto hizo que no hayan tenido demasiada repercusión en su momento de estreno. Sunset Boulevard fue un fracaso de taquilla cuando se estrenó y Under the Silver Lake solo entusiasmó a la cinefilia dura mientras que al público común le provoco aún más confusión que It Follows. Con el tiempo Sunset Boulevard empezó a estar en la mayoría de los rankings de las mejores películas de la historia y la película más prestigiosa de Wilder (y con razón, en el mío debe estar entre las cinco mejores junto a Una Eva y dos Adanes). Ojalá que con la de David Robert Mitchell pase algo parecido.
Este año me di cuenta que…: En febrero llegaron a coincidir en la cartelera cordobesa (en fechas pero no en salas) La mula de Eastwood con Le livre d’image de Godard. Una siguió meses en las salas comerciales y a la otra la dieron por una semana en el Cineclub Municipal. Viendo ambas dos veces se me ocurrió que La mula era la despedida de Eastwood del cine clásico tal cual lo conocíamos y Le livre d’image era la despedida de Godard del cine moderno tal cual lo conocíamos. Claro que en el caso de Eastwood se refiere al cine clásico que empezó a tambalear justo cuando él se hizo famoso como cowboy en los ya lejanos 60 y el caso de Godard se refiere al cine moderno que ponía en jaque, mientras lo reivindicaba al cine clásico, con la nouvelle vague que él encabezó también en los 60. En ambas los directores hacen lo que mejor les sale: en el caso de La mula una historia narrativamente bien clásica con un outsider del sistema que no puede adaptarse a su familia y en el caso de Le livre d’image un found-footage que va desde una recopilación de trenes en el cine hasta el conflicto palestino. Ambas están fuera de norma en el cine contemporáneo y por algo no ganan premios a pesar del prestigio de sus directores. Son directores que más allá de la adoración crítica, con mucho mas consenso en el caso de Godard que en el de Eastwood, están al margen de los sistemas donde nunca entraron del todo (más allá que Eastwood haya tenido algunos éxitos de taquilla y Godard haya ganado algún premio importante hace mucho, pero en los últimos años les quedaron los motes de “el último cineasta clásico” y de “el último sobreviviente de la nouvelle vague”. Hoy en día el cine clásico y el cine moderno son algo difuso y confuso, se sabe aún menos que antes lo que son. Pero estos dos cineastas veteranos (pero con más potencia e intensidad que muchos cineastas jóvenes) filmaron dos películas que, sin decirlo explícitamente, representan lo que en la segunda mitad del siglo XX se entendía por cine clásico y por cine moderno. Podrían haber sido sus opus finales, pero Clint ya estreno su última película en Estados Unidos y Godard anunció una nueva película.
Un director que podría estar en el medio de los dos anteriores es Brian de Palma, que pasó injustamente desapercibido con Domino (que no se estrenó aquí pero se consigue fácilmente), su última película que sin ser de sus mejores películas ni mucho menos, vuelve a demostrar su talento narrando de una forma ultra moderna una historia aparentemente simple.
Un texto: Poplítica (una introducción al cine de Joseph Kahn) de José fuentes Navarro, aparecido en el número 2 en papel de La vida útil. De Joseph Kahn había visto dos veces Castigo / Detention (2011) y sabía que había dirigido la mayoría de los hermosos videoclips del gran álbum de Taylor Swift 1989. Pero gracias a José vi Bodied (2017), que me voló la cabeza aún más que Detention. Y gracias al dossier busque más sobre su videografía y me entere que había filmado videoclips icónicos, entre ellos algunos de mis favoritos (como “Toxic” de Britney Spears). Pero lo mejor del dossier fue este texto introductorio de JFN donde nos cuenta un poco la historia de Kahn y da dos ejemplos de su maestría para dirigir publicidades (con All Eyes on Us, publicidad de selección estadounidense del mundial, uno de los grandes eventos del año que pasó) y videoclips (con “Last Cup of Sorrow”, videoclip de Faith No More que remite al clásico hitchockiano Vértigo). Además de hablar sobre sus tres largometrajes y cómo los produjo, la forma en que escribe José es de un tono bajo pero a la vez muy potente y hace que los que no conocen o los que lo conocíamos poco a Kahn nos den ganas de ver y saber más sobre este gran director.
“La mueca feroz: De Vito dirige” por Marcos Vieytes (https://calandacritica.com/2019/10/15/de-vito/). En este texto Vieytes analiza la carrera del Dany de Vito como director muy acertadamente. Se centra en La guerra de los Roses / The War of the Roses (1989), Hoffa (1992) y Matilda (1996). Lamento que no haya escrito más sobre Tira a mama del tren / Throw Momma from the Train (1987) y que no haya mencionado a Maten a Smoochy / Death to Smoochy (2002) y Duplex (2003), pero igual está muy bien este texto que rescata a un director medio olvidado y bastante subvalorado, que desde fines de los 80 hasta comienzos del milenio se dedicó a poner patas para arriba ciertas instituciones norteamericanas (con la familia a la cabeza) sin ser paródico. Justamente este año vi Hoffa por primera vez y quedé maravillado. Entre otras cosas tiene una de las mejores actuaciones de Jack Nicholson. Y en el Etiqueta Negra de vacaciones de invierno (programado por Martín Emilio Campos) vi Matilda en pantalla grande tanto doblada al castellano (como la había visto siempre) y como en versión subtitulada. La película me encanta tanto como cuando era niño y sigue siendo una de mis preferidas. Además ahora noto varios detalles que de chico no notaba (como la elección de familia y el grotesco grasiento de la familia de Matilda). Es una lástima que De Vito esté retirado de la dirección.
Un fotograma:
La promesa del 2020: David Robert Mitchell. Lo que hizo Mitchell en The Myth of the American Sleepover (2010), It Follows (2014) y Under the silver Lake (2018) es algo realmente impresionante. Tomó a dos géneros “adolescentes” (las teen movies y el slasher, una rama del terror claro) e hizo otra cosa con los tópicos de estos, los enrareció. Y aún más extraña fue su última película donde tomó un supuesto tipo de película (la película de viaje, flashera o drogona) e hizo algo totalmente demente. Pero siempre con una narrativa y una destreza formal increíble. Un cine que puede descolocar y maravillar al mismo tiempo. He escuchado comentarios muy en contra y muy a favor de las dos últimas. A las que tuvimos más acceso, gracias al estreno comercial y en festivales, fueron It Follows y Under the Silver Lake. The Myth of the American Sleepover se consigue fácilmente online. El camino fácil hubiera sido que después del éxito de It Follows hubiera hecho otra de terror u otra cosa “más cool” pero con Under the Silver Lake apostó a un riesgo muy grande. Ojalá que siga haciendo más películas en la década que está por empezar y que sigan estando a la altura, algo difícil después de esta perfecta trilogía.
Otros directores de los que espero mucho en la próxima década son Nadav Lapid, Sean Baker, S. Craig Zahler, Rudi Rosenberg, Abbas Fahdel, Germán Scelso, Ari Aster, Alicia Scherson, Eloisa Solaas, Mariano González, Hitoshi Matsumoto, Nicolás Abello, María Aparicio. Seguro me olvido de algunos, por lo que parece que hay cine para rato
Película testamento: Mistérios de Lisboa (2010) / La noche de enfrente (2012) de Raoul Ruiz. Hubo cierta discusión entre los cinéfilos a comienzos de esta década sobre cuál era la última película de Ruiz. La noche de enfrente no la alcanzó a editar pero es una película totalmente ruiziana y la última vez que nos entregó ese placer hermoso y aventurero que tienen todas sus películas. De Mistérios de Lisboa se suele decir que es su película más clásica y quizás lo sea pero además es una de mis preferidas tanto de RR como de la década. Tiene un encanto por saber qué será lo próximo que pasará y también visualmente es increíble. Recuerdo con gran placer cuando vi La Noche de enfrente en el BAFICI 2013 y Mistérios de Lisboa, la versión abreviada, en el curso de Roger Koza y años más tarde en su estreno oficial en la sala grande del Cineclub Municipal Hugo del Carril, pero sobre todo cuando vi la versión completa un sábado maratónico en el desaparecido y querido Cinéfilo Bar, gracias al cual pude ver varias películas de Ruiz (de todas las épocas) y que fue de lo más hermoso que me pasó en esta década.
Película maldita: Damsels in Distress (With Sthilman, 2011) / Vamps (Amy Heckerling, 2012) . Damsels in Distress fue la película más ignorada del gran Whit Stillman. De hecho la descubrí cuando vi toda la filmografía de Stillman hace un par de años. Pero creo que es su mejor película. Su película menos cínica (lo que no le saca el encanto a las demás) y la más amable. La adorable Greta Gerwig encabeza un grupo de estudiantes mujeres en la universidad que quieren hacer ciertos cambios en la institución. Es una lástima que Whit Stillman solo haya filmado cinco largometrajes (todas de muy buena para arriba) y un piloto para televisión. Nunca fue reconocido en su justa medida más allá de tener varios defensores y detractores en los 90. Otra película que no fue reconocida como debía serlo (pero que al menos se pasó en el BAFICI 2013 y Martín Álvarez la programó en el desaparecido Cinéfilo Bar en el mismo año) fue Vamps, el regreso de la dupla heroica Amy Heckerling directora y Alicia Silvestone protagonista, quien ya había dado sus frutos en aquella hermosa comedia adolescente llamada Clueless (1995) (mejor conocida acá como Ni idea) El tiempo paso y ahora la Silverstone interpreta a una vampira veterana llamada Goody que tiene una amiga más joven llamad Stacy (Kristen Ritter). La diferencia de edad las une más que de lo que las aleja y tiene cosas encantadoras como Goody extrañando a James Cagney y sintiéndose horrorizada frente a los iPads. La película habla sobre el paso del tiempo y de la historia de una forma muy original pero muchos vieron en ella una “tonta comedia”. Se merecía mejor suerte esta película de una directora que debutó con toda la fuerza en 1982 con la genial Fast Times at Ridgemont High.
Flautazo: La estafa de los Logan (Logan Lucky, 2017) de Steven Sodebergh. Sodebergh no me parece un director pésimo pero sí uno demasiado desparejo, con películas apenas salvadas por sus actuaciones (Erin Brockovich, Ocean’s Eleven), otras espantosas (Side Effects) y alguna que otra muy buena (Out of Sight). Por eso fui a ver Logan Lucky desconfiado y arrastrado por alguna que otra recomendación cinéfila. Mi sorpresa fue inmensa. Y creció aún más cuando la vi de vuelta online primero y en HBO o algún canal de esos después. El retrato de estos pueblerinos de un lugar en lo más profundo de Estados Unidos y sus costumbres son una excusa para uno de los grandes caper films (películas de robo) que yo haya visto. El amor hacia los personajes es impresionante y los actores están mejor que nunca (todos: desde Adam Driver hasta Hillary Swank pasando por Daniel Craig). Paso medio desapercibida (mas allá de ciertos elogios) entre otras cosas porque se estrenó el mismo jueves que Zama y Mother!. Además de toda su nobleza me hizo conocer a esa hermosa canción llamada “Take me Home Country Roads” de John Denver.
Una escena de la década: El comienzo de It Follows, David Robert Mitchell (2014): Esta obra maestra empieza con un extenso plano secuencia donde se ve a una adolescente desesperada (aunque lo niegue) corriendo en un barrio de clase media acomodada. Solo se ve rápidamente a una vecina y a su padre pero rápidamente nos olvidamos de ellos. El plano termina con ella yéndose en un auto y luego la vemos manejándolo y finalmente para en una playa donde llama al padre para decirle que lo quiere y disculparse porque a veces puede ser una pesada. Luego vemos el auto de enfrente con sus luces rojas. Lo que lo hace parecer como algo maldito o diabólico. Y a continuación la impactante escena de la joven descuartizada. Esta escena es lo único gore que habrá en toda la película, lo contrario de lo que suele ser el slasher clásico, que está lleno de gore). Pero más allá de eso esta escena impresionante nos anticipa (con uno o dos personajes ajenos al resto de la película) el misterio y la tensión que manejara toda la película.
Un intérprete de la década: Zac Efron / Pilar Gamboa. Es difícil elegir porque hay varios y varias. Algunos que pueden definir la década (Adam Driver), otras que prometían comerse la década pero lo cumplieron a medias (Kristen Wiig), otras que se hicieron famosas de grandes pero la rompieron mal (Rose Byrne), otra/os que superaron todas las expectativas (Robert Pattinson, Kristen Stewart), otras que después de mucho remarlas se terminaron de consagrar en esta década (Natalia Oreiro, Sofía Gala) o incluso actores que antes no soportaba y ahora me encantan (Brad Pitt). Pero elijo dos a quienes les seguí las carreras de un tiempo a esta parte. Uno es Zac Efron que se hizo famoso por una saga adolescente que nunca vi (High School Musical) y un par de películas teenagers que tampoco vi. Pero a partir de That Awkward Moment (película menor pero simpática que vi de pura casualidad) y sobretodo de la primera Neighbors (2014), donde hace una excelente dupla de odio-amor junto a Seth Rogen además de Rose Byrne y otros más, le empecé a prestar atención. Se notaba que era un excelente comediante como también lo demostró en las subestimadas Dirty Grandpa (2016, que también incluye la mejor actuación comedia de Robert de Niro), Buenos Vecinos 2 / Neighbors 2: Sorority Rising (2016), Mike and Dave Need Wedding Dates (junto a Adam Levine, Anna Kendrick y Aubrey Plaza, que también estarían en una lista de actrices y actores de la década), en su pequeño papel en The Disaster Artist (2017) e incluso en la un poco decepcionante Baywatch (2017). Saca lo mejor de sí tanto como cuando esta desatado (como en la hermosa The Beach Bum de Harmony Korine) como cuando está más contenido. Pero, además de la recién mencionada última película de Korine, brilla en dos películas muy distintas entre sí: We Are Your Friends (2015) donde interpreta a un incipiente DJ que se hace amigo de un DJ experto (Wes Bentley) pero a la vez se enamora de su hermosa novia (la modelo Emily Ratajkowski, que lamentablemente no volvió a incursionar en el cine). Su cara de tranquilo -pero que en el fondo es un loco- le sirvió mucho para hacer este papel pero sobre todo para esa sorprendente actuación donde interpreta al famoso asesino Ted Bundy en Extremadamente cruel, malvado y perverso / Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile (2017). Un asesino serial que era bonito (y por lo tanto hasta tenía fanáticas) y mataba mujeres inocentes mientras se presentaba como el novio ideal frente a su pareja. Además actuó para Linklater en Me and Orson Welles (2008) pero eso fue en la década anterior. Efron es un actor que parece el mejor amigo, el que le encanta la joda (como tanto se ve en Buenos vecinos) y el más simpático que esconde detrás un lado oscuro. Está un poco subvalorado y eso capaz se deba a que no actuó en películas de directores prestigiosos (salvo con Linklater, pero ya hace un tiempo). Ojalá que el tiempo le dé el reconocimiento que se merece.
En cuanto a actrices elijo a Pilar Gamboa, que brilla en todo lo que hace. Y que con su carrera se puede definir al cine argentino de la década que paso: comedias indie muy buenas (El futuro que viene, Las Vegas) y bastante malas (Recreo), comedias mainstream divertidas pero olvidables (Mamá se fue de viaje, Re-Loca), películas con “estilo FUC” para bien (Lo que más quiero) o para mal (El incendio) y La flor (2018), esa película de 14 horas (¡que se pasan volando!) de Llinás, que esta aparte de todo y donde brilla junto a sus compañeras de Piel de lava: Laura Paredes, Elisa Carricajo y Valeria Correa, que (sobre todo los dos primeros casos) también podrían estar en una lista de las grandes actrices de la década.
Armand Yervant Tufenkian
El 2019 trajo un par de películas que sentí como compañeros de viaje en su cuidado por la imagen y nuestro lugar en relación al oikos: Those That At a Distance Resemble Another de Jessica Sarah Rinald y O que arde de Oliver Laxe. Su calidez e inteligencia me lleva cinemáticamente hacia el nuevo año, y la precisa Sete anos en maio de Affonso Uchoa me recuerda que la resistencia en forma de cine puede ser.
Tantos cineastas queridos fallecieron en 2019, la pérdida que me fue más difícil fue la de Phil Solomon — cuyas películas atesoraré para siempre como obras maestras.
El año 2013 fue un año decisivo de mi década: una retrospectiva transformadora de Nathaniel Dorsky y Jerome Hiller en el Lincoln Center, Island of St. Mathews de Kevin Jerome Everson y de Ben Rivers + Ben Russell A Spell to Ward Off the Darkness, y las primeras imágenes de Accession.
Para los 20s que vienen: una curiosidad para lo que venga de Jessica Sarah Rinald y Virgil Vernier, si Kodak va a resistir y cómo, y ¿resistirá el cine al mundo del arte?
Carlos Saldaña (Archivista)
Una película: Vitalina Varela (Pedro Costa)
Una canción:
Un doble programa: Mansfield K (Martine Rousset) + Viaje alrededor de mi cámara (Bruno Delgado Ramo) + La Chambre (Chantal Akerman)
Astrologie ou le miroir de la vie (Jean Grémillon) + Danses macabres, squelettes et autres fantaisies (Rita Azevedo Gomes, Pierre Léon, Jean-Louis Schefer)+ Histoire(s) du cinéma 4A: Le contrôle de l’univers (Jean-Luc Godard)
Este año me di cuenta que…: que «las imágenes sólo quieren fluir, y les da todo igual»;
«el recuerdo es un baño»;
y «todos los ruidos se hinchan de por sí hasta convertirse en paisajes».
En resumen, que no hay más que matices pero son todos iguales.
O, lo que es lo mismo:
Mi mano es muchas manos
Y se llama mi mano.
(W.B., Haschisch)
Un texto: “Textes critiques” – Jacques Rivette (Post-Éditions). Y dos libros de luz para construir o dinamitar metafísicas de la visión: “Dictionnaire historique de la terminologie optique des grecs. Douze siècles de dialogue avec la lumière” – Charles Mugler (Klincksieck). “The Ecological Approach to Visual Perception” – J.J. Gibson (Houghton Mifflin)
Un fotograma: De El anillo de Giges (Víctor Ladera)
Sofia Bohdanowicz
Una película: Those That, at a Distance, Resemble Another – Jessica Sarah Rinland
Una canción: “Let’s Dance”, escrita por David Bowie, interpretada por M. Ward en I Was at Home But..
Un doble programa: This Film Is About Me (Alexis Delgado Búrdalo) + A Woman Under the Influence (John Cassavetes)
Este año me di cuenta que…: Este año aprendí mucho sobre cómo abordo y etiqueto mi práctica. Leí el libro Process Cinema editado por Janine Marchessault y Scott Mackenzie, en el que hablan sobre las teorías de Proceso y Realidad de Alfred North Whitehead, donde “distinguía un acercamiento de proceso al arte que no veía al mundo como una entidad fija sino como una en constante cambio y movimiento – en un proceso de devenir.” La forma de cine de proceso permite a los cineastas utilizar los recursos que los rodean durante la producción. El producto en cuestión entonces cambia, se tuerce y se dobla a si mismo para acomodarse a las variables que se presentan (o desaparecen) conforme la obra es creada. Como resultado, las películas de proceso adoptan un aura vivida que captura la esencia y las condiciones en las que la obra fue creada. Adopté esta práctica de trabajo desde el principio aunque no había logrado etiquetarla y articular su forma y lógica interna más allá de decirle “intuitiva” hasta que empecé a estudiar con el profesor Phil Hoffman en la universidad de York. “El cine de proceso situa películas que están hechas con esta metodología y fenomenología direccionada por el proceso que no están atadas a una simple replicación de lo real. Esto significa que estas películas rara vez se apoyan en un guión como un documento general que guía el trabajo. En cambio, el proceso de hacer una película es reemplazado por una integración fluida de escritura, rodaje y edición, y no necesariamente en ese orden.
A través de Hoffman, he aprendido cómo dejar que una película me diga lo que es en vez de forzarla a acomodarse a mi imagen preconcebida. En la materia que enseña en la universidad de York bajo el título “Process Cinema”, Hoffman me enseñó a mirar los defectos que pueden ocurrir durante la producción o postproducción como regalos en vez de como ocurrencias desastrosas.
Un texto: Dane Komljen sobre Afternoon de Angela Schanelec – https://mubi.com/notebook/posts/dane-komljen-on-angela-schanelec-s-afternoon
Un fotograma: De 2008, Blake Williams
La promesa del 2020: Mateo Bendesky
Película testamento: Evidentiary Bodies – Barbara Hammer
Película maldita: Fourteen – Dan Sallitt
Flautazo: Lawrence Anyways – Xavier Dolan
Una escena de la década: La escena en el negocio de Carol (2015) con Cate Blanchett y Rooney Mara, “me gusta ese sombrero”.
Un intérprete de la década: Bobby Sommer – Museum Hours
maui alena
Una película: Este año voy por las autoficciones (se dice así y existe eso ¿no?)
Dolor y Gloria (Pedro Almodóvar) y Rolling Thunder Revue: a Bob Dylan story by Martin Scorsese (Martin Scorsese)
Las dos películas me entusiasmaron y emocionaron como pocas en el año (podría sumar a Amazing Grace a la lista). Ambas son únicas e irrepetibles y sólo sus directores/protagonistas (considero a Dylan como co-creador y a Almodóvar como protagonista) pueden imaginarlas y realizarlas. La idea del cine como herramienta para repensar(se) la vida (o las vidas posibles) de una persona me parece extraordinaria.
Alrededor de las dos (sobre todo en la de Dylan por parecer a priori un documental), hubo mucha discusión sobre qué es verdad o no en sus historias, cosa que me puso muy triste porque demuestra lo poco que la gente cree en el cine hoy en día.
Una canción: Let’s Dance (cover de la canción de Bowie por M. Ward) en I was home but… de Angela Schanelec: suena en una escena absolutamente placentera que ayuda perceptiva y narrativamente a destrabar la película. En ese momento, lo que era desentendimiento y desconfianza de mi parte como espectador, pasó a ser un viaje placentero por el resto de la película, a través de la canción entendí el tono con el que tenía que mirarla
Suzanne (Leonard Cohen) en O que arde de Oliver Laxe: ¡Estúpida y sensual escena! La vaquita y el paisaje con esta canción casi que se puede tomar como un abuso del virtuosismo del director o un golpe bajo.
Mención especial para Technoboss de João Nicolau.
Un doble programa: Daguerréotypes (Agnés Varda – 1976) y Nunca subí el Provincia (Ignacio Agüero -2019)
La idea del cine como cápsula de tiempo. Me gusta pensar Daguerréotypes como un viaje en el tiempo, nos lleva a ver la vida cotidiana de una calle de París en los 70s. Varda filmó lugares y situaciones que en su momento podrían haber parecido muy simplonas y sin sentido, pero que hoy en día estamos agradecidos de poder ver. Siempre la tomé como una película altruista, realizada no tanto para sus espectadores contemporáneos sino para gente como nosotros, que accede a ella 40 años después. Cuanto más pase el tiempo, más se valorará.
Con la de Agüero me pasa exáctamente lo mismo, al igual que la película de Varda, tiene sentido del humor, es profunda, está hecha desde el cariño y será adecuadamente valorada en varias décadas.
Son como un vino que podemos disfrutar ahora pero será totalmente superador en varios años, cuando añeje.
Este año me di cuenta que…: En este año me dí cuenta de muchas cosas relacionadas al cine. La que más me viene retumbando en la cabeza en los últimos meses, es la necesidad urgente de que trabajemos para volver a conectar al cine, a las películas y a los festivales que queremos y defendemos, con la gente. En la última temporada tuve la suerte de estar en muchos festivales y mi conclusión es que el cine se (y lo) está (estamos) volviendo cada vez más elitista y esto lo (y nos) va a terminar matando. Muchos festivales se convirtieron en eventos privados para gente del mundillo, muchos programadores no programan más para que la gente de sus ciudades, sino pensando en otros programadores. Estamos llegando a un nivel de endogamia horrible. Las películas y el contacto de ellas con el público está perdiendo el rol central de la cuestión y en festivales se habla más del “mundo del cine” que de cine en sí. Un ejemplo claro y muy sintomático de estas cuestiones es la cantidad de festivales pequeños que priorizan la premiere de las películas sobre su calidad, hecho que se puede traducir en priorizar el sorprender a otros programadores sobre el buen cine que se puede llevar a una ciudad o población.
Un texto: “Ardent Hope” – Interview with Godard en Cahiers du cinéma. Porque sigue siendo genial y porque es sorprendentemente cariñoso con los nuevos Cahiers.
Un fotograma: Rapados (2019 x maui alena). Casi 30 años después de Rapado, Rejtman vuelve a hacer un retrato de los jóvenes porteños con sus problemas e inquietudes, que resulta más preciso y acertado que cualquier película de jóven realizador contemporáneo.
La otra que casi pongo: Mati Diop y Stallone, la que para mi fue la foto del año.
La promesa del 2020: Gabriel Azorín, Oscar Vincentelli y María Anton Cabot. De los tres se hablará mucho en la década que viene, tanto de sus trabajos individuales como en conjunto. El próximo cambio del cine viene por el lado de cómo lo están pensando ellos.
Película testamento: Todo comenzó por el fin (Luis Ospina -2015) y Outtakes from the Life of a Happy Man (Jonas Mekas – 2012)
Estos últimos años murieron muchos grandes directores (entre ellos Marker, mi preferido), pero siguiendo la consigna, creo que las grandes películas testamento fueron la de Ospina y la de Mekas. Ospina, siendo el último sobreviviente de su grupo, hace una necesaria historia oficial de la banda de Caliwood que deja un legado y mensaje para próximas generaciones; en la segunda, Mekas deja de testamento una película que lo representa 100%: alegre pese a lo dura que fue su vida y una defensa a la belleza a la que siempre militó. Hace una película con todos los “desechos” de otras a lo largo de décadas que nos deja como enseñanza que el material o metraje siempre está vivo.
Película maldita: Stand by for tape backup (Ross Sutherland – 2015)
No creo que haya tenido mala suerte (pasó por algunos festivales y ganó premios), pero sí me sorprende la cantidad de gente que no la vió. Es chiquita, frágil, libre y potente. Creo que en Buenos Aires tuvo más éxito por su paso en Bafici y su posterior programación en el Palais de Glace (gracias al esfuerzo de Tomás Dotta).
En la era de las películas personales y los intentos fallidos de ensayos cinematográficos, creo que esta es de las pocas que verdaderamente logra crear “una forma que piensa”.
Para los que gusten, acá la película completa
Flautazo: Drive (Nicholas Winding Refn – 2011).
Vi Drive en la última proyección que tuvo (luego del revuelo que ya había causado) en una salita pequeña en mi primer festival de Cannes en 2011 y salí totalmente extasiado, pensando que por fin el mundo de festivales comenzaría a abrazar el género de acción de los 80’s que formó mi primera cinefilia. Drive me conectó con el maui de 7 años que veía películas con su papá, parecía que era el comienzo de algo nuevo, de una reinterpretación del cine de esa época.
El tiempo, y sobre todo las películas posteriores de Winding Refn, demostró que Drive fue un verdadero flautazo con el que Refn logró engañarnos a todos. Finalmente resultó ser otro narcisista más, enamorado del esteticismo y de su manera de filmar. Drive simplemente terminó siendo su película más medida en la que no lleva tanto al extremo este amor por los espejitos de colores. También debo admitir que nunca volví a verla desde aquella proyección y que es posible que ese día, influenciado por el revuelo que generó en el festival y por mis ganas de que ese cine reviva y ocupe un espacio importante, haya sido muy bueno con la película.
Una escena de la década: Secuencia inicial de Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives (Apichatpong Weerasethakul – 2010). Seleccioné esta escena no porque sea la mejor de la década, sino porque creo que representa al cine que más vimos en festivales en los últimos diez años. Creo que en la historia y el progreso del cine hay momentos culmines en los que luego de ellos, nada podrá volver a ser igual. Siento que con Uncle Boonmee pasó lo mismo que en la primer década del milenio sucedió con La Libertad de Lisandro Alonso. Son grandes películas que marcaron épocas e influyeron tanto que lamentablemente crearon fórmulas que luego tuvimos que aguantar ver repetidas hasta el infinito en festivales. Lo triste de esto, es que en la mayoría de esas copias no entendieron la esencia y lo genuino de estas películas. Vean la escena de apertura de Uncle Boonmee (estrenada en 2010) y rápidamente se les vendrán por lo menos diez películas a la cabeza (de distintos países, continentes y realizadores) donde está la que para mí fue fórmula para acceder a festivales de la década: naturaleza + nativo + híbrido ficción/documental + extrañamiento fantástico.
Un intérprete de la década: Todos los y las intérpretes en Hong Sang-Soo. La hermosa repetición, prueba y error de Hong con sus personajes emborrachándose, riéndose, peleandose, durmiéndose para despertarse y volver a beber, nos acompañaron toda la década. Ellos nos esperaban siempre en algún festival amigo con una nueva historia que no dejaba de ser siempre la misma y podría ver cientos de veces más sin aburrirme. La búsqueda constante y la repetición, hizo que no importara quienes eran los intérpretes de turno en sus películas y que al fin y al cabo todos y todas sean los mismos personajes en distintas aventuras, situaciones o conflictos.
Dana Najlis
Una película: Marriage Story, Noah Baumbach.
Una canción: Adam Driver cantando Being Alive in Marriage Story.
Un doble programa: A Rainy Day In New York (2019), Woody Allen / The clock (1945), Vincente Minnelli.
Un fotograma: To Catch A Thief (1955), Alfred Hitchcock.
Un texto: Volver a leer El arte de amar, de Jean Douchet.
Película testamento: Que le diable nous emporte (2018), Jean-Claude Brisseau. No home movie (2015), Chantal Akerman.
Flautazo: How Do You Know (2010), James L. Brooks. No creo que sea una película accidentalmente buena ni dirigida por un pésimo director, pero es una gran película que se destaca particularmente en la escasa filmografía de Brooks como director.
Vanja Milena Munjin Paiva
Una película: Mejor, dos que se complementan, de alguna manera. Sete anos en maio de Affonso Uchôa, por su furia, por su verdad, por la escucha, por el desgarro que te deja + So Pretty de Jessie Jefrey Dunn Rovinellipor imaginar una utopia, un futuro en que dan ganas de construir y habitar.
Una canción: Archivo Pittoresco, la voz de Lula Pena planeando en multiples lenguas y entonando diversos lamentos acompañada solo de su guitarra y la cantidad astronomica y telurica de sonidos y vibraciones que logra evocar con ellas en un rio-concierto bajo las estrellas del verano al cobijo arbol al lado de la Casa das artes de Arcos de Valdevez. Quizás una de las experiencias más cinematográficas de Doc’s Kingdom 2019.
La tormenta que azota los tejados de la casas de Ignacio Agüero en Nunca subí el Provincia, justo en el momento en donde el filme pasa de algo espacial/territorial a una dimensión totalmente mental, un flujo de conciencia y recuerdos con la textura del mundo onirico, y de la que azota en el techo precario de la casa Joaquim en la que Vitalina Varela se hospeda durante su luto tardío cuando el cielo parece caerse por completo allá afuera e inundarnos por dentro.
El mantra en que se transforma la recitación de “No es” de Mariano Blatt en Parsi y su juego con la idea de la imagen crea en su falta, en su negación en su similitud.
Un doble programa: Those, at the distance, resemble each other (Jessica Sarah Rinland) & Fake Factory Fruit (Chick Strand)
Este año me di cuenta que…: La cinefilia te permite encontrar grandes amigos en cualquier rincon el mundo
Un texto: He disfrutado durante todo el año el encargo de los libros editados por Lumièré “Jeanette Muñoz, El paisaje como un mar” y “El cine de la devoción” de Nathaniel Dorsky. También atesoro cada extracto que he ojeado de “António Reis e Margarida Cordeiro: a poesia da terra” editado en 1997 por el Cineclube de Faro.
Un fotograma: Ceniza Verde (Pablo Mazzolo, 2019). No encontré una imagén pero aún guardo en mi recuerdo aquellos momentos en medio de la oscuridad costiana en que Vitalina clava el brillo ardiente y la rabia profunda contenida en la negrura de sus ojos en el espectador, como una daga en el corazón.
La promesa del 2020: Ay qué terrible sería tener solo una joven promesa para la próxima década, dejo aquí nombres jóvenes (?) de este 2000-2010 a los que me gustaría seguirles el rastro para la próxima década: Nicolás Videla, Dane Komljen , Pablo Escoto, Helena Wittman, Alexandra Cuesta, Sofia Brito, Flavia Contreras, Alba Gaviraghi, Malena Szlam, CEIS 8, Colectivo Los ingrávidos, Manque La Banca, Fernando Restelli, Ana Vaz, Laura Huertas Millán, Paola Buontempo, Mary Helena Clark, Francisco Rodríguez, Charlotte Bayer-Broc, Juliana Antunes, Jessica Sarah Rinland, Teddy Williams, Melisa Liebenthal, Edward de Ybarra, Carla Simón, Blanca Camel…
Película testamento: No home movie, Chantal Akerman. La noche de enfrente, Raúl Ruiz. Outtakes From The Life Of A Happy Man, Jonas Mekas. Visita, ou Memórias e confissões, Manouel de Oliveira. Todo comenzó por el fin, Luis Ospina </3
Película maldita: Tiempos malos, Cristián Sánchez. Los iluminados, Sebastián Pereira. El Diablo Es Magnífico, Nicolás Videla.
Flautazo: Gran categoría, triste mi imaginación para proponer algún título que le haga justicia.
Una escena de la década: Tres pasos rituales: El gran plano secuencia de Kaili Blues que sin darnos cuenta viaja en el tiempo, la secuencia marítima de Drift donde entendemos una emocionalidad que la primera parte no explicita, el paso de un lugar del mundo a otro sumergiéndose en un hormiguero de El auge del humano.
Un intérprete de la década: Kim Min-hee & Vitalina Varela
Mercedes Orden
Una película: Hace unas semanas tuve que elegir las mejores películas del año y me di cuenta que, a diferencia del 2018, la dificultad estaba en acotar la lista a diez (tenía más de quince en mente). Situación que me resulta por demás positiva. Hasta hace un par de meses estaba convencida que mi preferida iba a ser Parasite, de Bong Joon-ho, pero después vi Vitalina Varela, de Pedro Costa y, sin dudas, me pareció lo más valioso del 2019. Me parece que es (sin exagerar, o quizá sí, y poco me importa porque considero que la crítica siempre es subjetiva) una película que alcanza la perfección.
Costa se centra en Vitalina, una viuda que llega tarde a despedir a su marido. Por tanto, la narración ocurre en los días sucesivos de la mujer en pleno proceso de duelo. La construcción del relato se basa en los fragmentos y las oscuridades, en un espacio donde el tiempo parece estar estancado. La densidad de la pérdida se ubica como centro, no sólo del ser amado, sino del deseo, de la ilusión ante un futuro mejor que nunca llegó.
Me han dicho que esta película cansa o agobia en sus reiteraciones, respecto a sus anteriores trabajos. Yo creo que, lejos de repetir, el director profundiza. Y ¿qué es Vitalina Varela si no un viaje a las profundidades? De un barrio cuya configuración resulta similar a la de un cementerio, de la psicología de una mujer, de un sector social invisibilizado, de los migrantes sin voz. La oscuridad como decisión estética y temática, la elección del personaje protagónico, la construcción de la crítica social, el peso la melancolía, el híbrido entre documental y ficción, la atención puesta en la corporalidad y el silencio, la convierten en mi preferida del año y también en una de las de esta década que llegó a su fin.
Una canción: “Púrpura”, de WOS en Los Sonámbulos y “Suzanne”, de Leonard Cohen en O que arde.
Un doble programa: Los olvidados, de Luis Buñuel con Lluvia de Jaulas, de César González. Un barrio marginal de México, una villa de emergencia en Argentina, en ambas películas se observa la soledad y la marginalidad a través de la figura de jóvenes olvidados de América Latina.
Letters to Paul Morrissey, de Armand Rovira con Persona, de Ingmar Bergman. Hay, en la película de Rovira, influencias marcadas de los grandes del cine. Una de ellas es Bergman, cuya inspiración aparece de forma clara en una de estas maravillosas cartas fílmicas dedicadas a Paul Morrissey.
Este año me di cuenta que…: Lo aburrido, vacío y gris que es el centro porteño desde que falta BAMA Cine Arte, y la necesidad de defender las salas, de no dejar que ninguna más cierre sus puertas porque con sus clausuras, desaparecen los relatos.
Un texto: Quintana, Ian. “La experiencia del tiempo: el cine de James Benning” en Revista Caligari, 4, p.46-48. Es una reflexión filosófica sobre la actualidad y el cine de Benning como resistencia y contemplación.
Bilik, Julieta. “Cine, ¿en qué te has convertido? De salas a pantallas”, Revista Pulsión, 10, p.4-7. Crónica de lo que define como “un cementerio de cines” (aún no está disponible online pero entiendo que pronto se van a poder leer las revistas en https://revistapulsion.com/)
Un fotograma: Nacional e internacional:
Vitalina Varela (Pedro Costa)
Cada fotograma de Vitalina Varela muestra su grandeza. Podría elegir cualquiera porque sus composiciones me parecen perfectas. La oscuridad, lejos de vaciar, completa los espacios, recorta a los personajes, les otorga el peso dramático que atraviesa a esta historia.
Ausencia de mí (Melina Terribili). El documental atestigua el sufrimiento de Alfredo Zitarrosa durante el exilio. Las mudanzas, la dificultad del desarraigo es lo que se propone conocer Terribili. Este fotograma muestra la revancha de Alfredo, su vuelta, a la vez que condensa su forma de sonreírle a tanta muerte.
La promesa del 2020: Andrea Testa se ganó su lugar en el cine con la dirección y co-dirección de Pibe chorro y La larga noche de Francisco Sanctis. Niña Mamá (cuyo estreno comercial será en 2020) sigue ese camino. Abre la nueva década con un fuerte contenido político y social a partir de observar rostros, de poner atención a los discursos como así también al lenguaje no verbal, exhibiendo la vulnerable situación de jóvenes madres. Testa encuentra el mensaje con habilidad, crea un espacio donde las adolescentes logren ser escuchadas y lo ubica en pantalla para interpelarnos, para evidenciar la necesidad de hacer un cine que se comprometa con el presente.
Película testamento: Varda por Agnès (2019). Una película que nos dejó la directora a modo de despedida y que fue pensada de ese modo.
Verla en la sala, tras su fallecimiento, fue como un proceso de elaboración colectiva donde la mujer nos explicaba, a partir de un repaso de su obra, cómo le gustaría ser recordada. Directora, pero también fotógrafa, artista militante, viuda y amiga. Humanizó al cine, lo alejó de las frivolidades, le añadió su impronta ideológica y la belleza estética que la acompañaban. Esta fue la despedida de una mujer que se sabía enferma y el mejor ejemplo de lo que alguna vez escribió Adolfo Bioy Casares: “Sobrevivimos en la obra. Por eso hay que hacerla con amor”.
Un intérprete de la década: Kim Min-hee, por la frescura que le otorga al cine de Hong Sang-soo.
Una escena de la década: Es difícil elegir una escena de la década, pero me acordé de “20,0000 Days on Earth” (2014), el documental dirigido por Jane Pollard y Iain Fosyth, donde Nick Cave habla del momento en que conoció a su compañera, Susie Bick. Me interesa el modo en que Nick Cave construye el recuerdo a partir de una fotografía que actúa como disparador. Es una escena rústica, donde el material de archivo, el montaje y la poesía cooperan en la construcción del caos. Y el cine, por suerte, es también eso.
Me interesa el modo en que Nick Cave construye el recuerdo a partir de una fotografía que actúa como disparador. Es una escena rústica, donde el material de archivo, el montaje y la poesía cooperan en la construcción del caos. Y el cine, por suerte, es también eso.
Diego Trerotola
Una película: Breve historia del planeta verde
Una canción: Royals de Lorde en Hustlers
Un doble programa: Border con Martin de George Romero
Este año me di cuenta que…: John Stahl tenía más obras maestras de las que creía.
Un texto: “The White Sheik” anticipated or inspired a number of later Hollywood comedies, including Gene Wilder’s “The World’s Greatest Lover,” Neil LaBute’s “Nurse Betty” and especially Woody Allen’s “The Purple Rose of Cairo.” But farcical as it is, “The White Sheik” has a serious interest in fandom’s quasi-religious pathology. The movie’s spiritual twin is Billy Wilder’s “Sunset Boulevard,” made two years earlier and similarly self-reflexive in pondering the effect of the so-called dream factory.
It’s not simply that both reference silent cinema and the original Sheik, Rudolph Valentino. “The White Sheik” is “Sunset Boulevard” in reverse. When the delusional former movie queen Norma Desmond imagines her fans, “those wonderful people out there in the dark,” she is invoking star-struck Wanda. Whose fantasy is more potent?
J. Hoberman, ‘The White Sheik’: Fellini’s Charming Farce About Fandom, New York Times, 24 de diciembre 2019.
Un fotograma: Booksmart
La promesa del 2020: Olivia Wilde, directora de Booksmart
Película testamento: La Telenovela Errante (2017) de Raoul Ruiz
Película maldita: Voluptuous Sleep (2011) de Betzy Bromberg
Una escena de la década: El joven verdulero Franck charla sobre siluros con el viejo leñador Henri sentados en la orilla de El desconocido del lago de Alain Guiraudie.
Un intérprete de la década: Emma Stone
Mariano Morita
Una película: Dragged Across Concrete (S. Craig Zahler). Se trata de una rareza absoluta en el panorama actual del cine estadounidense. Zahler coquetea con el cine de explotación pero a la vez está cerca de Jean-Pierre Melville, que en sí mismo fue otra rareza. Escribí algo sobre esta película: https://untiroenlanoche.wordpress.com/2019/11/19/dragged-across-concrete/
Una canción: “Turning my life around” de Anna and the Apocalypse (John McPhail). La película figura como que es de 2017, pero recién llegó a estrenarse en varios lugares este año.
Un doble programa: Es un doble-doble programa. En un caso es por complementariedad, en el otro por respuesta (o auto-respuesta).
–Once Upon a Time in Hollywood (Quentin Tarantino)
–The House on the Edge of the Park (Ruggero Deodato, 1980)
Tarantino ejecuta en su última película, entre otras cosas, una historia de los antecedentes del cine de explotación. La masacre en la casa de Rick Dalton debería leerse en el código de algunos de sus hitos como The House on the Edge of the Park. No por su inversión histórica, que mucho no tiene que ver, pero sí por el lugar que le termina quedando al personaje de Cliff. Mucho en Tarantino termina siendo la historia de aquel que se mete en lo carnal como si fuera el trabajo sucio (doble) de lo que brilla y es bello. Tarantino es el intento de generar una autoconsciencia de la explotación, aunque algo a destiempo (Out of time). Deodato hizo eso tempranamente con sus dos mejores películas: Cannibal Holocaust, y The House on the Edge of the Park, ambas de 1980.
–The Irishman (Martin Scorsese)
–The Wolf of Wall Street (Martin Scorsese, 2014)
En este caso es una respuesta. Con The Irishman, Scorsese responde a la irreverencia de este otro film anterior, en el que la tragedia es la de un sinvergüenza, y la puesta en escena es la descripción desjerarquizada de su devenir obsceno. A una película narrada en clave de Goodfellas pero que caía en una jocosa misantropía se le responde con otra narración similar, donde la puesta maneja un camino parecido, pero con seres humanos, y con un catolicismo más sentido que cerebral.
Este año me di cuenta que…: Es el año de las segundas películas de varios directores que hicieron películas de terror que detesté, con alguna excepción. Se trata de Jennifer Kent, David Robert Mitchell, Robert Eggers, Ari Aster, Jordan Peele. Con eso vienen algunas confirmaciones, y también decepciones. Peele es el que decepciona, porque había podido contar algo. Desde Get Out tenía dos caminos posibles, la alegoría o el género. Eligió la alegoría. Mitchell confirmó, fuera del terror, la forma vacía. Pero en el resto hay una tendencia particular. Eso que varios llamamos “terror fino” se termina de, justamente, afinar y me di cuenta de lo siguiente: se trata de realizadores que se dedican a construir caminos hacia donde uno no quiere ir, o nadie. Hacia la degradación, hacia la descomposición, hacia la angustia y la miseria. En Midsommar, Aster desarrolla y desglosa el grito de angustia y miseria (que ya venía desde Hereditary). En The Lighthouse, Eggers, desarrolla un proceso de locura y descomposición. Lo que tienen en común es que ambos se centran en la construcción, porque probablemente se vean a sí mismos como finos diseñadores de puentes. Alguien le está haciendo creer al público que el terror debería ser eso, que nos lleven a donde no queremos, que sintamos la angustia, la miseria, la descomposición como si fuera una entidad aparte, separable de un estado de organicidad y sentido. En términos más fotográficos que críticos. Entre todas las posibilidades que arman, terminan en el peor escenario posible. “El peor escenario posible” parece ser la nueva idea dominante, es lo que destaca, lo remarcable, lo festejable. Una combinación extraña porque es una lectura parcial del cine como un arte “sentido”.
Un texto: “Notas sobre Mizoguchi” por Angel Faretta (A Sala Llena)
Un fotograma: Plano final de Crawl (Alexandre Aja). Es la síntesis. Hay un doble gesto simultáneo, el pedido de ayuda y el triunfo. La cámara es la subjetiva del padre, su mirada, que perdió el brazo con el que la levantaba, pero sobre él cae ahora la sombra de su hija iluminada.
La promesa del 2020: S. Craig Zahler, definitivamente. Con Bone Tomahawk y Brawl in Cell Block 99 incluidas. Como mencionaba antes, Zahler es maestro a la hora de combinar género, explotación, y determinismo puro. Un solo plano de Zahler es un oasis dentro del desierto de ideas del Hollywood liberal de hoy.
Película testamento: Scream 4 (Wes Craven). Wes Craven se fue dejando otra de sus películas abiertamente reflexivas, pero que al mismo tiempo son tremendamente divertidas. Si ya Scream fue intertexto, en la cuarta parte se encarga de dialogar con su intertexto, pero nunca cayendo en la mera masturbación cerebral. Scream 4 es otra terrible película de Craven sobre el oscuro proceso de banalización del mal, que se acelera cada vez más al paso de las generaciones. A su vez, la película es también un duelo cinematográfico entre la versión original y su remake imaginaria, y lo hace oponiendo a su grupo de personajes con uno nuevo, que acecha amenazando con el reemplazo. La secuencia de Emma Roberts automutilándose probablemente esté entre las más inolvidables de la década.
Película maldita: Domino (Brian de Palma). Sobre esta película me explayé en la nota que escribí para el número 2 de esta revista. “Eso tan preciado que algunos llaman libertad creativa”. Está en la edición impresa y replicado en mi blog: https://untiroenlanoche.wordpress.com/2019/10/21/eso-tan-preciado-que-algunos-llaman-libertad-creativa/
Brian De Palma es uno de los grandes ninguneados del establishment del cine internacional, pero al mismo tiempo parece ser el único capaz de poner en escena las cuestiones más punzantes de la contemporaneidad. En Domino, De Palma trabaja con el terrorismo internacional como elemento necesariamente subyacente al mundo hipernormalizado y bienpensante. Arma el tejido, une los hilos, desnuda a ese caos para luego enfrentarlo. Para muchos esto fue otro compendio estético de sus marcas autorales, cuando en realidad De Palma sólo plantea que la marca de autor ya no pertenece al mundo del cine, sino al mundo de los videos de cabezas cortadas. Parece que esa es una verdad difícil de tragar.
Flautazo: Alita: Battle Angel (Robert Rodriguez), pero probablemente sea por responsabilidad de Cameron que la produjo y participó del guion. Pero tampoco diría que es una gran película, pero es una en la que Rodriguez parece haber entendido algunos problemas sobre la conquista del poder en el marco de una lucha.
Una escena de la década: La muerte de Joe Pesci en The Irishman. Sólo voy a decir que es desgarradora. A pesar de tener un rostro digital, Pesci es realmente un hombre a punto de morir, que se aleja en silla de ruedas mientras lo llevan a la capilla de la cárcel. En la capilla parece resolverse todo, y al personaje no lo vemos más.
Un intérprete de la década: Song Kang-ho. Muchos lo recordarán por Parasite, que si no lo tuviera a él tal vez no sería nada, o muy poco. Su mejor actuación de estos años la vi en A Taxi Driver, una película que pasa casi esquizofrénicamente de la comedia a la tragedia política. Song Kang-ho es querible porque puede combinar imágenes de mediocridad con imágenes de grandeza. Es un actor al que se lo puede aprovechar en muchos niveles. También está The Drug King, donde lo convierten en una especie de Tony Montana coreano. La película no vale mucho la pena, pero verlo a él es todo.
Malena Solarz
Una película: Me es casi imposible elegir una, así que hago como hice otras veces, me quedo con la que me viene antes a la cabeza: Fourteen, de Dan Sallitt. Creo que la elijo porque es la prueba de que no hay una sola forma de generar profundidad narrativa, emoción y hasta empatía (si es que aplica), y tampoco hay una sola forma de tener gracia y ligereza. Hay muchas, y Dan Sallitt recorre uno de esos caminos, quedándose a una distancia muy precisa de sus personajes, pero insistiendo en ellos: lo que hacen, lo que dicen, lo que comen, por dónde caminan, cómo se visten, cómo son sus casas, sus parejas o sus mascotas.
Una canción: “L’italiano”, en Il traditore, de Marco Bellocchio (“io sono un siciliano un siciliano vero”). Esa canción que podría ser demasiado obvia, en el contexto de la película se transforma en una (una más) amenaza mafiosa que el personaje acepta con una resignación espectacular. No es una escena muy trascendente de la película, pero sí un momento en el que la música cuenta todo con un poco de ironía y mucha gracia.
Un doble programa: Dolemite is my name, de C. Brewer, con otra que vi este año, en Mar del Plata: Sweet sweetback’s baadassss song, de Melvin Van Peebles. Sé bastante poco sobre blaxploitation, y estoy aprendiendo a entender sus momentos de genialidad, y a incluso celebrar sus imperfecciones y torpezas. Creo que eso es lo que extrañé en el caso de Dolemite is my name: no le pido que sea una auténtica blaxploitation, sino que le haga un poco de honor al género atreviéndose a ir más allá de cierta corrección, incluso si eso la termina llevando a meter mucho la pata.
Este año me di cuenta que…: dirigiendo de a uno o de a dos, el agotamiento físico, emocional y mental de hacer una película es directamente proporcional al disfrute, y también a la voluntad de reincidir.
Un texto: Aunque algunos lo criticaron en esa famosa presentación de “La vida útil” en el Festifreak, a mí me gustó la crónica de Lucas Granero y Ramiro Sonzini sobre la participación en el Taller de Crítica Joven del Festival de Mar del Plata 2018. Es un texto que da cuenta de sus auténticas preguntas y no de las que supuestamente “habría que” hacerse. Me parece que refleja de una manera muy genuina las reflexiones que pueden surgir en contextos en donde uno puede compartir la experiencia de ver, pensar, hablar y hasta mostrar películas.
Un fotograma: Dos fotogramas, de dos películas vistas hace poco en Mar del Plata. Pensé que no tenían ninguna relación, pero ahora que lo pienso sí: en ambas películas (A imagen y semejanza, de S. J. Rinland, y Danzas macabras, esqueletos y otras fantasías, de J. L. Schefer, R. Azevedo Gomes y P. Léon) hay una atención muy detenida hacia los objetos, el trabajo manual y las ideas que giran alrededor.
La promesa del 2020: No es tan joven ni tan novato, pero seguiré de cerca todo lo que haga Ted Fendt. Después, hay una gran cantidad de ex alumnos y alumnas que pienso que harán hermosas películas pronto (algunas están terminándose en este momento, algunas están por empezar).
Película testamento: Out-takes of the life of a happy man, de Jonas Mekas. Todas las películas de Mekas parecen funcionar como testamentos, pero bueno… ésta fue la última. Y además en el título hay un gran chiste: es absurdo pensar la idea de “descartes” en Mekas, o tal vez lo ridículo sea pensar que sólo aplica para esta película. Mekas justamente hizo de los descartes una forma de montar, de proyectar, de preservar y de ver el cine.
Otra película testamento creo que es Chant d’hiver, de O. Iosseliani, especialmente por la forma de releer toda su obra anterior. Pero bueno… Iosseliani sigue vivo y seguramente tomando vodka.
Película maldita: La destrucción del orden vigente, de Alejo Franzetti. No sé si habría merecido mejor suerte, pero sí al menos poder ser vista en su momento.
Flautazo: Dejo esta categoría desierta simplemente porque no suelo llevar listas y, de haber visto alguna que cumpla con la consigna, no me la acuerdo.
Una escena de la década: ¿Están locos? ¿Una escena? Pongo las 12 (sí, 12) que se me vienen muy rápido a la cabeza y que no encuentro en youtube.
– El quilombo que hace Godard con el 3D en ese diálogo de Adiós al lenguaje, en el que plano y contraplano se dirigen cada uno a un ojo distinto.
– Cleo Moguillansky y amiguitas leyendo el cuento de H. C. Andersen y apagando fósforos, en La vendedora de fósforos de A. Moguillansky
– El cuerpo de Rufus siendo aplastado por una aplanadora y pasado, luego, por debajo de la puerta de su casa en Chant d’hiver, de O. Iosseliani
– Cal y Evelyn paseando por Filadelfia con insomnio en Classical period, de T. Fendt
– Alguna de las escenas de comida en Historia de la meva mort, de A. Serra
– El loop del diálogo de “Noche de reyes” que ensayan Elisa Carricajo y Agustina Muñoz, en Viola de M. Piñeiro.
– El final (o los finales) de Right now, wrong then, de Hong Sang- soo
– Laura Paredes, interpretando a una espía, paseando por París en La flor, de M. Llinás, rodeada de imágenes impresionistas gigantografiadas
– Los personajes de Cavalo dinheiro, de P. Costa escondidos en los árboles.
– Lady Susan desparramando muchos rumores en Love and friendship, de W. Stillman
– La nena de Tiré la langue, mademoiselle, de A. Roppert, yendo a comprarse un bubble tea al negocio de otro paciente de los hermanos Pizarnik.
– Las tres tomas (dos fallidas y una exitosa) de los fuegos artificiales del rodaje que se lleva a cabo en Y ahora elogiemos las películas, de N. Zukerfeld (un poco de nepotismo se permite, ¿no?)
Un intérprete de la década: Kyle Maclachlan y, con él, todo el elenco de Twin Peaks
Nicolás Zukerfeld
Una película: Fourteen (Dan Sallitt) y Ford vs Ferrari (James Mangold)
Me acabo de dar cuenta la cantidad de “F” que hay en mi selección. Pero más allá de esta coincidencia patafísica, ambas películas son reflexiones sobre la lengua clásica. O sobre el período clásico. Ambas hablan con claridad e inteligencia y, aunque haya algunas explosiones, lo hacen en voz baja. Y eso es muy difícil.
Una canción: “California dreamin’” (versión de José Feliciano). Aquí la canción completa:
Aquí, tal como se escucha (y se ve) en Once upon a time in Hollywood. Una canción que, como suele hacer Tarantino, no subraya sino que “hace ver”, que descubre. Aquí, una tremenda melancolía atraviesa a casi todos los personajes de la película, que, sencillamente, terminan su día. Aquí la canción completa:
Un doble programa: Liberté (Albert Serra, 2019) + Le Déjeuner sur l’herbe (Jean Renoir, 1959)
Dos películas sobre un grupo de personas que, aburridas, en el medio del bosque, escuchan el llamado del Dios Pan y se entregan al deseo, al viento, a la naturaleza. Hasta que caiga o salga el sol.
Este año me di cuenta que…:
1. Que una década son diez años y eso es mucho tiempo para hacer una lista.
2. Que la ficción le hace bien al arte.
3. Que los seres humanos son complejos y que una mala persona puede hacer una gran obra de arte. Y viceversa.
4. Que lo peor que le puede pasar al terror es no confiar en el terror.
5. Que quizás la década que viene pueda entender qué es el “cine contemporáneo”
6. Lo bello que es el Super 8. Más si lo usás enamorado.
7. Etc.
8. La importancia de la homeopatía.
9. Lo emocionante que es ver una película con buenas ideas bien utilizadas (en el momento justo, como la homeopatía)
10. Lo aburrido que es ver una película que te dice todo el tiempo que tiene buenas ideas.
Un texto: “The World as Media Screen: Tarantino and Trump as Soul-Brothers” (J. Rosenbaum). Si bien estoy en desacuerdo en casi todo lo que expone Rosenbaum, me parece un texto sintomático del 2019, la crítica y el cine – https://www.jonathanrosenbaum.net/2019/08/the-world-as-media-screen-tarantino-and-trump-as-soul-brothers/
Un fotograma: The world is full of secrets (Graham Swon)
La promesa del 2020: John Krasinski, Graham Swon, Greta Gerwig, Jonah Hill.
Película testamento: Out-takes from the Life of a Happy Man (Jonas Mekas, 2012)
Película maldita: – La noche polar (Florencia Romano, 2016) y Las altas presiones (Ángel Santos Touza)
Flautazo: Después de ver Get Out podría haber puesto a Jordan Peele entre las promesas del próximo año. Después de ver Us, empecé a pensar que la primera la salió de casualidad. El año que viene les digo qué pasó porque, como confío en la dialéctica, necesito una mas.
Una escena de la década: Twin Peaks S03E08. Porque esta escena es una síntesis no solo de la década sino del SXX. El 16 de Julio de 1945, pero también el 25 de junio de 2017, todo explotó en mil pedazos.
Un intérprete de la década: Kim Min-hee
Iván Morales
Una película: Once Upon a Time in Hollywood (Quentin Tarantino, 2019)
Una canción: La escena de las lavanderas en Dolor y gloria (Almodovar, 2019)
Un doble programa: Badur Hogar (Rodrigo Moscoso, 2019) / La rubia del camino (Manuel Romero, 1938)
Este año me di cuenta que…: Los últimos años, y este en particular, la investigación y la escritura de una tesis se robaron toda mi concentración. En el proceso me obsesioné con John Alton, tal vez el fotógrafo más impresionante del Hollywood clásico. Como se sabe, dos décadas antes de iluminar sus famosos film noirs para Anthony Mann y de ganar un Oscar por Un americano en París, Alton tuvo una etapa formativa en el cine argentino de los ’30. Quiero aprovechar esta consigna de La vida útil para compartir no una idea sino un documento (con muchas ideas) que encontré de casualidad cuando estaba a punto de cerrar mi trabajo. En 1932, recién llegado a Buenos Aires, Alton escribió una nota para el diario Crítica. Ahí, además de demostrar una mirada visionaria, resumía muy bien la encrucijada entre nacionalismo y cosmopolitismo que marcó a la época más maravillosa del cine argentino, cuando se vislumbró la posibilidad de generar una industria cinematográfica. “La Argentina ofrece un vasto horizonte para crear su industria cinematográfica”.
Un texto: J. Hoberman sobre la de Tarantino https://www.nybooks.com/daily/2019/08/19/once-upon-a-time-in-tarantinos-hollywood/
Un fotograma: The Mule (Clint Eastwood, 2018)
La promesa del 2020: S. Craig Zahler
Película testamento: Pensé que Eastwood había hecho The Mule para despedirse pero sigue entre nosotros.
Película maldita: Logan Lucky (Steven Soderbergh, 2017)
Flautazo: De Palma (Noah Baumbach, 2015)
Una escena de la década: Las escenas del crucero de Film Socialisme (Jean-Luc Godard, 2010).
Un intérprete de la década: Tom Cruise.
Paola Buontempo
Una película: I was at home, but… (Angela Schanelec)
Una canción: “La mère” en Les enfants d’ Isadora (Damien Manivel)
Un doble programa: The Bloody child (Nina Menkes) en rima con Demonic (Pía Borg), la ficción y el acontecimiento.
Este año me di cuenta que… seguido de un text: ¡El letrismo! ‘Estamos de acuerdo con todo lo que lucha y sigue luchando desde el principio del mundo’ compila textos firmados por Nicole Brenez, Sonia Rangel y los propios letristas: la potencia de la imaginación como primera forma del cine.
Un fotograma: Uno entre tantos parpadeos de la amorosa Rushing Green with Horses de Ute Aurand.
La promesa del 2020: Clarisse Hahn
Película testamento: No home movie (Chantal Akerman)
Película maldita: Le quattro volte (Michelangelo Flammartino, 2010)
Flautazo: (¡Qué tiranía esta pregunta!) Sin ser una obra maestra y un pésimo director, arriesgo Berberian Sound Studio (Peter Strickland)
Una escena de la década: ¿De la década? ¡Tantas! Va una de este año, indeleble: el juego de ‘vivo/morto’ que cierra Sete anos em Maio (Affonso Uchoa)
Un intérprete de la década: La magnética Zhao Tao
María Aparicio
Una película: Las películas más reveladoras que vi en 2019 no son de este año, pero para cumplir con la consigna y para militar los descubrimientos: Fourteen de Dan Sallitt. (Bueno, también Vitalina)
Una canción: La selección musical de Technoboss, de Joao Nicolau, especialmente el momento de Asereje de Las Ketchup. También todo Felix en Wonderland de Marie Losier.
Un doble programa: Fourteen con The trouble with angels. Amistad de chicas.
Este año me di cuenta de… que hay esperanzas en el fílmico.
Un texto: Algo de lo que estoy leyendo ahora:
Buster Keaton – Slaptick. Algún fragmentito en palabras del mismísimo:
No hacía mucho tiempo, William Randolph Hearst, que ya chapoteaba en el negocio de la realización de películas, propuso a Pop (papá) hacer una comedia de 2 rollos para él.
– ¿Pero qué dice? -vociferó Pop-. ¿Quiere mostrar Los tres Keaton en una sábana por 10 centavos?
(…) Como la mayoría de los actores de vodevil de mediana edad, Pop se habría reído si cualquiera hubiera predicho que los parpadeos, como aún llamaban a las películas, reemplazarían al vodevil como la forma de entretenimiento favorita del país.
Al oír finalmente las terribles noticias que Mom (mamá) le dió sobre mi, gruñó:
– ¿Nuestro Buster está haciendo películas? No me lo puedo creer.
La poética de lo cotidiano – Yasujiro Ozu (Va captura adjunta)
Un fotograma:
Los Pasos de Antonio, de Pablo Baur.
Es una película de 2007, pero se vió por primera vez en Córdoba este año.
La promesa del 2020: Lo acoto a directores amigos con al menos un largo: Pepe Gutierrez, Fernando Restelli, Maxi Schonfeld, Santi Sgarlatta, Renzo Blanc, Rodrigo Guerrero, Nicolás Abello, y varios más.
Película testamento: Últimas conversas, de Eduardo Coutinho.
Película maldita: Los Pasos, de Renzo Blanc
Una escena:
Un/a intérprete: Eva Bianco.
Marcos Migliavacca
Una película: The Lighthouse (Robert Eggers, 2019)
Mención especial: Zombie Child (Bertrand Bonello, 2019)
Una canción:
Technotronic – Pump Up The Jam en Synonymes (Nadav Lapid, 2019)
M Ward –Let´s Dance de M Ward en I Was at Home, but… (Angela Schanelec, 2019)
Vivaldi – The Four Seasons / Concerto l’estate for violin, strings, in 6 minor en Portrait de la jeune fille en feu (Céline Sciamma, 2019)
Bonus track: Petr Pogodaev, Zveri Group – Моё настроение en Leto (Kirill Serebrennikov, 2018)
Un doble programa:
A Russian Youth (Alexander Zolotukhin, 2019) / Come and See (Elem Klímov, 1985)
Midsommar (Ari Aster, 2019) / The Wicker Man (Robin Hardy, 1973)
Zombie Child (Bertrand Bonello, 2019) / I walked with a zombie (Jacques Tourneur, 1943)
Este año me di cuenta de… Comparto ideas ajenas que siempre son mejores. Recomiendo dos libros que leí este año que no son de cine, pero que la lucidez de sus observaciones y conceptos son aplicables al cine.
–Las Clases De Hebe Uhart, de Liliana Villanueva
–Shanzhai. El arte de la falsificación y la deconstrucción en China, de Byung-Chul Han
Un texto: Crónica de un jurado joven – por Ramiro Sonzini (La vida útil N°1) + El toque perverso, por Quintín ( http://www.asalallena.com.ar/quintin/busca-la-cinefilia-perdida-4-quintin/ )
Un fotograma: Mother, I Am Suffocating. This Is My Last Film About You (Lemohang Jeremiah Mosese, 2019)
La promesa del 2020: Kantemir Balagov / Testona (2017) – Beanpole (2019)
Película testamento: Aleksey German (1938–2013) / Hard to be God (2013)
Película maldita:
– The Fits (Anna Rose Holmer, 2015). Película poco difundida. Una gema tan extraña como estilizada, muy recomendable.
– Beyond the Black Rainbow (Panos Cosmatos, 2010). Un ejercicio de estilo del director de Mandy, película extrema que se afirma en su convicción sin tenerle miedo al ridículo. Cuando la vi en sala en su momento fue un concierto de burlas del público.
– Tony Erdmann (Maren Ade, 2016). Una de las mejores películas de la década que finalmente no tuvo la suerte de estrenarse comercialmente en el país.
Flautazo: Joker (Todd Phillips, 2019)
Una escena: Leviathan (Lucien Castaing-Taylor, Verena Paravel, 2012)
https://vimeo.com/45252172
Un intérprete:
– Zhao Tao / Isabelle Huppert (todas sus películas)
– Joaquin Phoenix (Joker, The Sisters Brothers, Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot, You Were Never Really Here, Irrational Man, Inherent Vice, Her, The Immigrant, The Master, I’m Still Here).
– Robert Pattinson (The Lighthouse, High Life, Damsel, Good Time, Maps to the Stars, The Rover, Cosmopolis).
Raúl Camargo
Una película: Sete Anos em Maio, de Affonso Uchoa.
Una canción: The Legend of the Stardust Brothers
Un doble programa: Vai e Vem de João César Monteiro (2003) con Technoboss (2019) de João Nicolau.
Este año me di cuenta de… Un año sin películas de Hong Sang-soo es un año triste para el mundo.
Un texto:
“Yo no sé más que que es justo y que es injusto.
Sólo sé que no puedo olvidarme.
Volver aquí, en ese lugar,
es como volver en el tiempo.
Es como si aquel día nunca dejase de existir.
Todavía se puede ver la marca de su pie en el suelo.
Todavía se puede ver las manchas de sangre en el asfalto.
Y no es sólo tuya.
Hay mucha gente muriéndose todos los días.
Y esa pila sólo está creciendo,
desde antes de que nacieramos.
Estamos rodeados por una pila de gente muerta.
Y ya está tan alta que tapó el cielo.
Es por eso que todo está tan oscuro.
Pero no hay noche que dure para siempre.
Tenemos que seguir adelante.
Por nosotros y por ellos también”.
Sete Anos em Maio, de Affonso Uchoa
Un fotograma: Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, de José Luis Torres Leiva.
La promesa del 2020: Mati Diop. Tenemos una linda tradición en FICValdivia de realizar focos tempranos de obra de cortometrajistas que a juicio de nuestro Festival serán los clásicos del futuro. Invitamos a Mati Diop el 2015 a exhibir sus trabajos y esa mirada única hoy se ha cristalizado en su primer y maravilloso largometraje Atlantics.
Película testamento: La de mi director favorito: Outtakes from the Life of a Happy Man de Jonas Mekas. Lo extraño muchísimo, acá un texto que escribí sobre él y su film hace 7 años: https://hambrecine.com/2013/12/24/outtakes-from-the-life-of-a-happy-man-by-jonas-mekas/
Película maldita: El Limonero Real de Gustavo Fontán, bellísima e incomprensiblemente ignorada por los grandes festivales,una muestra más de la decadencia de Festivales A.
Flautazo: La primera película que se me vino a la mente con esta notable categoría es Rush de Ron Howard, así que respetaré ese pensamiento inicial confirmándola acá como mi voto.
Una escena: el plano final de The day he arrives de Hong Sang-soo.
Sungjoon se encuentra en la calle con una admiradora, la cual le pide poder sacarle una foto. Él se apoya en la muralla y mientras posa (y la toma se acerca en zoom sólo como Hong sabe hacerlo) Sungjoon mantiene la mirada fija en la cámara de ella, pero a la vez sabemos que por un instante ha mirado hacia su propio interior, viendo un vacio, o un anhelo, o ambas cosas. Algo que finalmente le entristece. La nieve cae sostenidamente mientras suena el leit motiv musical de la película hasta llegar a los créditos.
Un/a intérprete: No por obvio menos cierto: Ventura, persona fundamental en la filmografía de Pedro Costa.
Cecilia Kang
Una película: Parasite, de Bong Joon-ho. (Toda mi coreanidad al palo. Me vi en esa madre, me vi y la vi a mi madre y a la madre de mi madre)
Una canción: la que canta el potro de Adam Driver en Marriage Story
Un doble programa: Voy a armar un tríptico: Ash is purest white (o la traducción tonta que le pusieron acá Esa mujer) de Jia Zhangke, que estrenaron en salas este año; Gion bayashi (Los músicos de Gion) de Kenji Mizoguchi, de 1951 y que pasaron en la Lugones este año; por último, una joya que me dejó perpleja de todo, una película coreana que tuve la oportunidad de ver en un ciclo que se hizo en el Kino Arsenal de Berlín por los 100 años de cine coreano, un ciclo muy interesante porque curaba películas que trabajaban en torno a la imagen de la mujer en Corea en época guerra y post-guerra. Por supuesto que eran todas películas dirigidas por hombres y creadas para un público masivo, o sea, masculino (o lo que femenino fuera dictado por la masculinidad). La película que traigo para este tríptico se llama A female boss (la traducción sería Una jefa mujer) y es una película de 1959, dirigida por Han Hyeong-mo. Son tres películas de Asia, de tres porciones de historia muy distintas, pero dirigidas por hombres y su mirada hacia los sufrimientos de una mujer. Algo muy interesante que me pone a pensar. La última que nombro me dejó muy triste porque aún resonaba tan actual. Era tan real que superaba la ficción. Recomiendo que la busquen.
Este año me di cuenta de… que estaba muy contracturada, en muchas formas. Estoy intentando disfrutar más, agradecer, tomar más drogas y bailar más. Me di cuenta de que estoy leyendo muy poco, y eso es algo que quiero revertir. Me di cuenta de que la ansiedad mata al cine, pero todavía no sé cómo manejar eso. Lo intento. Pero bueno, soy lo que me sale. Cada vez sé menos todo, hago el ejercicio de entender, todos los días. Pero bueno. Soy joven. Soy vieja y soy joven, siempre 🙂
Un texto: LA IDEA (MARK STRAND)
También para nosotros existía el deseo de apropiarnos
de algo más allá del mundo conocido, más allá de nosotros
mismos y más allá de nuestra facultad de imaginar,
algo en lo que pudiéramos de todas formas vernos reflejados;
y este deseo aparecía siempre como al pasar, en una luz difusa,
y con un frío tal que el hielo de los lagos del valle se quebraba
y bajaba en torrentes, y todo se cubría
con un manto de nieve, y las escenas
del pasado, al volver a emerger, ya no eran como antes,
sino que parecían fantasmales y pálidas
entre las curvas falsas y las borraduras
disimuladas; y jamás sentimos que estuviéramos cerca
hasta que el viento de la noche dijo:
“¿Por qué hacen esto, y justamente ahora?
Vuélvanse a casa”. Pero en ese instante
apareció a lo lejos, en un confín helado, la pequeña silueta
de una cabaña con las luces encendidas.
Nos quedamos parados contemplándola,
asombrados del hecho de que estuviera allí.
Y habríamos llegado donde estaba,
y habríamos abierto la puerta y penetrado
en la luz, a la busca de un poco de calor;
pero era nuestra porque no era nuestra,
y tenía que seguir vacía. Era la idea.
Un fotograma:
La promesa del 2020: Cecilia Kang (ah re)
Película testamento: Ay no sé, una pregunta triste. “Película testamento”. Creo que ningún director querría hacer una película testamento. Testamento me suena a letras talladas en piedras. Reglas a seguir a rajatabla. Deberes y obligaciones. Me suena a muerte y el cine es todo lo contrario. No creo que ningún cineasta querría dejar una película así. Al menos quisiera creer eso. Pero ya que estamos hablando de muerte, voy a nombrar la última película de un director que admiro mucho, y que tengo en la cabeza últimamente porque la estoy usando de referencia para algo que estoy comenzando a masticar: Últimas conversas de Eduardo Coutinho.
Película maldita: Al otro lado del viento de Orson Welles. Me hubiera gustado tener la posibilidad de verla en el cine. Y bueno, luego hay todo un documental de netflix que cuenta todas las maldiciones que tuvo esta película.
Flautazo: No sé si el director es malo porque no vi otra película de él. Pero este año vi entera Dirty dancing de Emile Ardonlino y me parece hermosa y excelente.
Una escena: Depende del momento, del ánimo, de lo que una necesita.
Un interprete: ehhhh imposhible esta pregunta. Pienso en Brad Pitt y la escena de la antena de Érase una vez en Hollywood. Pienso en Julia Roberts y su sonrisa que vale el mundo. Pienso en Isabelle Huppert y cómo me encanta su cuerpo todo cerebral. Me encanta Kim Min-Hee, su belleza me hace sonrojar. Me encanta Adam Driver, fantaseo con ser su novia. ¡Pienso en estrellas de Hollywood! Soy una cholula.
Pablo Ceccarelli
Una película: Este año me cuesta elegir una sola y siento también que voy a dejar varias afuera. Así que barajo un par de las que vi este año que me parece importante destacar: Atenas de César Gonzalez (Estrenada finalmente este 2019), Visión Nocturna de Carolina Moscoso (Vista en FICValdivia), Por el dinero de Alejo Moguillansky, Portrait de la jeune fille en feuI de Céline Sciamma, La deuda de Gustavo Fontán, Espero tua (Re)volta de Eliza Capai.
Una Canción: Un ratón de vacaciones de Litto Nebbia en Tiempo perdido de Francisco Novick y Natalio Pagés.
Bonus track: La versión de Let’s Dance de David Bowie incluida en I was at home but de Angela Schanelec (Porque me despertó en la función de las 9 AM en el Auditorio del Festival de Mar del Plata)
Un doble programa: (Otra vez) No intenso agora (2017, Joao Moreira Salles) / Espero tua (re)volta (2019, Eliza Capai)
Este año me di cuenta de… Que hay que dejar de naturalizar el estado y funcionamiento de mucho de los espacios/eventos culturales/artísticos.
Un texto: Cine, ¿En qué te has convertido?: de salas a pantallas de Julieta Bilik. Publicado en Pulsión #10
Un fotograma: El plano final de Portrait de la jeune fille en feuI de Céline Sciamma.
La promesa del 2020: Agustina Comedi
Película maldita: dos películas kirchneristas / del kirchnerismo:
– NK (2013, Adrián Caetano)
– Victoria (2015, Juan Villegas)
Película testamento: No la dirigió él, pero Ata tu arado a una estrella (2017), de Carmen Guarini me parece un tierno y conmovedor testamento de Fernando Birri.
Una escena: Albertina Carri jugando con su hijo en Cuatreros (2016)
Un flautazo: ¿Que sería un “pésimo” director?
Un/a intérprete: María Laura Berch (Directora de actores/actrices, Directora de casting)
Juan Francisco Gacitúa
Una película: Once Upon a Time… In Hollywood
Una canción: I Can’t Turn You Loose de Wayne Cochran and the C. C. Riders, en el trailer de C.C. and Company que Margot Robbie mira en el Bruin
Un doble programa: Once Upon a Time… In Hollywood y Soñar, soñar
Este año me di cuenta de… que en esta década se deben haber estrenado más películas argentinas que en las… ¿cuatro o cinco décadas anteriores combinadas?
La promesa del 2020: Eloísa Solaas
Película testamento: Visages villages
Película maldita: elegiré Bronces en Isla Verde (Adriana Yurcovich), Los sentidos (Marcelo Burd) e Invasión (Abner Benaim), que no tienen nada de malditos pero son tres documentales sin tanto reconocimiento que no deberían perderse.
Flautazo: me había sorprendido mucho Su Realidad de Mariano Galperín, pero ya no estoy para decirle “pésimo” a nadie.
Algunas escenas rioplatenses que se me vienen a la cabeza sin pensar demasiado: Escondiéndose en el cine en La larga noche de Francisco Sanctis / El intercambio final enceguecido por la luz en Mochila de plomo / La llegada en tren en Rusia y la grabación de los Pimpinela en La flor / El recital de La Mona en De caravana / La persecución en Zama / La mentira en La vida útil / El examen de derecho en Las facultades / Sábados circulares en El ángel / El acto escolar en Las buenas intenciones / El hotel alojamiento en Alanis / La llamada telefónica antes del debut actoral en La reina del miedo / El encuentro padre-hija en Hermia & Helena / El himno en Tierra de los padres / Qué será en Te quiero tanto que no sé / El viaje mental en camioneta en Muere, monstruo, muere / El viaje mental en plena hipnosis en La cordillera / La juntada a los cuarentas en El futuro que viene / La cita en el teatro en La luz incidente
Un/a intérprete: Piel de Lava/Sofía Gala
Sofía Marramá
Una película: Breve historia del planeta Verde – Santiago Loza (2019).
Una canción: La intro de Breve historia del planeta verde
Willow de Tindersticks susurrada por Robert Pattinson en los créditos de High Life de Claire Denis (2019)
Un doble programa: Sinceramente no logro armar un buen doble programa con los poquitos estrenos que vi éste año, me animo a desprogramar la consigna y armo un doble programa a mi medida. Elijo La estructura del cristal de Krzystof Zanussi (1969) junto con Jules y Jim de Truffaut (1962)
Este año me di cuenta de… Franz Kafka
Un texto:
(hago míos los subrayados)
– Peter Bogdanovich: Hablando de eso, ¿qué piensas de Rossellini? Últimamente ha rodado varios documentales muy buenos…
– Orson Welles: Oh Peter, Peter!
– PB: ¿No te gusta?
– OW: No me gusta ésta conversación. No me gusta hablar de películas. Estoy hastiado de tanta charla sobre cine. Y apostaría que nuestros lectores también lo estarán.
– PB: Confiemos en que no!
– OW: Está bien, está bien. Naturalmente tienes razón. Si nuestro amado cine (y digo en serio la palabra “amado”, Peter, porque nosotros lo amamos apasionadamente, como no podía ser menos), bien, una vez que deja de ser la gran obsesión contemporánea, toda la amada pelota de cera se deja en manos de los distribuidores. En otras palabras, las películas son echadas a los perros. ¿Y dónde quedamos nosotros? ¿Porque demonios tengo que yo participar en este negocio de valoraciones críticas? Yo raramente veo un filme de año para otro.
– PB: Eso no es del todo cierto y tú lo sabes.
– OW: No hay una cultura cinematográfica, Peter, sólo una espantosa multitud de películas. Tenemos que mantenernos al nivel de las cosas, claro está, per no sólo con los filmes, sino con todo el mundo en su conjunto. Tenemos que encontrar qué podemos hacer con este lugar que vivimos – este lugar en el tiempo – , pero tenemos que ser terriblemente precavidos, me parece, para que nunca lleguemos a hacernos a nosotros mismos una parte demasiado perfecta de ello. La moda es un signo seguro de segunda categoría. A la postre seremos juzgados no por el grado de nuestra incorporación a la corriente principal, si no por nuestra respuesta individual a ella.
De cualquier modo, creo que todo ocurre por primera vez. Eso es lo que entiendo por inocencia, como Adán en el primer jardín del mundo dandole nombres a los animales y a las flores. Como mi historia sobre la escena inicial de Journey into fear…Yo creí verdaderamente que era algo nuevo!
– PB: ¿Esa es la razón por la que ves tan pocas películas?
– OW: Las buenas, en particular. Me mantengo alejado de la mayor parte de ellas por pura autoprotección, para conservar lo que queda de mi propia inocencia… Sonríes. Hablo en serio. La inocencia es una seria materia de preocupación. Cuanto mejor pueda ser el filme de otra persona, mayor será mi riesgo de pérdida de inocencia si lo veo. Cuando miro a través de la cámara tengo que mirar con mi ojo inocente, para enfrentarme, solo, con cada nueva escena y no en compañía de otros directores por buenos y venerables que sean. Siguen amontonándose a nuestro alrededor y si no se va con mucho cuidado… Por favor, deja que el señor Mizoguchi conserve su distancia.
– PB: ¿Piensas que eso debe ser cierto para todos nosotros?
– OW: Claro que no. Nada es cierto para todo el mundo. Lo que ocurre es a mi edad la virginidad es bastante frágil. Mi caso, en especial, es que para funcionar felizmente a mí me gusta sentirme como un pequeño Colón: en cualquier escena nueva quiero descubrir América. Y no quiero oír hablar de esos malditos vikingos. Cada vez que pongo los pies en el plató para rodar un filme, es para mí como plantar una bandera. Mientras más cosas sé de los intrépidos descubridores que llegaron antes, más se va empequeñeciendo mi bandera hasta convertirse en una de esas banderolas que se colocan en un campo de golf para señalar un agujero y el jugador vea adónde se dirige la pelota. Yo no pretendo, en absoluto, que mis delicados sentimientos sobre este asunto sean aceptados como dogma, pero sí voy a decir esto: los que hacemos películas debemos tener cuidado con ellas. Son malas para los ojos. Los directores de cine se pasan demasiado tiempo en las salas de proyección. Deben salir a la luz del sol con más frecuencia. Las películas de otros directores son una pobre fuente de vitaminas. ¿Me sigues?
– PB: Creo que estoy de acuerdo.
– OW: Las películas de los otros están llenas de buenas cosas que son merecedoras de que se las vuelva a inventar una y otra vez. Inventadas, si pero no repetidas. Las cosas buenas deben ser halladas, halladas, en el precioso espíritu de la primera vez. Y las imágenes, descubiertas, no encontradas con referencia a algo.
– PB: Ése es un gran problema para todo aquel que empieza ahora.
– OW: ¿El que todo se haya hecho ya? No, ése no es el problema. El problema está en que todo ha sido visto ya. Los directores ven demasiadas películas. Es cierto que todo se ha hecho ya, pero es más saludable saber que es así. Diantres, también ya estaba todo hecho cuando yo empecé…!
(Ciudadano Welles, Peter Bogdanovich y Orson Welles)
Un fotograma
La promesa del 2020: Alex Piperno. Sus cortometrajes son espectaculares y pronto estrena su ópera prima.
Película testamento: La telenovela errante de Raúl Ruiz y Valeria Sarmiento (2017), La locura de Almayer de Chantal Akerman (2011)
Película maldita: Pienso que La Flor de Llinás merecía mejor suerte pero no la considero una película maldita, más bien todo lo contrario.
Flautazo: Under the Silver Lake de David Robert Mitchell (2018)
Una escena: Todas las escenas de Jeannette, la infancia de Juana de Arco (Dumont, 2017)
Un intérprete: Adam Driver, particularmente por su trabajo en Paterson.
Dante de Luca
Una película: Liberté de Albert Serra
Una canción: El sintetizador que empieza con un arpegio muy simple y va sufriendo variaciones y se va volviendo más complejo (y más hermoso) a lo largo de The World Is Full Of Secrets, de Graham Swon.
Un doble programa: Vitalina Varela y Pedro Páramo, la novela de Juan Rulfo.
Este año me di cuenta que… El criterio de algunos programadores de festivales parece ser que las películas acusen al público, como buscando que asuma la culpa de algún pecado (racismo, machismo, etc.) y experimente en la sula una especie de expiación didáctica.
Un texto: Los subtítulos de las historias que cuentan las actrices en The World Is Full Of Secrets forman, literalmente, un texto. Pero incluso sin subtítulos creo que los relatos abren una relación entre imagen y texto que me pareció productiva y misteriosa a la vez. Cuando pienso en la película se me mezclan planos filmados con imágenes inexistentes, la chica crucificada, la chica muerta en un baúl, que pertenecen a esos puramente (o impuramente) orales.
Una promesa para el 2020: Jean-Luc Godard.
Película testamento: Como me parece que la muerte de su director no significa nada para una película, o, más bien, lo lindo del cine es que, entre otras cosas, es una forma de vencer la muerte, pienso en el hecho de que Clint Eastwood haya filmado The Mule, en que Godard haya resucitado -otra vez- como cineasta punk. Por sobre todo, me sobreviene una felicidad incontenible cuando pienso en que David Lynch fue a la vez hacia atrás y años luz hacia el futuro para terminar Twin Peaks; en mi opinión, la mejor película de la década. No soy exactamente un fanático de Lynch, más bien lo opuesto, pero de la próxima década no espero otra cosa que una cuarta temporada de Twin Peaks.
Película maldita: A mí me sorprendió Nervous Translation de Shireen Seno, que se pasó en el BAFICI del 2018. Una nena pasa las vacaciones en su casa, jugando con un horno en miniatura y escuchando las grabaciones que su papá le dejó a su mamá antes de irse a vivir a otro país. Cada escena incorpora nuevos procedimientos y varía los anteriores, pero la puesta de los planos es bastante simple y de a poco se intuye un conflicto, que ni se resuelve ni se explica ni se vuelve psicológico. La película no es naturalista pero tampoco hay un exotismo abstracto. La fantasía es la forma, que hace que la realidad se vuelva por sí sola algo aterradoramente bello. Pienso en uno de esos poemas como crucigramas de E.E. Cummings. Por desgracia no encuentro a nadie que la haya visto. Creo que pasó demasiado desapercibida.
Flautazo: Gracias a una función de “cine e historietas” que organizó Nicolás Zukerfeld en la FUC, descubrí que Logan, de James Mangold, es el primer clásico moderno de su género. Si las películas de super héroes amenazaron con devorar buena parte del cine y, a lo largo de la década, cumplieron con la amenaza, toda su épica barata se subvierte cuando unas pocas películas, al interior del género, llevan adelante una pequeña revolución. La utopía siempre está lejos, pero la última trilogía de el planeta de los simios acaso sea su manifiesto.
Una escena: la escena de Ventura en el ascensor, en Cavalo Dinheiro. Se volvió automáticamente una de mis escenas favoritas del cine. No solo porque es hermosa, sino porque está llena de cosas para robarle. Podrían salir cientos de películas distintas de esa sola escena.
Un/a intérprete: Las manos de Cate Blanchett en Carol, mi otra película favorita de la década. O los animales de The Strange Little Cat de Ramon Zürcher.
Juan Pablo Martinez
Una película: Había una vez… en Hollywood
Una canción: It Must Have Been Love de Roxette en Long Shot.
Un doble programa: Las buenas intenciones (Ana García Blaya) – Estiu 1993 (Carla Simón)
Un texto: El de Hugo Zapata sobre Avengers: Endgame, que es una cosa espantosa pero es sintomático de lo peor de la crítica “influencer” actual, que dice no ser crítica pero que incluye un puntaje que después es computado en sitios que compilan críticas, que es un ejemplo del gacetillismo más servil posible, que le pide al público que “disfrute del hecho de poder comprar la entrada), que termina agradeciéndoles a los directores de la película en cuestión en mayúsculas.
Un fotograma: Uno de Godzilla 2.
La promesa del 2020: Olivia Wilde
Película testamento: Imparable (Tony Scott, 2010)
Película maldita: The BFG (Steven Spielberg, 2016)
Flautazo: Pain & Gain (Michael Bay, 2013). No la considero “accidentalmente buena” (la considero más bien extraordinaria, de hecho) ni creo que Bay sea (siempre) un pésimo director, pero sí creo que es una película que da cuenta de que Bay es un tipo mucho más inteligente de lo que parece a simple vista.
Una escena: toda la secuencia del secuestro en Zama, la primera media hora de Mad Max: Fury Road
Un/a intérprete: Kate McKinnon
Álvaro Bretal
Una película: La que para mí fue la sorpresa del Festival de Mar del Plata, y la sorpresa del año también: Fourteen, de Dan Sallitt. Bellísima construcción del ritmo de lo cotidiano, como en Ozu; una película en la que dan ganas de vivir.
Una canción: Dos destellos del siglo veinte.
60s: Have Love, Will Travel de los Sonics, en Ford v. Ferrari (o Contra lo posible, según el jugadísimo título local) de Mangold.
70s: Cualquiera de los breves fragmentos de canciones (ya sea con instrumentos o cantos en movilizaciones) en Santiago, Italia de Moretti. Elijo uno, el más obvio: Quilapayún tocando La batea en el Estadio Nacional de Chile (que originalmente es de La batalla de Chile de Guzmán).
Lástima que todavía no vi Rolling Thunder Revue de Scorsese.
Un doble programa: La secuencia en el Rancho Spahn de Once Upon a Time… in Hollywood, para ver junto a Manson, documental de 1973 de Robert Hendrickson y Laurence Merrick, que en su momento hasta fue nominado al Oscar a mejor documental y luego cayó en el olvido. Hendrickson y Merrick filman y entrevistan a los miembros del clan, tanto a los que estaban presos como a los que seguían viviendo en el rancho. Perturbador es poco. Parece que se lo empezó a revisar un poco más después de la película de Tarantino. Está en YouTube. También se puede conseguir en ciertos lugares un ripeo de DVD que se ve considerablemente mejor.
Este año me di cuenta de… que la parte de escribir, compilar, traducir y corregir es la más simple y disfrutable a la hora de hacer un libro. La parte ardua, al menos hoy y acá, es la de distribuir, difundir, reimprimir y lograr generar un mecanismo que te permita seguir editando sin tener que pedir dinero prestado cada seis meses. También descubrí que, en cuanto a libros de cine, hay todo un universo fascinante a explorar, y me resulta interesante ejercer la reflexión y la crítica a partir de esos huecos, de ese territorio inexplorado. En un nivel más personal, me di cuenta de que quiero dedicarle una parte importante de mi vida a editar libros y -más personal aún- que todos los problemas se observan desde otra perspectiva cuando fallece alguien cercano.
Un texto:Este año llegué a Letterboxd, y ahí descubrí al brasileño Filipe Furtado, a quien leo con muchísimo placer (imagino que para muchos de los que están leyendo esto debe ser un viejo conocido). Recomiendo calurosamente su página, Anotacões de um Cinéfilo (todos los textos están en portugués e inglés): https://anotacoescinefilo.com/
Un Fotograma:
Opción uno: capturo un fotograma equis, imaginario, del momento en que Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi filman el puente en el que fue asesinada la primera persona durante la guerra de Bosnia. Gianikian y Ricci Lucchi visitaron la zona poco después de la finalización de la guerra. Esa visita, entre una cámara cargada de perplejidad -y algo de temor- y narraciones extraídas del diario personal de Ricci Lucchi, conforma uno de los fragmentos más fuertes de la primera parte de I diari di Angela – Noi due cineasti. Agregaría, como acompañamiento de la opción uno, el dibujo de Ricci Lucchi que muestra a Gianikian prendido fuego durante un accidente casero. Los dibujos de Angela merecen ser editados en un libro; sería un libro realmente hermoso.
Opción dos: el plano de la estación de tren en Fourteen de Sallitt, que se distingue de la lógica general de la película y funciona, simultáneamente, como un momento de quiebre y de reposo.
La promesa del 2020: Graham Swon, director de la fascinante The World Is Full of Secrets. También Nele Wohlatz, alemana radicada en argentina y directora de la gran El futuro perfecto.
Película testamento:Murieron tantos. De hecho me puse a hacer memoria y me entristecí una barbaridad. Como sé que me voy a olvidar de miles, en este caso voy con una respuesta sola: 36 vues du pic Saint-Loup (2009) de Rivette, que murió en 2016. Y un dato de color: Rohmer, cuya película final Los amores de Astrea y Celadón también me gusta, murió el 11 de enero de 2010; es decir, hace casi exactamente diez años; es decir, casi exactamente al comienzo de la década.
Película maldita: Esta está difícil. Podría ser Bernie, una de las mejores de Linklater, que lamentablemente pasó un poco desapercibida. O Le nouveau de Rudi Rosenberg, que se estrenó acá y es de esas películas que con más prensa podría haber llevado bastante gente a las salas (¿o estoy soñando?). O Mala de Caetano, inmerecidamente destrozada. También milito mucho El 5 de Talleres de Biniez, una de esas películas argentinas con voluntad popular que, por mala distribución y difusión, terminan siendo vistas por poca gente (y con esta hago el intento: la recomiendo a familiares y amigos, y siempre gusta). Caso similar pero de película norteamericana (y en este caso con la diferencia de que el film anterior del director era más bien críptico, y el paso a un cine amable y directo le jugó en contra): Results de Bujalski.
Flautazo: Recuerdo -tengo que viajar bastante al pasado, pero lo recuerdo- que me gustó No de Larraín, a cuya obra en general le tengo poquísimo aprecio. Pero tampoco se trata, creo, de una gran película. También me gustó mucho, cuando se estrenó, The Witch. Hace unos días vi The Lighthouse y creo que, con el correr de los años, Eggers puede terminar convirtiéndose en un pésimo director que dirigió una película accidentalmente buena.
Una escena: Van algunas medio al azar:
Velatorio (x2): el de El extraño caso de Angélica de Manoel de Oliveira y el de Fourteen de Sallitt. Los últimos diez minutos de La vida útil de Veiroj. La filmación de la pelea en Why Don’t You Play in Hell? de Sono. La cámara que se bambolea entre olas y gaviotas al final de Leviathan de Lucien Castaing-Taylor y Véréna Paravel. La vida real (x2): la caída del caballo en El silencio es un cuerpo que cae de Comedi y la explicación del suicidio del padre en el baño en Papirosen de Solnicki.
Un interprete: Tres mujeres (Altman dixit): Kim Min-hee, Tallie Medel, Greta Gerwig.
Verónica Balduzzi
Una película: Les enfants d’Isadora (Damien Manivel, 2019). Y luego, menciones para Fourteen (Dan Sallitt, 2019) y Pirotecnia (Federico Atehortúa Arteaga, 2019).
Una canción: En Les enfants d’Isadora, una niña con síndrome de down que ensaya una coreografía se toma un momento para jugar con una aplicación musical en su celular. Las notas que toca en la pantalla suenan más o menos así:
Un doble programa: Support the girls (Andrew Bujalski, 2018) / The Misfits (John Huston, 1961). Dos películas sobre parte de la esencia de la sociedad y cultura estadounidense: lo asignado a lo femenino y a lo masculino. ¿Cómo soportar lo insoportable? ¿Hasta dónde se puede aguantar la rabia, la humillación, las ganas de llorar?
Este año me di cuenta de…
En primer lugar, que al tiempo hay que respetarlo.
En segundo lugar, confiar. Las voces se van a entender.
Un texto: Para mi cumpleaños, un par de amigxs me regalaron Tres cuentos espirituales, de Pablo Katchadjian (Ed. Blatt y Ríos, 2019). No son textos sobre cine, pero son cuentos increíblemente cinematográficos que conservé de manera muy presente a lo largo del año. Ficciones fantásticas y espirituales, de esas que aparecen cuando se está esperando en un café.
Un Fotograma: Nanni Moretti en Santiago, Italia (2019). -“Io non sono imparziale.”
La promesa del 2020: En esto soy entusiasta.
Jessica Sarah Rinland (Arg-UK)
Sofia Bohdanowicz (Can)
Alice Rohrwacher (Ita)
Película testamento: No home movie (2015), de Chantal Akerman. Estrenada el mismo año de su fallecimiento, esta película es una despedida. Despedida de su madre -cuyas cartas a New York conocemos bien- y de ella misma, de la casa, del cine, de Jeanne, de la cocina: ya en su primer cortometraje (Saute ma ville, 1968), Chantal se suicidaba en su cocina.
Película maldita: Certain Women (2016), de Kelly Reichardt (y todas sus películas en general). Mención local: Fango (2012), de José Celestino Campusano.
Flautazo: Le père de mes enfants (2010) de Mia Hansen-Løve, es buena.
Una escena: Veintidós minutos dentro de un ascensor con Ventura, la historia contemporánea de Portugal, lo que quedó en Cabo Verde y un General en Cavalo Dinheiro (Pedro Costa, 2014).
Mención a esta otra escena, tal vez menos relevante pero que personalmente me gusta mucho, de Ida (Pawel Pawlikowski, 2013):
Un intérprete: Voy a decir Greta Gerwig 😮
Matías Marra
Una película: Las facultades (Eloisa Solaas). Me pareció una película increíble. Todos esos momentos de ansiedad cuando se prepara el examen, las ganas de hablar durante el final, la sonrisa esbozada por el placer de haber hecho algo bueno y eventualmente tener una materia más aprobada. Y el final, casi como una vuelta al comienzo, donde se vuelve a la clase y al momento donde el estudiante aprende con tanta voluntad. La universidad es hermosa porque crea una ilusión sobre el futuro.
Una canción: Sundown de Gordon Lightfoot – en The beach bum. Las películas de Harmony Korine siempre tienen canciones con cierta nostalgia yankee que me conmueve. Tal vez tengo el afecto colonizado, tal vez los músicos yankees trabajen demasiado bien la nostalgia.
Un doble programa: El irlandés / Once upon a time in Hollywood
Si bien las dos son de este año, creo que todo el rito de ir a verlas al cine vale para la consigna. Todas las películas están pensadas para verlas en el cine, obviamente, pero hay algunas que por su duración, por su propuesta, por su promesa, hacen que no haya otra forma de verlas.
Este año me di cuenta de… Bueno, lejos de revelar algo nuevo, creo que reafirmo lo genial que es vivir con otrxs la experiencia del cine.
Un texto: Las publicaciones en papel de La vida útil.
Un fotograma:
La promesa del 2020: Este punto es un poco “yeta”. Pero acá voy.
Elijo dos: Martin Farina y Francisco Lezama. Farina ya es uno de los directores más importantes de nuestro país. Pero sus últimos cortos y Mujer nómade hacen creer que se viene algo muy bueno. Y de Lezama vi sus dos cortos, buenísimos, así que siempre estoy atento a ver qué hace.
Película testamento: Scream 4 de Wes Craven.
Película maldita: Dos películas que no están malditas (tal vez sí) pero me hubiera gustado que hayan tenido más repercusión porque son buenísimas.
Disco Limbo (Landaveri-Toledo) / Los que matan (Morita-Granero)
Una escena: Le Havre (Kaurismaki). Cuando el protagonista está comiendo en una escalera al lado del agua, y aparece el chico.
Un/a intérprete: Agustina Muñoz (en las películas de Matias Piñeiro)
Juan Villegas
Una película: Había una vez en Hollywood
Una canción: Brother Love’s Travelling Salvation Show, de Neil Diamong, en Había una vez en Hollywood.
Un doble programa: Sinónimos: Un israelí en París [Synonymes] (Nadav Lapid) y Sin Aliento (Godard)
Este año me di cuenta de… que escribir (no guiones, escribir otras cosas) me gusta tanto como filmar.
Un texto: Todo el libro “Fassbinder por Fassbinder, las entrevista completas”, editado este año por El Cuenco de Plata.
Un fotograma: Es de La Gomera, de Poromboiu.
La promesa del 2020: Lautaro García Candela
Película testamento: Rohmer murió el 11 de enero de 2010. Entonces, El romance de Astrea y Celadón, última y gran película de este genio discreto.
Película maldita: Las Vegas
Flautazo: The Nice Guys. En realidad, no se si Shane Black es pésimo, pero desconozco el rsto de su filmografía como director y esta película me gusta mucho.
Una escena: La del yate en El lobo del Wall Street, el diálogo entre Di Caprio y Kyle Chandler.
Un interprete: San Rockwell
Rodrigo Moreno
Una película: Había una vez en Hollywood
Una canción: La pasión según San Juan, de J. S. Bach cantada por Humberto Brause (Daniel Hendler) en el patio de la cárcel en Así habló el cambista, de Federico Veiroj.
Un doble programa: Parasite, de Bong Joon ho con Los dueños, de E. Raduzky y A. Toscano
Este año me di cuenta de…Este año me tomé el trabajo de ver a fondo la obra extensísima de Yazujiro Ozu y me di cuenta de que su estilo tan característico lo encontró recién en su película número 37. Escribí sobre ello en el último número de Revista de Cine.
Un texto: Elijo tres.
José Miccio sobre Once upon a time…in Hollywood
John Ford y sus exégetas, de Mariano Llinás, en Revista de Cine número 6
Santiago González Cragnolino sobre The irishman
Un fotograma:
La promesa del 2020: sigo expectante la carrera de Damien Manivel. Si bien no me gustó tanto Les enfants d´Isadora (2019), sus dos primeras películas son formidables. S. Craig Zahler es un cineasta que me interesa mucho también y que creo que puede dar grandes películas en la próxima década.Muy lejos de la joven promesa, me intriga qué van a seguir haciendo Tarantino, Maren Ade y Hong Sang Soo.De Argentina, siempre espero los nuevos trabajos de Nacho Masllorens, de Nele Wohlatz y de Julian D´Angiolillo, cineastas sagaces y curiosos (y jóvenes de espíritu)
Película testamento: Vi especialmente para esta pregunta la película póstuma de Raúl Ruiz, cuya muerte lamenté mucho. En estos años se fueron muchos grandes cineastas, una generación que conoció de cerca la gran Historia del cine: Kiarostami, Akerman, Rivette, Cimino y Varda, me debo estar olvidando de varios. Pero no me gustó nada la de Ruiz. Ahora voy a ver Agnés por Varda y 24 frames, a ver qué pasa, y les cuento.
Película maldita: Todas mis películas de la década fueron un fracaso rotundo de público -como casi todo el cine argentino- y recibidas tibiamente por la crítica (a excepción de LVU, gracias muchaches, les quiero). En el exterior circularon muy poco y Cine.ar no las programa nunca. La mayoría de la gente me pregunta: “-¿por qué no filmaste más después de El Custodio?” Más maldito que eso, no consigo. Hablo de Un mundo misterioso -2011-, Réimon -2014- y Una ciudad de provincia -2017-.
Flautazo: me exaspera la improductividad de ciertas categorías de la crítica, sobretodo si se la denomina bajo palabras cancheras como flautazo (me recuerda a lo peor del Amante en la decadencia de sus últimos años), qué quiere decir flautazo? en qué idioma están hablando? No sirve para nada pensar en esto y por otro lado ¿cuál sería un buen ejemplo para esta pregunta? es muy sencillo, si hizo una gran película, no es un pésimo director. Un pésimo director no hace grandes películas, hace pésimas películas.
Una escena: del 2019, Dos de Once upon a time…in Hollywood: La pelea entre Cliff Booth y Bruce Lee, y cuando Rick y Cliff ven la serie de Dalton en la tele y se ríen con complicidad. De la década, elijo tres finales: los de Our Sunhi y Wrong then, right now de Hong Sang Soo y el de Toni Erdmann, de Maren Ade.
Un/a intérprete: Todos, absolutamente todos, los actores y actrices de las quince películas que Hong Sang Soo filmó en los últimos diez años.
Ezequiel Iván Duarte
Una película: Sete anos em maio, Affonso Uchoa
Una canción: ninguna (me doy cuenta que tiendo a ver películas que no incluyen canciones o que, por lo menos, éstas no saltan a la vista)
Un doble programa: mejor aún, un triple programa: Lasting Marks de Charlie Lyne, Blue Boy de Manuel Abramovich y The Fall of Communism as Seen in Gay Pornography de William E. Jones (1998): en conjunto, expresan la tensión entre los límites del placer (sexual) y la explotación de los cuerpos, ya sea para el deseo propio y ajeno (consensuado) o sólo ajeno (pero también consensuado —sin embargo, ¿hasta dónde puede hablarse de consentimiento si hablamos de explotación?).
Este año me di cuenta de… que ya no soy cinéfilo o que ya no me identifico con el apelativo ‘cinéfilo’. Miento, porque esto viene del año pasado, donde lo mencioné aquí mismo en relación a una entrevista a Derrida hecha por Cahiers. Digamos, entonces, que lo confirmé.
Un texto: “Pinta tu aldea de amarillo: introducción al giallo” de Carlos Pagés, del libro Giallo: crimen, sexualidad y estilo en el cine de género italiano (eds. Natalio Pagés, Álvaro Bretal y Carlos Pagés, Editorial Rutemberg).
Un fotograma: ¡cómo no poner a Anna Karina llorando en Vivre sa vie! Evitemos el lugar común. Esto que adjunto me dio miedito:
La promesa del 2020: deben ser un montón. Digamos, Martín Farina. O Manque La Banca. O César González.
Película testamento: ¡ay, no sé! Podrían ser Epistolar y La telenovela errante de don Raúl Ruiz, aunque en el caso de Ruiz es con trampa porque la película fue rodada bastante antes y terminada póstumamente por Valeria Sarmiento.
Película maldita: ¡ay, no sé! Los muertos dos creo que no la vio nadie y es una de las mejores películas argentinas de los últimos años (¡y es una tesis de grado!). Los modernos de Marcela Matta y Mauro Sarser me sorprendió gratamente cuando la vi en el MDQFEST y creo que no llamó la atención de nadie.
Una escena: Tampoco sé. No tengo la memoria del cinéfilo (Derrida dixit), en general no recuerdo escenas particulares. Las películas dejan en mí una impresión más abstracta (y abstraída de ellas mismas). Por eso puedo olvidar las minucias y recordar los efectos.
Un/a intérprete: me encantó la dupla de Die Geträumten (Anja Plaschg y Laurence Rupp). El pibito de Homeland: Iraq year zero es inolvidable.
Marcelo Felix
Una película: Visto y considerando que se estenó en Portugal a fines de 2018, Le livre d’image de Godard no debería ser mi elección. Pero quizás algunas películas podrían ser las mejores de varios años — o no tendría sentido hacer listas de las Mejores Películas de todos los tiempos — que de hecho no lo tiene.
Una canción: Porque en serio, el humo se te mete en los ojos: Blinded by Love (compuesta por Sia y cantada por Natalie Portman) en una película que por todas las razones deberían haber llamado Vox Lucis pero terminó siendo Vox Lux (Brady Corbet, 2018).
Un doble programa: Un Étrange Voyage (Alain Cavalier, 1980) y Atlantique (Mati Diop, 2019). Viajando con pérdidas y fantasmas, absoluta soledad y aun así un grito de resistencia. A demás, para un doble programa alternativo psicodelico, me gustaría juntar a la gata inductora de color Cassandra (!) de Az Prijde Kocour (Vojtek Jasny, 1963) con el celuloide pintado a 2.35:1 de …ere erera baleibu izik subua aruaren… (José Antonio Sistiaga, 1970). Ambas películas son porsupuesto ni viejas ni nuevas — solo únicas.
Este año me di cuenta de… Uno podría sumar una tercera inevitabilidad — tiempo ingloriosamente gastado —, a la muerte y los impuestos.
Un texto: El exhaustivamente investigado, poético y disfrutable ensayo Ways of Seeing, Ways of Writing. Of Image and Writing in Herberto Helder and Jean-Luc Godard de Rita Novas Miranda (Lisbon: ILCML/Afrontamento, 2019), sobre las formas en las que tanto el poeta como el cineasta abrazan, rechazan y experimentan con el lenguaje y la visión sin fin.
Un fotograma: Annihilation (Alex Garland, 2018). Una obra visionaria pensada para la pantalla grande, ancha, no tuvo estreno comercial fuera de Estados Unidos. Un gran ejemplo de los cambios lúgubres que sabíamos, llegarán algún día.
Una promesa para el 2020: Esta década no termina hasta el 31 de diciembre del 2020 así que esperemos que Scott Barley saque una película nueva hasta entonces — y luego empiece su promisoria nueva década, junto con muchos jóvenes talentos de todas las edades.
Una película testamento: Beskonetchnost (or Infinitas) (1991) Marlen Khutsiev: con un sentido inagotable de asombro, un viaje a través de la historia personal y colectiva, o de sus resonancias fantasmales hacia el fin de una era.
Una película maldita: El fragmento de 4 minutos que sobrevivió de The Case of Lena Smith (1929) de Sternberg, en representación de miles de películas relevantes pasadas y futuras — perdidas o mutiladas.
Flautazo: Ambas posibilidades son difíciles de creer.
Una escena: Cualquier episodio de cualquier parte del Diary de Anne Charlotte Robertson, en Super 8, que uno pueda ver.
Un/a intérprete: So-dam Park (apellido último), el terapeuta entrenado por google de Parasite (Bong Joon-ho, 2019); Fan Liao, el pandillero que pierde el rumbo en Ash Is Purest White (Jia Zhangke, 2018). Y arriba del volcán o abajo en alguna cueva, Natalie Portman, pionera honoraria.
Anna Brufau
Una película: Vitalina Varela, de Pedro Costa.
Algunos descubrimientos y un acontecimiento:
– El descaro de Jackie Raynal.
– El diario de Angela. La carta de amor y despedida de Yervant Gianikian a Angela Ricci Lucchi.
– La programación entera de Courtisane 2019. Descubrir en ella Jayne Parker.
– El color y la puesta en escena del imaginario de Pirosmani (Giorgi Shengelaia).
– Hotel by the river El Hong Sang-Soo más pausado, reflexivo, delicado.
– Matou a familia e foi ao cinema, de Júlio Bressane. Divertida y espeluznante.
– È piccerella. Elvira Notari y sus fiestas del Carmine en Nápoles.
– El rostro final en Je ne suis pas morte, de Jean-Charles Fitoussi.
Dos paisajes:
– ‘Terra’, de Hiroatsu Suzuki y Rossana Torres.
– ‘Before my eyes’, de Mani Kaul.
Dos actos de responsabilidad en las VOD:
– Exhibir ‘Las muertes chiquitas’, de Mireia Sallarès en Filmin.
– El programa Mubi-Go.
‘Man With Mirror’, de Guy Sherwin… ¡en vivo!
Este año me di cuenta de… que, por lo general, al cine de hoy le sobra gravedad y le falta locura, alegría, experimento.
Tres ejemplos de cine libre:
– El cine de Marc Ferrer, cada vez más trash y consecuente.
– ‘Tombent les heures’, de Blanca Camell Galí – valiente, valiente.
– ‘Ari y Yonay pasan el rato’, de Ariadna Onofri y Yonay Boix – ¡que viva el juego!
Un texto: El Johnny Guitar de João Bénard da Costa en ‘Outros amarão as coisas que eu amei’ (Manuel Mozos). Y también el poema de Sophia de Mello Breyner que titula el film.
Un fotograma: Vitalina y Ventura cómplices.
Pablo Martin Weber
Una película: Le Livre d’image de Jean-Luc Godard. Para mí, la película del 2019 y también la película de la década. No se me ocurre otro artista que haya ido tan a fondo y de manera tan radical como Godard. Hasta las últimas consecuencias, con sus últimos suspiros, siendo el más moderno de todos.
Una canción: “El Viejo Vaireté” de Maria Elena Walsh en Playback de Agustina Comedi. Un gran momento cinematográfico. Tristísimo y doloroso. Una comunidad devastada, que ante toda la mierda de este mundo se juntaba a cantar y bailar todos los fines de semana. La nostálgica voz en off de una de las protagonistas y el muy interesante found-footage utilizado la hacen una de mis grandes experiencias cinematográficas de este año.
Un doble programa: Subject to Review de Theo Anthony y Videogramas de una revolución de Farocki. Otro gran descubrimiento de este año. Valoro mucho los cineastas que se inscriben con tanta decisión dentro de una tradición y operan en ella y la transforman. La visión de la máquina, la visión del humano y la Historia.
Este año me di cuenta de… lo inútil e innecesario que es el arte. A nadie le interesa tu película. A nadie le interesa tu texto, ni tu canción ni tu poema. So you want to be a writer? nos pregunta Bukowski y así nos responde:
if it doesn’t come bursting out of you
in spite of everything
don’t do it
unless it comes unasked out of your
heart and your mind and your mouth
and your gut
don’t do it
if you have to sit for hours
staring at your computer screen
or hunched over your
Typewriter
searching for words
don’t do it
if you’re doing it for money or
Fame
don’t do it
if you’re doing it because you want
women in your bed
don’t do it
if you have to sit there and
rewrite it again and again
don’t do it
if it’s hard work just thinking about doing it
don’t do it
if you’re trying to write like somebody
Else
forget about it
if you have to wait for it to roar out of
You
then wait patiently
if it never does roar out of you
do something else
if you first have to read it to your wife
or your girlfriend or your boyfriend
or your parents or to anybody at all
you’re not ready
don’t be like so many writers
don’t be like so many thousands of
people who call themselves writers
don’t be dull and boring and
pretentious, don’t be consumed with self-
Love
the libraries of the world have
yawned themselves to
Sleep
over your kind
don’t add to that
don’t do it
unless it comes out of
your soul like a rocket
unless being still would
drive you to madness or
suicide or murder
don’t do it
unless the sun inside you is
burning your gut
don’t do it
when it is truly time
and if you have been chosen
it will do it by
itself and it will keep on doing it
until you die or it dies in you
there is no other way
and there never was
Un texto: “Los condenados de la pantalla” y “Arte-Duty Free”, ambos de la artista Hito Steyerl y ambos editados por Caja Negra en Argentina. No puedo recomendar con más énfasis esos dos libros. No sería exagerado decir que cambiaron para siempre mi forma de ver y de pensar el cine.
Un Fotograma: Le Livre d’Image
La promesa del 2020: Isiah Medina (ya tiene dos películas, pero tiene apenas 28 años y creo yo mucho para dar).
Película testamento: Elegiría acá también la de Godard. Pero no está muerto. Ya veo que lo mato, asique mejor no. Elijo Varda par Agnès. Con Varda me sucede lo mismo que con Godard. Veo las películas llenas de vida que hacen a sus ochenta y tantos, y luego veo películas de jóvenes cineastas de veinti, trentitantos, muertas de antemano, sin alma, y pienso: quiero morir así. Quiero despedirme del mundo como ellos.
Película maldita: Citizenfour de Laura Poitras. Esta película ganó el Oscar a mejor documental y luego desapareció. En Argentina se la ha visto muy poco pero creo que es, junto a The Act of Killing, uno de los grandes aportes al cine documental de esta década. Es impresionante pensar que Laura Poitras formó parte activa de las filtraciones hechas por Edward Snowden sobre el programa de espionaje de la NSA. El gobierno de Obama incluso le sacó la ciudadanía norteamericana por haber hecho la película. Como decía Godard en Historias del Cine: quizás haya llegado el momento en el que tenga que volver a ser peligroso ser un artista.
Flautazo: The Martian, de Ridley Scott. El cinéfilo y el fanático de la ciencia ficción representan dos formas antagónicas de vivir en el mundo. El primero es católico: se arrodilla y quiere creer con todas las fuerzas de su corazón. El cinéfilo ha sido extirpado de su verdadero hogar y cree (inocentemente) que la pantalla de cine, como las canciones de Sión para los judíos del antiguo testamento, es el remedio que esta vida le ha brindado para paliar su exilio. El fanático de la ciencia ficción, en cambio, es un materialista inconmovible: un detective. Todos los años, ante cada gran estreno de ciencia ficción pululan toda clase de libros, videos en youtube, podcasts etc. en el submundo (mi submundo) de los fanáticos de la ciencia ficción “¿Si Brad Pitt cae de la estratósfera, a determinada velocidad y dada la cantidad de masa promedio de un cuerpo humano, no debería suceder X en vez de Y? Si la atmósfera de Marte es más liviana que la tierra, ¿no debería suceder X, Y, o Z? ¿A qué velocidad se mueve Sandra Bullock, y cómo podría cambiar de órbitas con la escasa cantidad de energía disponible en su jetpack?” Etc. El físico Neil Degrasse Tyson incluso le presentó personalmente una queja a David Cameron por un error en una escena de Titanic: en el final, cuando Dicaprio y Winslet están flotando en la famosa tabla en el medio del Océano Ártico, la posición de las estrellas no es la que correspondería para esa fecha de principios de siglo XX en el hemisferio norte del planeta (Cameron cambió el fondo para la versión Blu-ray de la película, a partir de esta sugerencia).
Toda una industria cultural dedicada a lo que Alejandro Dolina llamó “la refutación de leyendas”, esta práctica supuestamente despreciable, incapaz de comprender el verdadero significado que han tenido las narraciones en la historia de la humanidad.
Resulta ser que me considero un poco de ambas cosas: cinéfilo y “sci-fi geek”. La hard-scifi (el género más extremo) ha sido una de las grandes pasiones que he cultivado en este 2019. Stanislaw Lem, Arthur C. Clarke, etc. The Martian pasa con creces la prueba de todo fanático de este género. La obsesión de Scott por la precisión científica es algo que personalmente valoro, sobretodo después del gran fracaso con el que este director arrancó su década: Prometheus. No hay nada más frustrante para un fanático de la ciencia ficción que ver una película cuya premisa está basada en mala ciencia o directamtente en pelotudeces new age o pseudociencia. Scott crea un personaje que es ¡botánico! y logra involucrar a sus espectadores en la travesía de crecer plantas para sobrevivir en un ambiente tan hostil. Al mismo tiempo, evita una de las grandes tentaciones de la ciencia ficción de nuestra época: la hiper-psicoanalización de las motivaciones de los protagonistas, lo que algunos críticos de cine norteamericanos han llamado “The Sadstronaut” (por la unión de las palabras sad y astronaut en inglés). Matt Damon quiere sobrevivir. Punto. Por eso rescato esta película, que desde un costado cinéfilo considero bastante menos valorable.
Una escena: La escena del carruaje en The Hateful Eight, cuando Samuel Jackson cuenta por primera vez su historia sobre la carta que supuestamente le escribió Abraham Lincoln. Cuarenta minutos adentro de una locación pequeñísima, los diálogos tarantinescos en su máxima expresión y actuaciones muy buenas.
Un intérprete: Leonardo Dicaprio, Juliette Binoche y Joaquin Phoenix (quien será recordado por Joker pero creo que The Master es su punto más alto). De principio a fin, esta década es toda de ellos.
Ana Schmukler
Una película: Van dos porque no puedo definirlo… y la verdad es que tampoco quiero. Ambas me dieron el goce pleno de la pantalla encendida y luminosa, en el mejor de los sentidos: Parasite del enorme Bong Joon Ho y Lo que arde de Oliver Laxe.
Una canción: Uno canta:
El otro baila:
Un doble programa: Pongamos a dialogar el trans-feminismo musical latinoamericano de Bixa Travesty (Kiko Goifman y Claudia Priscilla) con el feminismo musical europeo de Una canta, otra no (Agnès Varda).
Este año me di cuenta que…: Este año me di cuenta de que el tiempo no es algo dado, sino que se conquista y defiende. Ser responsable con mi tiempo y energía fue una especie de leitmotiv 2019, lo comparto para ver si se expande y contagia como un virus que nos salve de la desidia y la abulia.
Un texto: El nervio óptico de María Gainza es una de las mejores cosas que leí en el año. Ella habla de pintura, pero seamos laxos que la cosa (por suerte) no siempre es tan directa. Volví a agarrar el libro ahora, con esta encuesta enfrente y salta un subrayado en la página 124 que va perfecto con la charla que tuve hace unos días con un amigo. Discutíamos sobre el cine que nos conmueve y emociona mientras compartíamos una tortilla de papas,y ahora quisiera decirle esto:
Sé que las razones por las que me acerqué a esa pintura no pasarían un examen de la academia, esa casa de los espíritus donde el mayor miedo es escapar, pero de última, ¿no son todas las buenas obras pequeños espejos? ¿Acaso una buena obra no transforma la pregunta “qué esta pasando” en “qué me está pasando”? ¿No es toda teoría también autobiografía?
Un fotograma:
Nicolás Carrasco
Una película: An Elephant Sitting Still, de Hu Bo
Una canción: Desde que la vi, he estado obsesionado con el soundtrack de Once Upon a Time… in Hollywood. Si tuviera que escoger solo una, sería esta:
Un doble programa: Haré trampa y mencionaré dos dobles programas: dos películas recientes y una película nueva con una vieja. ¡El cine fantástico está vivo!
Zombi Child (Bertrand Bonello, 2019) + The World is Full of Secrets (Graham Swon, 2018)
Atlantics (Mati Diop, 2019) + The Fog (John Carpenter, 1980)
Este año me di cuenta que…: Qué enorme relevancia tienen aún películas hechas en la región hace medio siglo como La hora de los hornos (Solanas, Getino, 1968, vista en copia restaurada en el Festival de Lima de 2018) o películas de Jorge Sanjinés como El coraje del pueblo (1971) o El enemigo principal (1973) (vistas ambas en copias restauradas en el Festival de Lima de 2019)*. A estas se suman películas vistas este año en otros eventos como Agripino (1971) y Bolivia después del Che (1970) de Jan Lindquist o los films del Grupo de Cine Liberación sin rodeos. Qué importante es la programación (y la crítica) para que las cinematografías más frágiles no caigan en el completo olvido. Y ojalá que estas películas valiosísimas se sigan viendo y discutiendo.
*Fuera de su programación compuesta, en gran parte, a espaldas del cine contemporáneo, es en los homenajes y retrospectivas donde, a veces, el Festival de Lima acierta.
Un texto: La mejor crítica de cine del mundo está en la Argentina y, entre estos críticos, el mejor es José Miccio: “Out of Time (sobre Había una vez en Hollywood)” y “Los muertos”
Un fotograma: El plano del año
La promesa del 2020: Qué ganas de ver nuevas películas de los brasileños Adirley Queirós, Affonso Uchoa y del boliviano Kiro Russo. Como promesas peruanas mencionaría a Óscar Catacora y a Felipe Esparza.
Película testamento: Hard to be a God, de Aleksei German (2013)
Película maldita: Universal Soldier: Day of Reckoning, de John Hyams (2012). Toda la vida.
Flautazo: No se me ocurrió ni una sola gran película dirigida por un pésimo director, pero Drive (2011) me gusta muchísimo más que todas las otras películas de Nicolas Winding Refn que he visto. Con el danés me pasa lo mismo que con Guillermo Del Toro: es alguien que como persona quiero y admiro mucho más que a su obra, por todo lo demás que hacen relacionado al cine: promover la obra de cineastas de género poco conocidos, presentar películas malditas en festivales, usar su dinero para restaurar dichas películas, escribir libros, etc.
Una escena de la década: Entre las varias escenas que uno podría escoger de esta obra maestra, me quedo con el final:
Un intérprete de la década: Joaquin Phoenix y Kim Min-hee.
Javier Rebollo
Una película:
Una canción: At the Back of the Pit deI disco I made a Place de Bonnie “Prince” Billy. Y esta es la película, de vaqueros forajidos y burlesco americano:
Bonnie ‘Prince’ Billy es uno de los heterónimos de Will Oldham, uno de los más personales artistas americanos. Es un cantante de folk, country o vete a saber, que empezó de adolescente en el cine y aprendió en Hollywood todo lo que no hay que hacer en una película, abandonándolo para volcarse en la música y de vez en cuando meterse en proyectos cinematográficos que le permitan participar de los procesos creativos, desde el centro y en todas direcciones: «Me gusta trabajar en el cine con gente que se sitúa al margen de lo convencional, que busca su propio camino, aunque no disponga de un gran presupuesto, porque prefiere no someterse a los engranajes de la industria». Por eso le podemos ver en las películas de Kelly Reichardt, Harmony Korine o John Sayles, involucrado (i)responsablemente en todos los procesos.
Un doble programa: La virgen de Agosto de Jonás Trueba rodada en agosto del año pasado en un Madrid de verbena y vacío tras Itsaso Arana como treinta y cinco años antes Eric Rohmer filmó un agosto parisino en Las noches de la luna llena tras Pascale Ogier.
Este año me di cuenta que…: Hemingway se equivocaba, una vez más; es mejor rodar sobrio y editar borracho, y no al revés.
Un texto: Cualquiera de las «folhas de sala»-hojas de sala de la Cinemateca Portuguesa escritas por Antonio Rodrigues; estos preciosos papelitos que leemos antes de empezar la película, o después, y que guardamos con notas al margen. Dice este escritor de cine e histórico programador, que las «folhas de sala» no se hacen para el público sino para obligar al programador a volver a ver la película, volver a pensarla. En la Filmoteca española algunos las echamos mucho de menos.
Un fotograma: De Educación sentimental de Jorge Juárez, una primera película melancólica estrenada en el Festival de Gijón. Una película de amor, cine y política, que es lo mismo.
La promesa del 2020: Tristán Trueba
Película testamento: Cello de Marcel Hanoun, con su querida Lucienne Deschamps, un encargo que recibió Marcel desde la muerte, me dijo al teléfono. Y Todo comenzó por el fin de Luis Ospina, película farmacológica, generosa y larga, de amor y humor, de cine y memorias cinéfilas y caleñas.
Película maldita: L’île du rinocheroz, de Luis Bértolo, una película de piratas marselleses y Dioses en el Olimpo que ni siquiera se rodó porque el ICAA se encargó de retirar el «derecho a cobro» de una subvención concedida con la máxima puntuación ese año.
Una escena de la década: El baile de Jorge Jélineck, mi semejante, mi hermano, en las escaleras de la Facultad de Derecho de Montevideo en La vida útil de Federico Veiroj, …por supuesto.
Un intérprete de la década: José Sacristán, Pepe; que se incorporó de nuevo al cine aunque tenía echado el telón porque se había cansado de madrugar; le convencimos algunos para levantarlo y que de nuevo se levantara temprano y acostara tarde; con él recorrí 7.000 kilómetros por Argentina en un Falcon rural y en una película.
Alvaro Arroba
Una película: Il traditore de Marco Bellocchio.
Una canción: Todas las misas de Réquiem que incluyó el sonorizador responsable de las músicas diegéticas en State Funeral, me recordó mucho a la forma en la que Sokurov musicalizaba sus primeras películas, como un rumor de fondo como si viniera de las esferas. Ninguno de los resoplidos, jadeos y bufidos que incluyó el responsable de sonorización de mocos de la misma película (y que casi hunden el galeón del tesoro).
Vista (dos veces) restaurada en 2019: “El ropavejero” de Francisco Gabilindo Soler por Libertad Lamarque y su alegre chiqulliada en Acuérdate de vivir (1953, Roberto Gavaldón):
Un doble programa: Where Would You Go Bernadette(Richard Linklater & Cate Blanchet) con “Acuérdate de vivir” (Roberto Gavaldón & Libertad Lamarque), – vía Leo McCarey, Guru Dutt y James L. Brooks como asistentes de un tono que aúna una doble respiración: el clasicismo y su inmediata digresión, siempre contenido por una mirada moral que vuelve a revertir en clasicismo.
Este año me di cuenta que…: La mayoría de las cosas importantes que aprendí este año acerca del cine se fijaron por conversaciones con amigos. Algunas por escrito como las de un grupo de Telegram, “Smorgasbord”, que es una corriente inconsciente de información y conocimientos con más de treinta melómanos y cinéfilos españoles y argentinos de cháchara incesante. Hay semanas en que no navego en busca de información porque todo llega a “Smorgasbord”. También aprendí mucho del intercambio de correos con mis compañeros programadores del BAFICI en los que discutimos sobre decenas y decenas de películas. Se debería poder editar un libro sobre esas conversaciones de un año de programación, porque evidencian la tramoya del festival y de un grupo de cinéfilos que se preguntan (a veces desconsoladamente) dónde va quedando el cine después de que los certámenes y “la cultura” acabaran con él. Lo último bueno que les leí este año, a minutos de 2020, es una invectiva de Juan Manuel Domínguez sobre el mal de cierto cine de diseño en una disquisición entre Pedro Costa, Hou Hsiao-hsien y Hong Sang-soo que aplica muy bien como rasero para las dudas de programadores con respecto a algunas películas de nueva hornada.
También aprendí de Marcos Uzal – vía Fernando Ganzo – un adictivo juego : que la historia del cine a partir de los años 60 es perfectamente divisible entre cineastas presumidos y cineastas flipaos (“flasheros”, en argentino). Y así es relativamente fácil saber si una película está del lado de lo noble o de lo bobo. Funciona muy bien con el cine portugués, por ejemplo. A muerte con la inocencia ignorante de los flipaos, ni que decir tiene.
Un texto: El libro más importante de 2019 es la continuación del mejor libro de 2018. El segundo volumen de los escritos completos de João Benard da Costa editados por la Cinemateca Portuguesa. Por fin llegó el río a Buñuel, Bresson, Ford y Godard. Dicen que los portugueses nunca llegaron a completar su “Diccionario de los diccionarios” un intento de enciclopedia sobre su lengua en 4 volúmenes. Ojalá que en la Cinemateca les dé para consumar esta tarea épica del único crítico que (como le decía Peter von Bagh) escribía por kilos. Adjunto su texto sobre Ordet.
Y el índice del segundo volumen, ya a las puertas de Hitchcock:
Un fotograma: Valle de los Caídos, 12 de Octubre. Mujeres gritando a la Guardia Civil “¡Queremos ir a misa!”. La película que mejor condensa la España de los últimos años, y el mejor Berlanga en color.
La promesa del 2020: Malena Solarz y Nicolas Zukerfeld (Argentina)
Película testamento: Unstoppable Tony Scott, Que le diable nous emporte de Jean Claude Brisseau, y Relazioni pericolose de Giulio Questi.
Película maldita: Billy Lynn’s Long Halftime Walk – Ang Lee
Flautazo: P’tit Quinquin, de Dumont (contiene la mejor misa del cine), y en menor medida The Revenant de Iñarritu que me parece que tiene ideas alucinantes dignas de un flipao del opus fan de Tarkovski que devienen en gran emoción paternofilial incluso a su pesar.
Una escena de la década: La caja de cristal en Nueva York en el primer episodio de Twin Peaks the Return. Un significante vacío fecundo para todo tipo de interpretaciones existencialistas de la vida moderna ante las pantallas (del tipo hombre mirando a una caja vacía) hasta que lo rellena Judy. Esas escenas valen por todo Black Mirror.
Un intérprete de la década: Kyle McLachlan, y en español Pilar Gamboa.
Christopher Small
Una película:
Wait ‘Til the Sun Shines Nellie (Henry King, 1952) — devastación
Vitalina Varela (Pedro Costa, 2019) — no lo llamen regreso
La femme au couteau (Bassori Timité, 1969) — inspiración
Bhavan Shome (Mrinal Sen, 1969) — la vida inútil
Una canción: Una canción impresionante sobre el pan — Derechos del hombre
Un doble programa: Embracing (Naomi Kawase, 1992) + No Data Plan (Miko Reverenza, 2019) — ¿quizás cómo me importan un carajo las películas más menores de todas? O: Magdana’s Donkey (Rezo Chkheidze and Tengiz Abuladze, 1955) + L’Île aux oiseaux (Maya Kosa and Sérgio Da Costa, 2019) — en 2019, por ahí fueron los tiros. Hagamos que el 2020 sea el año en que los animales y los humanos redescubran cómo coexistir en pantalla.
Este año me di cuenta que…: Necesito volver sobre los pasos de mi cinefilia si va a sobrevivir al nuevo mundo.
Un texto: Sin duda: Frame by Frame: A Materialist Aesthetics of Animated Cartoons by Hannah Frank
Un fotograma:
La década:
RIP
Roger Koza
Una película: Vitalina Varela: Nuestras legítimas discusiones, el deseo de impugnación del cine de Pedro Costa, también la adoración acrítica resultan tan atendibles como inocuas frente a la conquista material del film. Las contiendas de la interpretación son propias de nuestro trabajo, pero aquí no basta esa posición. Dicho de otro modo, el film de Costa exige algo más, como si tuviéramos que añadir a nuestra tarea conocimientos propios de otros saberes y una libertad de pensar más allá de la castración del consenso y su transgresión inherente y correlativa que reclama el menoscabo enfático y el placer momentáneo del repudio. Un querido amigo me decía desde Locarno: “No me gusta que encierre a todos estos fantasmas en una pecera oscura”. El tema es que Costa está en la pecera y desde ahí, junto con Vitalina y Ventura, erige partículas de vida y algo de luz arrancada de las penumbras y la muerte. Y esa luz se ve en ese recuerdo feliz al final de la película. El gesto de la joven Vitalina glosa una felicidad posible. El duelo termina en un recuerdo.
Una canción: Es el momento más hermoso de Portrait de la jeune fille en feu, y es asimismo un pasaje auténticamente femenino, una suerte de solidaridad entre mujeres mucho antes de que ese lazo fuera codificado como sororidad. En esa escena misteriosa e inesperada, todas las mujeres se encuentran en la noche alrededor del fuego. Y cantan. Este es el tema:
Un doble programa: Chained for Life (Schimberg) es una de las grandes películas secretas de este año; en verdad, se estrenó en el 2018, no recorrió festivales y se vio en la Semana de la crítica en Berlín 2019, en un auditorio muy pequeño y con poco público. El film es una deconstrucción lúcida sobre el concepto de belleza y su relación intrínseca con el cine. El personaje principal podría ser el hijo de El hombre elefante, y los secundarios, los nietos de los personajes de Freaks. Pero el programa acá no será doble. Se tratará más bien de un cuarteto visual y sonoro destinado a destruir todo lo que pensemos sobre lo hermoso para volver a pensar sobre una categoría históricamente esencial de la estética: Chained for Life + Freaks + The House is black + Ladoni.
Este año me di cuenta que…: Existe una máquina colosal de psicotización; más que una máquina, es una red abierta sostenida en máquinas, y a la que se adjunta un adjetivo que le prodiga su presunto estatuto utópico: el adjetivo “social”. En las redes sociales he visto a críticos de cine convertirse en canallas y matones (quizás lo eran antes, potencialmente); en las redes sociales he visto traspasar límites que horadan el orden simbólico para hacer aceptable lo inaceptable; ahí también he visto linchamientos sin piedad alguna y sin voluntad de verdad que regule la compulsión de publicación y participación. En las redes sociales el usuario se desata y se siente liberado, como si se le proporcionaran las garantías de una impunidad absoluta. La megalomanía que allí se ejerce puede considerarse una pandemia. Sobre esto hace falta hacer una película. Assayas, siempre él, más adelante que todos, llegó a intuir algo de todo esto, pero en otras coordenadas. Primero en Demonlover, luego en Personal Shopper. Ojalá exista un cineasta capaz de filmar todo esto. ¿Quién podría? Quizás Cronenberg, pero tal vez ya esté un poco viejo para poder filmar algo así sin juzgar todo esto de antemano, porque se requiere libertad y un grado cero de moralismo para ir hasta el tuétano de lo que aquí está en juego.
Un texto: El mejor texto de crítica cinematográfica que leí fue el primer segmento de Presencias, de Olivier Assayas. Todo lo que escribe sobre el cine americano y el cine chino es de una precisión erudita, inaudita y admirable. Las descripciones sobre algunos planos de las películas de King Hu tienen una contundencia que ya no se observa en las publicaciones actuales. Por la misma razón, y aún más, The Eloquent Screen, de Gilberto Pérez, a mi juicio, uno de los 5 críticos más extraordinarios de la historia del cine.
Un fotograma: La Gioconda plebeya de Pedro Costa
La promesa del 2020: Los directores que más prometen:
Los directores que más prometen:
Qui Sheng (China)
Sandra Wollner (Austria)
María Aparicio (Argentina)
Isiah Medina (Canadá)
Marta Mateus (Portugal)
Camilo Restrepo (Colombia)
Alexander Zolotukhin (Rusia)
Película testamento:
24 Frames (Kiarostami)
An elephant sitting still (Hu Bo)
Película maldita:
A Russian Youth (Zolotukhin)
The Inmigrant (Gray)
Sunset Song (Davies)
Samuray-S (Perrone)
Carmín tropical (Perezcano)
Rester vertical (Guiraudie)
Flautazo: Tom en la granja (Xavier Dolan
Un intérprete de la década: Los vampiros: Robert Pattinson y Kristen Stewart
John Campos Gómez
Una película: Liberté, de Albert Serra
Una canción: Todos los delirantes experimentos sonoros de Felix Kubin en Felix in Wonderland, de Marie Losier.
Un doble programa: Uno triple y no tan viejo: programar sucesivamente los 3 opus “costeros” post Fontainhas de Juventude em marcha (2006), Cavalo Dinheiro (2014) y Vitalina Varela (2019) como una retahíla de un cine ensombrecido, lúgubre, pero humano y contradictoriamente luminoso como pocos. Creo que esas tres películas son parte de una misma obra todavía en construcción.
Este año me di cuenta que…: ya es hora de quitar (o redireccionar) reflectores a quienes no necesitan más iluminación. Con nuestras pequeñas linternas intentemos alumbrar esas buenas pero modestas películas y autores aplastados por las sombras de las grandes películas de ilustres nombres.
Un texto: cometeré dos groserías. Una amable, aduladora, pero sincera: celebrar la existencia en papel de La vida útil (o sea, ustedes), como de las revistas impresas también argentinas Pulsión, Caligari y Revista de Cine. Y la otra grosería: invitar a leer los ensayos -salvo el mío- del libro Latinoamérica Radical, que editamos desde el Festival de Cine Radical en Bolivia este año. El pensamiento (sobre cine, en este caso) debería imprimirse siempre.
Un fotograma: Redundando, cada plano Liberté, del catalán Albert Serra. Sordidez, sexo, placer, enigma, limbo y plasticidad como una sola cosa que deslumbra en la noche más oscura.
La promesa del 2020: Que aparezca nomás. Los buenos y buenas que ya han filmado, que lo sigan haciendo. No voy a señalar de promesa a alguien que ya tiene obra, así sea un solo corto. Que lo nuevo y prometedor asome sin previo aviso.
Película testamento: Out-Takes from the Life of a Happy Man, de Jonas Mekas
Película maldita: Creo yo que la obra de Joel Potrykus, y especialmente Buzzard (2014), su gran comedia negra friki.
Flautazo: Como de la lepra, huyo velozmente de una nueva película cuyo director/a ya la ha cagado más de una vez. Lamento no tener respuesta para esta buena categoría.
Una escena de la década: Denis Lavant como acordeonista en Holy Motors:
Un intérprete de la década: Jamás me acerqué a una película impulsado por la imagen y atracción de un actor o actriz y dudo que eso cambie en un futuro cercano.
Leonardo Bomfim
Una película: Este año hay 3 películas absolutamente favoritas: Vitalina Varela, de Pedro Costa; It must be heaven, de Elia Suleiman y Synonymes, de Nadav Lapid. Me gusta pensar en la relación de cada personaje principal de estas tres películas con sus (y otros) contextos y la forma en que el arte cinematográfico surge de eso. Dejan, de alguna manera, la misma pregunta extremadamente política y contemporánea: ¿dónde puede estar mi lugar?
En la importante categoría de favoritos que no vi están: Uncut gems, First cow, La gomera, I was at home, but.., Danses macabres, squelettes et autres fantaisies y muchas otras…
También menciono un argentino y un brasileño que me parecen inventivos retratos contemporáneos de dos quiebras que marcan los dos países a fines de la década: la financiera y la existencial: Por el dinero, de Alejo Moguillansky y A noite amarela, de Ramon Porto Mota. Y dos cortos brillantes sobre el protagonismo: Shakti, de Martín Rejtman, y A mulher que sou, de Nathalia Tereza.
Una canción: Podría ser cualquier una de Aretha Franklin en Amazing grace, pero es cobardía.
Me encantan las canciones modernas en Martin Eden, de Pietro Marcello, pero no pude encontrar los títulos. También me gusta el uso de canciones de José Feliciano y Vanilla Fudge en la película de Tarantino. Y hay una escena antológica en A noite amarela, de Ramon Porto Mota, con “Um lugar do caralho”, una canción de Jupiter Maçã, en una pelea la estación de servicio. Esta canción es una especie de himno de mi generación aquí en Brasil. Jupiter Maçã (también usa el seudónimo de Jupiter Apple), quien murió hace algunos años, fue un gran genio de la música psicodélica brasileña contemporánea.
Pero hay que elegir solo uno en el año: esta versión de “Motherless child” en el emocionante y intenso Sibyl, de Justine Triet.
Un doble programa: Un doble programa para la década: Ne croyez surtout pas que je hurle, opera prima de Frank Beauvais + Dernière séance, de Laurent Achard. La película de Achard es de esta década, no tan vieja, pero me gustaría ver este doble para pensar en estas dos relaciones diferentes (y a veces antagónicas) con el cine: el cinéfilo que ve cientos de películas encerradas en casa compulsivamente mientras el mundo explota afuera versus el programador de un pequeño cine de barrio (¡qué programa Renoir, Chantal Akerman y Gus Van Sant!) que está condenado a cerrar. El sociópata versus el psicópata. Depresión versus voluntad asesina. Beauvais habla en su película sobre este antagonismo, el cine como espejo y como ventana para el espectador. Admito que me molesta la idea del cine como un “espacio seguro” para usar un concepto común en la actualidad. Para mí ir al cine siempre es salir de casa. Si no hay cine de cualidad en la ciudad, puedes crear clubes de cine. Hoy es fácil. Pero hay una tendencia absolutamente individualista y egoísta, para el gusto de los anhelos neoliberales, de ver una película en casa y un segundo después dar el veredicto definitivo en una red social y ver otra película y dar el veredicto y ver otra película… ¡lo cual me parece desastroso!
Este año me di cuenta que…: Hay una gran cantidad de novelas brasileñas de la década de 1970/80 que dialogan mucho con el cine más radical de la época, con las películas de Julio Bressane, Rogerio Sganzerla, Andrea Tonacci, Carlos Reichenbach, Luis Rosemberg Filho y otras del llamado Cinema Marginal. El mismo gusto por la invención formal, el diálogo con el modernismo brasileño en la década de 1920 de Oswald de Andrade, la provocación política (y la angustia) en los años de la dictadura, las descripciones pioneras de la tortura, la violencia militar, los vientos locos de la contracultura…. Cito algunos: Confissões de Ralfo, Zero, A festa, Os ambulantes de Deus, Em liberdade, Galvez, o imperador do Acre, O caso Morel, A maçã triangular, A rainha dos cárceres da Grécia…
Un texto: Este año, por razones de trabajo (un ciclo de cine) y de investigación, continué leyendo un trabajo académico inspirador del crítico Luiz Carlos Oliveira Jr: Vertigo, a teoria artística de Alfred Hitchcock e seus desdobramentos no cinema moderno. Es casi un trabajo anti-académico que analiza la relación de Vértigo con mil y una películas, desde Lynch a Akerman, Guerín a Bressane, Antonioni a Argento, Abel Ferrara a Larry Cohen: https://www.teses.usp.br/teses/disponiveis/27/27161/tde-29062015-123125/pt-br.php
Un fotograma: Me encantaría poner un fotograma de la última escena de Frankie, de Ira Sachs. No están disponibles… Pero el fotograma que me persiguió durante gran parte del año después de una sesión del Stagecoach de John Ford: el plano-retrato del indio Cheyenne al principio de la película.
Este plano abre una contradicción entre el sonido y la imagen, entre lo que se dice (el discurso del militar) y lo que se muestra (la mirada frontal de lo indígena). Y la mirada del personaje (y el actor), al mismo tiempo sereno, soberano y fantasmal, frente a la cámara, el director y el espectador.
Me hizo pensar en la historia del cine, la historia de los Estados Unidos, la forma en que Straub defiende a Ford como brechtiano, en Stagecoach como un pelicula de ensayo pionera sobre su nación, en la escena final de Psycho (en la sonrisa de Norman Bates y el discurso sobre su supuesta patología), en los retratos etnográficos de grandes líderes indígenas de los Estados Unidos, en los retratos criminales que se hacen en las cárceles, en el cine de Pedro Costa (el contracampo como una imposibilidad ética)…
Y en esa película pionera The big swallow. Cuando el hombre que está siendo filmado devora la cámara y quién está filmando. Son solo unos segundos, pero el plano revela toda la complejidad e intensidad política del cine de John Ford.
La promesa del 2020: Dos jóvenes directoras brasileñas: Juliana Antunes, que revitalizará el humor político en el cine brasileño, y Marcela Bordin, directora del cortometraje Princesa Morta do Jacuí, en el campo más fabuloso y experimental.
Película testamento: Perdimos a dos grandes maestros brasileños en esta década: Eduardo Coutinho y Andrea Tonacci. También hay Alain Resnais, pero no podría ser otro: Manoel de Oliveira. Y hay tres testamentos maravillosos: un largo (O gebo e a sombra), un corto (O velho do Restelo) y un póstumo (Visita ou memórias e confissões).
Película maldita: El cine brasileño se convirtió en una estrella internacional después del golpe y la elección de Bolsonaro. Todos quieren un brasileño suicida en su escuadrón, esa es la impresión. Y precisamente una de las obras más políticas y visionarias no tuvo el reconocimiento merecido: A cidade dos piratas de Otto Guerra, basada en el trabajo del dibujante Laerte. Es una película llena de contradicciones: el Brasil de Bolsonaro, con el terror de la sexualidad masculina como su aspecto central, desde un punto de vista lisérgico. O Bolsonaro (y el macho brasileño) in Wonderland, .
Flautazo: Gravity. El hombre que hizo Roma, una de las películas más repugnante de la década, también hizo una aventura espacial sin devanados pseudo-filosóficos, con algunas escenas de acción memorables. Disfruté viendo a Sandra Bullock girando en el espacio.
Una escena de la década: Iba a citar la escena “peeping tom” de A vingança de uma mulher de Rita Azevedo Gomes, pero es una película con tantas escenas maravillosas… Pero como estoy en lo fondo del planeta, mi escena favorita son las constelaciones invertidas de Mariano Llinás en La flor.
Un intérprete de la década: Isabelle Huppert y Robert Pattinson. Me gustaría ver una película de Hong Sang-soo con los dos (y Kim Min-hee) en la proxima decada. Saïd Ben Saïd podría pagar los honorarios.
Florencia Romano
Una película: Los hijos de Isadora (Damien Manivel) quizás no es mi favorita de este año (me costó mucho pensar este ítem) pero es uno de mis directores favoritos de la década.
Una canción: La letra y la voz ♡
Bonus track de otro universo:
Un doble programa: Dos películas que comparten belleza y amor: Una película hecha de (2019, Malena Solarz, Nicolás Zukerfeld) y A propósito de Niza (1930, Jean Vigo)
Este año me di cuenta que…:
Un texto: Dos textos
1. “Escribo porque fui conmovido”… entrevista + canciones + un poema hermoso muy muy al final… tesoro para quien llegue (se puede llegar scroleando, pero no es lo mismo): https://hablardepoesia.com.ar/2019/06/15/escribo-porque-fui-conmovido-eso-es-lo-que-me-impulso-que-fui-tocado/?fbclid=IwAR1zdvMrNzHaZHQ3bhl1orwc0RpJtgD-GwMBPQB4MvIB9VPDGQWtrbhP5yE
2. Este texto no es de este año, es de todos los años y de cualquier década, también es mi favorito para dar clases, “Jean Vigo muere a los 29 años” de Truffaut: https://es.scribd.com/document/145556093/Jean-Vigo-muere-a-los-29-anos
Un fotograma: The world is full of secrets (2018, Graham Swon)
La promesa del 2020: ☆ Chema García Ibarra con sus películas-hechizos ☆
Película testamento: Visages villages (2017, Agnès Varda, JR) y As I was moving ahead occasionally I saw brief glimpses of beauty (2000, Jonas Mekas). No es última película pero sí es un testamento.
Película maldita: Drive (2011, Nicolas Winding Refn)
Flautazo: A star is born (2018, Bradley Cooper)
Una escena de la década: Dos escenas de finales de grandes cosas que sucedieron en esta década…
-What year is this?
-I’m pregnant
Un intérprete de la década: Adam Driver y Laura Dern
Tatiana Mazú
Vi menos cine “del año” que años anteriores. Y mi registro de qué vi la primera mitad de la década es mucho menos sistemático que el de los últimos cinco años, porque básicamente fue la década en la que empecé a estudiar y hacer cine. Así que son respuestas muy intuitivas. Además, siempre que había que elegir una cosa, elegí como diez. Y una pregunta no supe contestarla. Todo un éxito.
Una Película: “Siete años en mayo” de Affonso Uchoa y “Nunca subí el provincia” de Ignacio Agüero son las películas contemporáneas que más me resonaron este año. Y, en un punto, por razones diametralmente opuestas (o no). La película de Agüero es una apología absoluta de la deriva. La de Affonso, la precisión mínima misma. Pero ambas proponen modos posibles de encarar la búsqueda de la libertad en un mundo cada vez más áspero y asfixiante. Agüero revolotea de aquí para allá con su cámara y sus palabras inquietas, conociendo gente, revisando archivo, vinculando todo con todo. Uchoa se detiene por cuarenta minutos en prácticamente una sola imagen, en un relato específico, en el gesto poético decidido de unos cuerpos contra la violencia policial -pensé mucho en la potencia del Teatro del Oprimido de Augusto Boal mientras la veía-. Son películas que confían plenamente en la forma absoluta que eligen, obstinadas en generar -dentro y fuera de la pantalla- algún tipo de movimiento. Películas-dínamo.
Me gustó también cruzarme con “Felix in Wonderland” de Marie Loisier, “L’ile aux Oiseaux” de Maya Kosa y Sérgio Da Costa y “Las facultades” de Eloísa Solaas.
Y quiero también nombrar algunos cortometrajes: “Playback” de Agustina Comedi, “Past perfect” de Jorge Jácome y “Una luna de hierro” de Francisco Rodríguez Teare -que es de 2018 pero me lo crucé recién este año y me parece muy bello-.
Una Canción: La semana pasada, volviendo de “Transcinema”, tuve que atravesar una escala nocturna de siete horas en el aeropuerto de Santiago. Intentaba dormir hecha un bollo sobre un sillón plástico, bajo las luces frías y brillantes del free shop. A todo volumen, sonaron toda la noche canciones navideñas. Remixadas, en su versión bossa nova o cantadas por Luis Miguel. Por la ventana, casi completando una metáfora perfecta de la realidad política chilena, un incendio se propagaba por entre los cerros, arrasando los bosques del Cajón del Maipo. Al otro día le di play a “Lonely Rivers” de Mauro Herce. Allí, los trabajadores de un aislado buque mercante cantan karaoke junto a un árbol de Navidad, mientras comen comida empaquetada y se emborrachan. Cantan en un momento, por ejemplo, “Silent night” de Bill Crosby, uno de los villancicos que me había quemado el cerebro la noche anterior, pero que, a la vez, tanto en ese momento como en este, le daban espesor cinematográfico a la realidad o hiper-realidad al cine. Y me puse a pensar: creo que la música que me interesa en las películas es esa que se filtra inesperadamente, la que respiran los personajes contra todo pronóstico. Como acá, donde estos solitarios marineros pulverizan su masculinidad impuesta cantando hasta el llanto “Feel” de Robbie Williams o “Unchained melody” de Elvis Presley.
Por la coincidencia personal, elijo la canción navideña en cuestión:
Un doble programa: Este año, investigando para un proyecto propio, vi muchas películas que giraban en torno al universo minero. Así que triangulo tres que me gustaron: “Bocamina” -cortometraje de Miguel Hilari de 2019- con “An injury to one” de Travis Wilkerson (2003) y “Harlan County USA” de Bárbara Kopple (1976).
Este año me di cuenta de… : Los últimos meses, pensando en torno la rebelión chilena y el gobierno asesino de Piñera, me pregunté varias veces cuál es el límite entre una imagen que genera bronca y una que genera miedo. Cuál el que hay entre la imagen que moviliza y la que paraliza. Comparto la inquietud.
Un Texto: Compré los “Cuadernos de crítica nº 1” editados por el Festival de Cine de Mar del Plata. Particularmente, me gustó leer ahí esta entrevista que le hizo Pedro Segura a Pablo Escoto, Salvador Amores y Jesús Núñez a propósito de su película “Ruinas tu reino”: http://www.conlosojosabiertos.com/las-peliculas-transcinema-2016-03-ruinas-reino/
Celebro en general la vuelta idealista a la publicación de crítica independiente en papel. Vale el festejo tanto para el librito arriba citado, como para esta revista o el “Latinoamérica radical” publicado por el Festival de Cine Radical de Bolivia.
Un Fotograma: Esta imagen pertenece a “The bloody child”, de Nina Menkes. El momento exacto que busco no aparece en Google: el caballo, que hace poco entró en cuadro caminando tranquilamente, se para de repente en dos patas. Su pelito brilla al viento. No recuerdo si relincha o no, pero los marines permanecen inmutables a cualquier manifestación de belleza. La película me generó náuseas y dolor de cabeza. Pero -quizás por eso- en ninguna otra agradecí tanto este año un destello de vida.
La promesa del 2020: El año pasado, al día siguiente de enviarles mis respuestas, vi “Lembro mis dos corvos” de Gustavo Vinagre. Lamenté mucho que haya quedado afuera de la lista que armé, porque me atravesó nivel llhdfgjdflñffguifdgdfdfjhkz<xxd. Ya me había pasado con “Nova Dubai”. Todavía no pude ver “A Rosa Azul de Novalis”… Me gustaría cruzarme con las películas del futuro de Saeed Al Batal y Ghiath Ayoub (“Still Recording”), Leonor Teles (“Terra Franca”), Juliana Antunes (“Baronesa”) e Isiah Medina (“88:88”).
Película testamento: No sé bien qué decir cuando en los últimos años murieron Varda, Mekas, Marker, Farocki y Akerman.
No vi “Varda par Agnès”, no me tentó mucho. Pero me hizo feliz verla usando Instagram su último año de vida. El testamento que me inventé de parte de Marker es este video de él filmando una manifestación por el día internacional de lxs trabajadores (https://vimeo.com/groups/overlap/videos/46611938). Me gusta verlo cada tanto. Pero la ganadora es Chantal Akerman con “No home movie”.
Película maldita: Hablar de “suerte” es un eufemismo cuando el cine se produce y se distribuye bajo condiciones materiales concretas atravesadas por el capitalismo y el patriarcado. Hablar de “suerte” es un eufemismo que niega que el canon es una construcción siempre política de la crítica y los festivales; que avanza la lógica meritocrática del lobby; que lamentablemente muchxs prefieren reafirmar antes que descubrir; que hacen falta políticas públicas para que producir deje de ser un privilegio de clase y se garantice la distribución en igualdad de condiciones de las cinematografías no hegemónicas; que recién hace un par de años que empezó a cuestionarse la supremacía de varones cis hétero en los equipos de programación, en los jurados, en la crítica oficial. La lista sigue. A lo que voy es a que el cine que me interesa es el que se hace y se exhibe constantemente “a pesar de”, sabiendo que al final del día tenemos que pagar el alquiler, la comida, los impuestos. Así que brindo por un mundo en el que tengan más oportunidades las películas que están vivas, las que se amigan con el error, las que experimentan, las que se proponen movilizar las raíces del lenguaje cinematográfico y de la espantosa realidad que nos toca habitar. Por todo eso, por ejemplo, me alegra que siete años después del estreno de su primera película, la obra de César González finalmente haya empezado a nombrarse en círculos que venían pasándola completamente por alto.
Flautazo: No me sale responder esta pregunta.
Una escena: Perdón, pero voy a aprovechar esta respuesta para nombrar películas que fueron importantes para mí estos años.
Inolvidable es la escena de Haidar pegando con cinta los vidrios de las ventanas de su casa, para prevenir que las bombas los hagan saltar por los aires, en la enorme super enorme “Homeland (Irak año cero)” de Abbas Fahdel. Algunas otras cosas que aparecen si pienso rápido: quizás alguna escena musical de “A fábrica de nada” de Pedro Pinho, los trabajos prácticos de “Una jeunesse allemande” de Jean-Gabriel Périot o el colchón secándose al sol en “Viajo porque preciso, vuelvo porque te amo” de Marcelo Gomes y Karim Aïnouz. También se me viene algunas entrevista de la última película de Eduardo Coutinho (“Últimas Conversas”), quien por cierto también murió en esta década y se me había pasado. O momentos de “La última vez que vi Macao” de João Pedro Rodrigues y João Rui Guerra da Mata. “Did you wonder who fired the gun?” de Travis Wilkerson y “El mar, la mar” de Joshua Bonetta y J.P. Sniadecki me acompañaron muy de cerca a nivel creativo este año. Y escenas de “El viento sabe que vuelvo a casa” de José Luis Torres Leiva están ligadas a situaciones personales importantes de hace algunos años atrás.
Un interprete: Disfruto mucho la dirección de actores de las películas de Albert Serra. Así que Lluís Serrat o Lluís Carbó quizás sean respuestas posibles para esta pregunta. Si sigo pensando, me conmueve el vínculo entre Carla Simón y Laia Artigas y Paula Robles, las nenas de “Estiú 1993”. O pensar qué pasó a lo largo de esta década entre Isaki Lacuesta e Israel y Francisco Gómez Romero.
Lucrecia Matorozzo
Una película: Me resulta muy difícil elegir solo una, van mis preferidas de este año.
Largos: Dolor y gloria (Pedro Almodóvar), High Life (Claire Denis), Las buenas intenciones (Ana García Blaya), La deuda (Gustavo Fontán) y Nunca subí el Provincia (Ignacio Agüero).
Cortos: Playback. Ensayo de una despedida (Agustina Comedi), Suquía (Ezequiel Salinas) y Una película hecha de (Malena Solarz y Nicolás Zukerfeld).
Una canción: “Willow” en High Life
Un doble programa: Las buenas intenciones y Los excéntricos Tenembaum. Ambas tienen humor, y una mirada fresca y amorosa a ese universo familiar siempre complejo.
Un texto: Ojo de agua (Escritos de un fotógrafo). Rodrigo Fiero. Ediciones DocumentA/Escénicas. 2019.
Un fotograma.
El primero es de High Life y el segundo de Las buenas intenciones. Hace poco más de un año murió mi papá, estuve este tiempo acostumbrándome a la orfandad y de alguna manera también al recuerdo de su manera particular y compleja de vincularse conmigo. Claro que mi año cinematográfico estuvo teñido de ese estado.
La promesa del 2020: María Alché, Eduardo Williams y Santiago Reale.
Película testamento: No es directamente la consigna pero está un poco cerca. Este año empecé un trabajo nuevo como profe de secundario, con una colega estuvimos trabajando con Daguerrotipos de Agnès Varda, cuando me llegó la triste noticia de su muerte sentí un enorme agradecimiento por su cine, su pensamiento siempre joven y revolucionario y por haberme acompañado este año como impulso y motivación para el trabajo con mis estudiantes. Me queda pendiente ver Varda por Agnès.
Una escena: Las tías saliendo de los capullos de cortina en Familia sumergida de María Alché.
Un intérprete: Eva Bianco, es una actriz versátil con un magnetismo particular que me conmueve tanto en cine como en el teatro.
Chiara Marañon
Una Película: I Was At Home… But, de Angela Schanelec.
Una Canción: Étude in C-sharp minor, Op. 2, No.1, de Alexander Scriabin, en Les Enfants d’Isadora de Damian Manivel.
Un Doble programa: O Que Arde, de Oliver Laxe y Mouchette, de Robert Bresson; por la dimensión trágica del personaje.
Este año me di cuenta de…: No es algo revelador, pero este año me descubrí diferenciando más que nunca entre películas inagotables y películas finitas. En cualquier caso, confirmé que nunca es suficiente un solo visionado, y que las películas que sólo aguantan uno, lo demuestran en el segundo.
Un Texto: Of Values and Women, de Olaf Möller para Notebook: https://mubi.com/notebook/posts/of-values-and-women-venice-18-rome-18-berlin-19
Un Fotograma: The Souvenir, Joanna Hogg.
La promesa del 2020: Zia Anger, Sofia Bohdanowicz y Eloísa Solaas.
Película testamento: No Home Movie, de Chantal Akerman
Película maldita: Bárbara, de Mathieu Amalric
Flautazo: Jackie, de Pablo Larraín
Una escena: La fiesta nudista de Toni Erdmann
Un interprete: Lise Leplat Prudhomme, en Jeannette: The Childhood of Joan of Arc y Joan of Arc de Bruno Dumont. Para mí el rostro cinematográfico de esta década
José Luis de Lorenzo
Una película: Domino (Brian De Palma)
Una canción: Voy a dejar esta casa, papá – Lali Espósito (Claudia)
Un doble programa: Te quiero tanto que no sé / Todos dicen te quiero
Este año me di cuenta que…: En una charla con amigos (“cena de los jueves” como solemos denominarla), específicamente junto a Ángel Faretta y Julio Romero, nos cuestionamos sobre el llegar a cierta etapa en la que ya llevamos cierta cantidad de films vistos (demasiados) que, a su vez, a veces tiene relación con la edad propia de cada uno o puede que no sea así. El planteo fue el siguiente: por qué decidimos de cierta manera, nos equivocamos, triunfamos o fallamos sabiendo de antemano que muchas de nuestras situaciones diarias, sentimentales, laborales ya las hemos visto repetidas veces y hasta calcadas dentro del cine que hemos visto. Sabemos qué va a pasar, lo vimos mil veces, sin embargo corremos a experimentarlo por nosotros mismos y luego lo charlamos. ¿No lo viste en tal película?
Un texto: “Leaving Neverland”: ¿se puede seguir escuchando a Michael Jackson como si nada? (Gustavo Noriega): https://www.infobae.com/america/cultura-america/2019/03/26/leaving-neverland-se-puede-seguir-escuchando-a-michael-jackson-como-si-nada/
Un fotograma: Ash is Purest White
La promesa del 2020: Alice Rohrwacher / Greta Gerwig / Olivia Wilde
Película testamento: Before the Devil Knows You’re Dead (Sidney Lumet)
Película maldita: Badur Hogar
Flautazo: Rush (Ron Howard)
Un intérprete de la década: Tom Cruise / Hanks
Carla Maglio
Una película: Il traditore (Marco Bellocchio). I meridionali non vanno in Paradiso.
Una canción: El Epitafio de Seikilos, silbado por Silbatriz Pons, en De l’amitié, de Pablo García Canga.
El concierto ruidista de John Duncan en Tinnitus de Daniil Zinchenko. Hasta donde pude ver, no está disponible en la web, pero hay esto:
Toda Felix in Wonderland, de Marie Losier
Un doble programa: Once Upon A Time in Hollywood (Quentin Tarantino)+ Histoire(s) du cinema. Ep 3 Seul le cinéma (Jean-Luc Godard, 1997) o Caterina (Dan Sallitt) + When Tomorrow Comes (John M. Stahl, 1939)
Este año me di cuenta..: de modo más preciso dónde yace mi malestar con el último cine de Pedro Costa y también dónde está el cine en el que me interesa persistir -y que persistamos. ¡Jo! Casi nada. Las dos cosas no están desconectadas, claro. La discusión en torno al cine de Costa está en pleno curso en otros sitios y seguirá, barrunto. Sobre lo segundo, de modo un poco epigramático, o tuitero -espero que no, críptico; no es mi intención- y para seguir en el estilo en que hablé de la película de Bellocchio, diré esto: Si en serio vamos a cuestionar y aun abandonar el dualismo en general, tenemos que abandonar también y para siempre el dualismo en el cine.
Un texto: “Por una cinefilia renovada”, Vicente Monroy: https://ctxt.es/es/20190918/Culturas/28416/cinefilia-cine-arte-eric-rohmer-el-ministerio-vicente-monroy.htm#.XYZa1Fqb1rY.twitter
Somos laxos. Un libro: Retahílas, Carmen Martín Gaite (1965 -1973)
Un fotograma: Alguno de Il traditore. Cada secuencia y casi cada fotograma de la película condensan series tan complejas de emociones; de Historia, con mayúsculas; de historias; de cine; de política y poder puro y duro… Tante cose… A veces, no sé si deliro. ¿Se ven? ¿Las ves?
La promesa del 2020: César González. Aunque ya es un hecho, además de promesa.
Película testamento: 24 Frames, Abbas Kiarostami (2017)
Película maldita: No sé. No sé si se puede saber.
Flautazo: No sé.
Una escena de la década: Alguna de Right Now, Wrong Then, Hong Sang-soo (2015). La final, por caso.
Un intérprete de la década: Maud Wyler. Maud Wyler. Maud Wyler. Chloé Chevalier. Kim Min-hee
Valeria Fernández
Una película: Tal vez es porque las vi hace relativamente poco, pero me resuena todavía esta tríada marplatense: Les enfants d’Isadora de Damian Manivel, Fourteen de Dan Sallitt y The world is full of secrets de Graham Swon.
Una canción: There’s too much on my mind de The Kinks en el corto (maravilloso) de Malena Solarz y Nicolás Zukerfeld, Una película hecha de.
(Y como mención especial la canción de Chwojnik de Por el dinero, de Alejo Moguillansky).
Un doble programa: Dos formas de lo epistolar. Ms Slavic 7 de Sofia Bohdanowicz y Letter from an unknown woman de Max Ophüls.
Este año me di cuenta de… Cursilería total pero: que a las películas se las hace con amor, de amor, por amor. Sin eso, mejor no.
Un texto: Cada vez leo menos sobre cine así voy a elegir el único libro editado este año que leí (de todos modos es muy bueno): Otoño alemán de Liliana VIllanueva.
Un fotograma:
La promesa del 2020: No sé si es una promesa que en realidad ya se cumplió, pero le pongo todas mis fichas y mi fe Sofia Bohdanowicz.
Película testamento: Outtakes from the life of a happy man de Jonas Mekas.
Película maldita: The world is full of secrets de Graham Swon.
Una escena: El comienzo de La princesa de Francia, de Matías Piñeiro.
Un/a intérprete: Las Piel de Lava durante, justamente, una década entera en La Flor.
Martín Emilio Campos
Una película: The Beach Bum, de Harmony Korine, con su reivindicación absoluta de un tipo de personajes que suele ser juzgado y castigado, antes que celebrado.
Una canción: “Delilah” de Tom Jones, en la interpretación sentida del marinero filipino en el karaoke del barco en Lonely Rivers de Mauro Herce.
(Reconociendo que el Gran Premio Objetivo debería ir para “Out of Time” de los Rolling Stones en Once Upon a Time… in Hollywood de Quentin Tarantino).
Un doble programa: Al visionado de High Life (Claire Denis, 2018), First Man (Damien Chazelle, 2018) y Ad Astra (James Gray, 2019) les sumaría, conceptualmente, Aniara (Pella Kågerman y Hugo Lilja, 2018; vista en el Bafici), para completar la reflexión en torno a la soledad en el espacio; y a todas las emparentaría con las grandes películas de ciencia ficción soviéticas y de detrás de la cortina de hierro, en particular Solaris, Homoide (Test Pilota Pirxa, Marek Piestrak, 1979) y Petlya Oryona (El Bucle de Orión, Vasili Levin, 1981).
Este año me di cuenta de…: Que el sexo, los cuerpos y el deseo están siendo progresivamente elipsados en el cine. ¿O será la programación la que los deja afuera?
Un texto: Elijo dos:
-El majestuoso “Los muertos”, de José Miccio, publicada el 18/11 en Calanda: https://calandacritica.com/2019/11/18/los-muertos-por-jose-miccio/
-La didáctica entrevista a Victor Guimarães en el N° 2 de La vida útil acerca de la historia del cine brasileño, con la extensa lista incluida
Un fotograma: La obra maestra de Quentin Tarantino tiene varias escenas memorables, aunque me quedo con una, en particular, que paradójicamente no parece ser más que una de transición. De ella elegiría, como años anteriores, un gif más que una imagen, de dos momentos, dos planos; uno casi al inicio de la escena y otro casi al final. En primer lugar, cuando Brad Pitt en su descapotable, a toda velocidad, con el pelo al viento y la mirada firme, sobrepasa autos en la autopista. En segundo, el pequeño capricho, la pequeña digresión, de cortar un largo recorrido para mostrar, con un plano en grúa, el autocine, antes de quedar encandilado por la luz del proyector.
Para momentos como esos es que se creó el cine.
2) https://gfycat.com/grippingvigilantfallowdeer
La promesa del 2020: Joseph Kahn (y Christopher McQuarrie que tiene dos Misión Imposible entre manos…). De quienes filmaron sus óperas primas en la década: Britni West, Sandra Wollner, Julian Radlmaier, Leonor Telles, Graham Swon.
Película testamento: Out-takes from the Life of a Happy Man, de Jonas Mekas (2012).
Película maldita: Tired Moonlight, de Britni West (2015), una pequeña obra maestra.
Flautazo: Pitch Perfect, de Jason Moore (2012).
Una escena: La escena del 4 de julio en Tired Moonlight que, entre otras cosas, me hizo conocer la mejor canción (en el cine) de la década, quizás de todas las décadas: “Some Day, that Place in Time” de Yann Tomita/The Doopies.
Un intérprete: Joaquin Phoenix.
Ramiro Sonzini
Una película: A Place for Tomorrow (Behrouz Rae). En general, y en contra de lo que solemos escuchar, a las películas independientes de directores jóvenes, o más o menos jóvenes, lo que les sobran son recursos y lo que les faltan son ideas. A Place for Tomorrow demuestra, como ninguna otra que haya visto este año, que se puede hacer cine del más puro (es decir teniendo a los grandes maestros americanos como referentes e interlocutores) con la inteligencia como casi único recurso. Una película que corre el riesgo de quedar en el olvido pero a la que deberíamos prestarle muchísima atención.
Una canción: En un momento de Felix in Wonderland (Marie Losier) Felix Kublin cuenta una rutina que mantiene con su hija: de su infinita colección de vinilos ella elige uno sin que él lo vea y reproduce una canción al azar para que él adivine qué están escuchando. Mientras cuenta esto el ritual se repite, Felix reproduce un disco y empieza a sonar un tema compuesto por unos sampleos de pelotas de ping pong. Inmediatamente empieza a bailar con movimientos de lo más extraños, casi en contra de su voluntad mientras cuenta algo de la música. La relación que este sujeto tiene con la música es lo más inspirador que vi en el año
Un doble programa: Once Upon a Time in Hollywood + Road to Nowhere. El programa doble que inaugura y clausura nuestra década.
Este año me di cuenta de… : Que cualquier vaticinio de muerte del cine o de la crítica o de la cinefilia es una mentira y lo único que demuestra es la falta de capacidad y deseo de quien lo dice de aprender y entender los cambios que se suceden. Siempre que haya una nueva película o un nuevo texto el cine estará vivo.
Un texto: En esta categoría cito textualmente a mi amiga Lucía Salas: “Los Muertos – Jose Miccio. Pero además, la felicidad de cada texto que imprimimos en nuestra ojalá eterna versión en papel.”
Un fotograma: Este año descubrimos las películas de Diagonale, un antes y un después definitivo en nuestra biografía cinéfila. Este fotograma es de Corps a Coeur de Paul Vecchiali, en donde el protagonista convierte su auto estacionado frente al negocio de su enamorada en una casa con jardín en la que se queda a vivir hasta que ella lo acepte.
La promesa del 2020: Joseph Kahn, el futuro mejor director norteamericano.
Película testamento: Visita ou Memórias e Confissões, de Manoel de Oliveira.
Película maldita: Detention de Joseph Kahn
Flautazo: Pitch Perfect (Jason Moore)
Un intérprete: Andy Lau en Blind Detective de Johnnie To, el director más grande del siglo.
Lucía Salas
Una película: A place for tomorrow (Behrouz Rae), que salvo Transcinema y Kinoslang nadie se animó a pasar.
Una canción: Ida Lupino en Roadhouse: “puede hacer más sin voz que cualquiera que conozco”
El gospel de Hampton de Claudrena N. Harold, Kevin Jerome Everson
Un doble programa: Fourteen + Céline et Julie vont en bateau (un poco de paz para los que se van) + Night Nurse (un poco de paz para las que tanto trabajan)
Este año me di cuenta de…: Sin un nosotros todo esto no sirve para nada.
Un texto: “Los Muertos” – Jose Miccio. Pero además, la felicidad de cada texto que imprimimos en nuestra ojalá eterna versión en papel.
Un fotograma: Mi fondo de pantalla por varios meses. Ponerla como promesa sería injusto, porque sus películas ya están abriendo senderos en el presente. Es de Veslemøy’s Song, que como es de 2018 la acompaño con otro, el fotograma que fuimos todos en 2019.
La promesa del 2020: María Aparicio, a quien he visto copiar diálogos de Jacques Tourneur para el guión de su próxima película.
Raul Ruiz, de quien espero más estrenos zombies. Pierre León que según entiendo está preparando un libro. Por él y todas las nuevas historias del cine que vendrán.
Película testamento: No fue en esta década, pero él sí murió en esta década. 36 vistas del pico de Saint-Loup.
Película maldita: Sip’ohi el lugar del manduré no es maldita porque mucha gente la recuerda con el valor que tiene, pero debería circular por todos lados, por el universo. También me gustaría que todos se acuerden más de Branco Sai Preto Fica, una película que nos cambió la vida a todos. Y su lo-fi original.
Flautazo: Un flautazo al revés es The Projectionist de Abel Ferrara, que ni siquiera es sobre un proyeccionista. Diamantino podría ser un flautazo. Stand-by for the tape backup es un flautazo solo porque el tipo no vino del cine y tampoco se quedó.
Pero el flautazo de la década y una de las películas de la década también es Pitch Perfect.
Una escena: El final de Coincoin et les Z’inhumains, que es una escena del fin del mundo. Esta década, que fueron mis 20s, fue la primera década sería de mi cinefilia y entre esas cosas fui ensamblando mi propio seguimiento del presente. El signo más grande del paso del tiempo, de ese año a año que fue transcurriendo desde 2010 son los cambios en el cine de Bruno Dumont, cuyas películas recuerdo siempre haber ido viendo mientras iban saliendo. Estos cambios fueron haciendo que fuera menos mal visto decir que a una le gustaba Dumont. Pero ahora que pasó el agua y el puente les voy a decir que a mi siempre me gustaron, hasta cuando hacía esos dramas místicos. Es que las películas de Dumont fueron pasando por exactamente todos mis humores y deseos de todas las épocas de la década. Cierta curiosidad laica (aunque coqueteando) por lo místico y las místicas, por los lugares un poco aterradores lejos del centro como el lugar donde nací, el tardío amor por los musicales y la liberación de mi propio humor. Podría decir que Dumont me leyó la mente todos estos años, me capturó un espíritu de época. El final de Coincoin fue el que más dio en el clavo. Cuando la vi por primera vez, hace unos meses, venía pensando mucho en el fin del mundo. Por esas semanas tenía la certeza de que el mundo se iba a acabar en pocos años, dos o tres, y si no, que iba a llegar viva a verlo. Todavía un poco así lo creo, no parece haber espacio para mucho más tiempo que el que ya pasó, y el desfile de muertos final de Coincoin puso escena a las palabras. Creo que vamos a vivir un momento en el que todo flote del pasado hacia hoy y ahí vamos a morir. Pero jamás se me había ocurrido que fuera una fiesta, una danza macabra.
Un interprete: Kim Min-hee, sobre todo en una de las películas más tristes de la década, Claire’s Camera.
Zhao Tao, reina de mi orazón.
Lo cierto es que la década empezó muy fuerte, 2010 fue un año taladro. Road to Nowhere, Film Socialisme, Get Out of the Car, Misterios de Lisboa, Toujour Moins, La Vida Util. todo lo que el cine podía ser en la década por venir y más. Lo único que realmente me hace creer que estos años fueron una década es ese comienzo.
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