Search

El deseo disidente – Sobre Las mil y una

Por Melissa Mira Sánchez

Esta crítica es resultado del proceso formativo del Encuentro de Crítica e Investigación realizado durante el mes de noviembre en el marco de Encuentros 2020, una estrategia para el fortalecimiento de agentes, proyectos y dinámicas del ecosistema audiovisual de Colombia y Latinoamérica, organizada por la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio de Cultura de Colombia.

La complicidad y el deseo encuentran su lugar incluso en las condiciones más  hostiles, donde los vínculos se convierten en una forma de resistir, no sólo a un contexto de marginalidad latente, sino a los prejuicios y paradigmas socialmente impuestos. 

Iris (Sofía Cabrera), una joven que habita un barrio periférico de la ciudad de Corrientes, alterna la práctica de tiros de baloncesto con las tardes de ocio con sus primos Ale (Luis Molina) y Darío (Mauricio Vila); fue expulsada de la  escuela y, sin más responsabilidades, seguimos su devenir en un escenario que parece estar al acecho constante. Renata (Ana Carolina García), una chica que  despierta habladurías entre los residentes del barrio, llama la atención de Iris, quien  contrariando los consejos y rumores termina acercándose a ella.  

En medio de la convivencia diaria en espacios muy reducidos, donde los límites de la intimidad se desdibujan, estos jóvenes atraviesan el despertar sexual y los altibajos  de la adolescencia, que ponen de manifiesto sus inquietudes identitarias y las preguntas frente al amor, las relaciones y las formas de habitar el mundo socialmente aceptadas. La sola existencia de estos personajes, deliberadamente queers, sienta una posición política y contestataria en un barrio cuya heteronormatividad se hace evidente desde las relaciones de violencia y dominio que se establecen entre los chicos, hasta los comentarios sentenciosos de los adultos y pintadas en las paredes con mensajes bíblicos. Sin embargo, el escenario esbozado aparece como un subtexto que está normalizado para los protagonistas, y que, lejos de limitarlos, los acoge. 

A lo largo del filme, Iris encuentra en Renata una forma de desafiar los prejuicios que recaen sobre la disidencia, y se redescubre a sí misma en la alteridad, un ejercicio que la directora consigue retratar con el plano secuencia como recurso narrativo, que  funciona como una cámara que atestigua los hechos y que busca dar espontaneidad a sus movimientos, procurando no perder de vista a sus personajes. Esta cámara evidencia una alta conciencia de la puesta en escena, premeditando las acciones y encuentros que van elaborando la cadena causal. 

El barrio, que es a su vez escenario y personaje, se ve caracterizado por la  acumulación de objetos en los interiores de las casas y por los exteriores en  decadencia, creando una sensación de sofoco en el primer caso, donde el incesante ruido de discusiones en fuera de campo acompaña la cotidianidad y crea conversaciones que se superponen entre sí. En los escenarios exteriores, impera una libertad imprecisa, donde, si bien el espacio no es una limitante, la protagonista se  presenta insegura ante la mirada de sus conciudadanos. 

Y es que esta podría leerse como una película de contrastes. Por un lado, están las  protagonistas: Iris, con su aire recatado y de inocencia, y Renata, desinhibida y con  un carácter más fuerte y seguro. Por el otro, el tratamiento de la historia, que si bien se desarrolla en un ambiente que podría considerarse opresivo, tiene la sensibilidad para detenerse en esa deriva que atraviesan sus personajes sin caer en su victimización, dejando además un espacio a guiños cómicos y dándole un valor al silencio como recurso expresivo que pone un alto a la estridencia del entorno y que  prescinde de la música extradiegética. Las mil y una propone entonces una reflexión alrededor de los vínculos de amistad  y amor no normativos, y de las dinámicas sociales de aceptación de la diferencia, tanto en el entorno familiar, donde hay un juego entre la comprensión y el establecimiento de límites, como en una escala más amplia en la que prevalecen los  convencionalismos. Finalmente, la película consigue dar cuenta de un contexto muy específico que, sin embargo, tiene una amplia resonancia como reflejo de realidades que caracterizan a gran parte de Latinoamérica.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Recomendados: